viernes, mayo 16

Con Bartlett, la CFE rompe récord… pero de pérdidas: 271 mil millones en 2024

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La CFE culpa al tipo de cambio y a una reforma fiscal diseñada por el mismo gobierno de la 4T

Ni la más temeraria administración neoliberal habría logrado lo que consiguió la autodenominada “empresa del pueblo” bajo el mando de Manuel Bartlett: hundir a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en las mayores pérdidas financieras de su historia reciente. Y todo en nombre del “rescate” de una empresa pública que, si sigue este camino, pronto necesitará ser rescatada… de sus rescatadores.

Según un análisis de Proceso basado en los propios datos de la CFE, el año 2024 marcó un nuevo fondo en la ya prolongada caída libre de la empresa. La pérdida neta ascendió a 271 mil 574 millones de pesos, una cifra tan descomunal que duplica —sí, duplica— el dato preliminar reportado apenas en febrero de este año. Con eso, Bartlett se despide como el campeón indiscutible del déficit energético.

Lo escandaloso no termina ahí: esta cifra es histórica, literalmente. Jamás, desde que hay registros públicos disponibles (al menos desde 2015), se había reportado un descalabro financiero de tal magnitud. Ni siquiera en los peores años de las reformas estructurales. El “rescate” terminó siendo un naufragio.

Para quienes aún tenían dudas sobre el rumbo de la CFE en la era López Obrador, basta mirar el balance de estos seis años:

En 2023, una ganancia de 96 mil millones de pesos parecía dar respiro.

Pero en 2022, hubo pérdidas por 15 mil millones.

En 2021, el descalabro fue de 106 mil millones.

Y en 2020, otros 85 mil millones se fueron por el caño eléctrico.

Sólo 2019, primer año de la 4T, reportó números positivos. Lo anterior deja claro que, lejos de fortalecer a la empresa, la “soberanía energética” ha sido un costoso espejismo.

¿Las causas del desastre? La CFE culpa —como buen burócrata en apuros— al tipo de cambio y a una reforma fiscal diseñada por el mismo gobierno que prometió eficiencia y autosuficiencia. El peso se desplomó frente al dólar, generando pérdidas cambiarias por 169 mil millones de pesos, y el cambio en el régimen fiscal —para convertir a la CFE en “Empresa Pública del Estado”— implicó cancelar impuestos diferidos por otros 175 mil millones. Resultado: un agujero contable de dimensiones épicas.

Es decir, por una “única ocasión”, como dice el reporte, el Estado decidió dinamitar sus propios ingresos contables para vestir de “pública” a una empresa que no puede justificar su existencia con resultados. Un maquillaje legal que costó más que toda la ganancia de los años anteriores combinados.

Y mientras tanto, el Congreso aprueba que funcionarios de la CFE porten armas, Sheinbaum firma leyes para “recuperarla” y se repite la narrativa de que Pemex y CFE serán joyas del Estado mexicano. Pero el Estado, en lugar de joyas, parece haberse colgado una piedra al cuello.

 

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