Guerrero, un estado 100% fallido. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
El policía que asesinó al ‘joven 44 de Ayotzinapa’, “pidió permiso para ir a la tienda… y se fugó”
La situación en Guerrero de por sí desastrosa por la furia huracanada de la naturaleza en Acapulco y zonas aledañas, es cada vez más caótica, con narcotraficantes sometiendo a transportistas y sembrando el terror en pueblos enteros. Las extorsiones han llevado a paros de labores y a un clima de miedo generalizado. Mientras tanto, los gobiernos local y federal se muestran más preocupados por encubrir a delincuentes que por someterlos.
La conexión entre el crimen organizado y la política en Guerrero no puede ser más evidente, con acusaciones de financiamiento de campañas y ejecuciones que implican a figuras cercanas al poder. Mientras el estado se desmorona, el Presidente López Obrador se lamenta por incidentes menores que se relacionan con resorteras y balines, en lugar de abordar los problemas de fondo. O dando clasecitas de historia en su tribuna nacional, o empeñado en su ilegal y virulenta campaña permanente contra sus adversarios políticos que la señora Taddey avala con su silencio cómplice.
Guerrero se ha convertido en un estado cien por ciento fallido bajo el liderazgo de la gobernadora Evelyn Salgado (o deberíamos decir que de su padre, el cacique acusado de violador, Félix Salgado Macedonio), cuya relación con la mafia local y su negligencia en el manejo de la seguridad pública son de escándalo, y se suman a los estragos de Otis como una auténtica maldición para los guerrerenses.
López Obrador trató de encubrir la ejecución sumaria del joven, criminalizando al propio estudiante en La Mañanera: ‘robó la camioneta donde viajaba y disparó’, dijo citando a la policía guerrerense. Luego sin rubor alguno tuvo que tragarse sus palabras. ¡Qué vergüenza!
Chilpancingo, Iguala, Taxco, Acapulco son un desastre.
Yanqui Kothan, que un día antes participó en la protesta que derribó una puerta en Palacio Nacional, fue herido de muerte en la cabeza por una bala disparada a un metro de distancia, de acuerdo con un dictamen oficial de balística. Los jóvenes no iban alcoholizados, ni drogados, determina el mismo informe.
Por lo pronto, estudiantes, organizaciones sociales y Lilia Vianey Gómez, madre del normalista 44, Yanqui Kothan, exigieron castigo para los responsables del asesinato y la renuncia de los funcionarios que lo criminalizaron, incluida la gobernadora Evelyn Salgado.
¿El propio Presidente debería, entonces, ser investigado?
“¿Quieren que aparezca muerto el asesino (el policía estatal) para callarlo?”, preguntó la madre angustiada, quien pidió a los funcionarios del gobierno estatal dejar trabajar a los medios sin que les filtren mentiras.
Pero eso va a estar muy difícil. Los medios y la sociedad mexicana -e internacional- hemos estado recibiendo mentiras disfrazadas incluso de “verdades históricas” ¡desde el sexenio pasado y hasta la fecha!, a pesar de todas las promesas de la cuarta transformación.
Los padres de los muchachos han tenido que bregar contra una tiranía encubridora de la masacre de sus hijos. Una auténtica investigación -que el simulador Alejandro Encinas no se atrevió a hacer- hubiera llegado, sin duda alguna, hasta el expresidente, “el licenciado Peña Nieto” como le dice con ‘consideración y respeto a su vocación democrática’ -porque lo dejó ganar-, quien debería haber dado la orden de llegar hasta las últimas consecuencias, pero se ha revelado como el más claro encubridor. Así las cosas, todo lo demás son fantasías mesiánicas.