De risa loca la justificación de AMLO para premiar a Omar Fayad. Por Jesús López Segura
Lo nombró embajador en Noruega “porque lo conmovió su humanismo en la explosión de Tlahuelilpan”, dice
Cuestionado por una valiente reportera –hacia el final de la Mañanera de hoy– sobre sus motivaciones para nombrar embajador en Noruega a un político sin experiencia diplomática como el corrupto Omar Fayad, el Presidente López Obrador prácticamente calló a la periodista, con el pobre y autoritario argumento de que no iba a “caer en provocaciones”.
Acostumbrado por desgracia a escuchar puras zalamerías, inscritas en el culto a la personalidad que les prodigan a diario funcionarios y hasta “reporteros mañaneros”, al estilo rastrero de “Lord Molécula“, don Andrés considera “provocación” una pregunta perfectamente natural en cualquier conferencia de prensa que se precie de serlo.
López Obrador recurrió a la cursilería de ensalzar una presunta actitud “conmovedoramente humanista” del entonces gobernador priista de Hidalgo, al acudir -antes que él, dijo- al lugar donde ocurrió una gravísima explosión provocada por los huachicoleros en Tlahuelilpan, Hidalgo, el 18 de enero de 2019, donde según refirió textualmente el Presidente “murieron muchísimas personas”.
El proceder de Fayad que le caló hondo en sus sentimientos al mandatario no consistió en ningún acto memorable o heroico, sino simplemente en haber permanecido en el lugar de la tragedia ¡como era su obligación más elemental!
De hecho, trascendió que Omar Fayad invirtió menos de un millón de pesos en apoyo a las vícitimas de la explosión, y no indemnizó a ninguna de las 137 familias afectadas.
Con un solo acto de nobleza humana quedan borrados todos los antecedentes que alguien pueda tener, por nefastos que fueran, porque solo el creador llega a la perfección, dijo, palabras más o menos, casi con lágrimas de emoción en los ojos, quien finalmente admitiría que también contó para el nombramiento de Fayad el que haya acatado la recomendación de no intervenir con recursos públicos en la elección para gobernador, “como sí hicieron otros”. Que haya cedido la plaza, pues.
Así que el mandatario que juró hacer cumplir la ley tiene evidencia suficiente como para acusar públicamente a “otros” de haber delinquido usando recursos públicos para las elecciones de gobernador pero, paradójicamente, habiendo sido quien impulsó calificar tales conductas como delitos graves, se conforma con premiar con embajadas y consulados a quienes se apeguen a esa nueva legislación, en vez de perseguir, con la ley en mano, a los que se atrevan a violarla.
¿Y qué tiene de malo hacer embajador a alguien que ya fue gobernador? se preguntó finalmente el mandatario y se respondió a sí mismo: “para ser un buen diplomático, primero se tiene que ser un buen político”.
Al final, la reportera insistió en que está nombrando a puros corruptos como embajadores y cónsules, mencionando a Claudia Pablovich, ex gobernadora de Sonora, a quien señaló directamente de corrupta y ahora es cónsul en Barcelona. Don Andrés, francamente molesto, le dijo que ya hablarán cuando le toque el turno, se dio la media vuelta y salió casi corriendo de la escena.
No vivirá mucho quien se pierda el espectáculo de ver a Alfredo del Mazo Maza como flamante embajador de México en alguna plaza de ensueño, o formando fila detrás de Arturo Zaldívar para agarrar hueso con otra Claudia, Sheinbaum, quien por cierto el día de ayer mandó al pueblito donde vivo a una brigada como de 15 personas perfectamente uniformadas con el color guinda, a exhortarnos, casa por casa, a que nos inscribiéramos en su registro de simpatizantes de la próxima presidenta de la República.
¿Qué esto no es ilegal? le pregunté a la señorita que me abordó en la puerta de mi casa. ¿Cuánto les están pagando por hacer esto?
Nada. Somos voluntarios, me dijo tratando de disimular su inconfundible rostro de “servidora de la nación”.