Ginarely y la farsa de la “neutralidad académica”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López
De las burdas agresiones de Carlos Alazraki, a las finas cachetadas con guante blanco de la academia
Quienes representan a Morena en el IEEM no tienen, por lo visto, ni la menor idea de lo que significan los reiterativos planteamientos críticos de Andrés Manuel López Obrador sobre el preocupante tema del proceso de derechización de las universidades públicas del país.
Ginarely Valencia Alcántara es una dama inteligente, institucionalmente correcta, con oficio reporteril en su larga trayectoria en Televisa local y muy hábil para colarse en la burocracia de la “divulgarización” de la ciencia que priva en la mayoría de las universidades, públicas y privadas. También podría decirse, con todo respeto, que es una dama conservadora que adopta las posturas de la clase dominante y desprecia profundamente a medios críticos a los que margina y censura desde su posición en la UAEM.
Quienes afanosamente buscan personajes de “reconocido prestigio” para que moderen debates políticos, o para que sean nombrados consejeros electorales, o encargados de la “transparencia”, o de los Derechos Humanos en la multitud de organismos que la burocracia depredadora prianista creó para simular que se consolidaban todos esos baluartes de la democracia, generalmente acuden a la academia ante la chocante imposibilidad de encontrar, en la sociedad, personajes ajenos a la grilla partidista.
De esta forma, un ex rector de la UAEMex, que comprobadamente intentó robarle a la máxima casa de estudios de la entidad cuatro camionetas -como ha trascendido sin lugar a dudas porque hasta fue obligado a devolverlas-, sin ningún empacho fue impuesto por el Gobernador Alfredo del Mazo al frente de uno de esos organismo (el de la Transparencia) que, como decía, surgían como hongos en época de lluvia, con presupuestos muy apetitosos para los amigos y hasta parientes de los burócratas que se dedicaban a pisotear en su práctica de gobierno esos mismos valores que exaltaban, con letras de oro, en la entrada de relucientes institutos y comisiones.
José Martínez Vilchis fue el honrado con la distinción y no tuvo nada que ver el hecho -dicen- de que pertenece al grupo político que encabeza el cacique de Lerma y actual dirigente estatal del PRI, Eric Sevilla Montes de Oca. Otros exrectores implicados en el escándalo de la Estafa Maestra, también han sido favorecidos con pomposos nombramientos donde fungen prácticamente como aviadores.
Volviendo al tema de la selección, por sorteo entre 7 candidatas, para “moderar” el segundo debate por la gubernatura, entre las que no figuraron, por cierto, las mejores reporteras de la entidad -dos de Proceso, Veneranda Mendoza y María Teresa Montaño, y una relativamente independiente, Violeta Huerta-, me permito anticipar que la selección de la vocera universitaria lleva la misma intención -probablemente inconsciente- de discriminar a la maestra Delfina Gómez, presentándola como incapaz de desplegar el capital lingüístico y cultural típico de la clase dominante y exhibirla como “inferior”, sin las competencias para gobernar y hasta para tener hijos, como maliciosamente sugirió la candidata priista, muy lejos de la sororidad prometida.
El diputado (no senador como lo enuncian en Proceso) Faustino de la Cruz acierta, a mi entender, con su sugerencia de que mejor doña Delfina no acuda a ese debate, donde probablemente Ginarely se esforzará en aparentar neutralidad en sus preguntas, pero las miradas, los tonos de voz, las interrupciones y otros discretos recursos, pueden ser mucho más efectivos que el ataque abierto que desplegó Ana Paula Ordorica y que terminó, paradójicamente, beneficiando a la morenista.
El odio de clase desplegado, por ejemplo, por la gente que le hace el caldo gordo al patancito ensoberbecido Carlos Alazraki (el imbécil ése que le hizo la campaña fascista a Montiel de que “los derechos humanos son de los humanos, no de las ratas”), y que de “rata” no baja a doña Delfina, con actitudes no solo misóginas, sino clasistas y racistas, avaladas para mi sorpresa por personajes que consideraba inteligentes y respetuosos de la crítica como César Camacho Quiroz y hasta Ricardo Rocha, puede resultarles contraproducente, porque incita a la gente de bien, que no está infectada con odio de clase, a la empatía con una persona atacada tan vilmente.
La derecha apoderada de las universidades, como la escuela capitalista en general, discrimina por todos los medios a quienes no manejan el lenguaje y las actitudes típicas de la clase dominante, negando en la práctica su presunto papel de mecanismo para la movilidad social ascendente, convirtiéndose en la reproductora por excelencia de las desigualdades sociales. Algo que los representantes de la 4té en el IEEM, por lo visto, están muy lejos de comprender.