miércoles, junio 18

Sheinbaum pide humildad y principios a Morena… mientras los pleitos por el poder ya hacen fila

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Fueron diez puntos, aclara, y no solo el llamado a no ser partido de Estado y no relacionarse con criminales

Por Jesús López Segura

En una carta llena de buenos deseos, principios elevados y un optimismo que haría sonrojar a un manual de autoayuda, la presidenta Claudia Sheinbaum exhortó a Morena a no convertirse en lo que ya muchos temen: un partido de Estado atrapado entre la ambición, el sectarismo y los escándalos internos, pero, sobre todo, proclive a relaciones con criminales de cuello negro y blanco.

Durante la sexta sesión del Consejo Nacional del partido guinda, la dirigencia leyó con solemnidad la misiva presidencial, plagada de llamados a la “honestidad”, la “humildad”, la “austeridad republicana” y —cómo no— a evitar la tentación de los restaurantes caros y los helicópteros privados. Es decir, una especie de lista de todo lo que ya muchos morenistas hacen sin pudor, pero que ahora deberían dejar, por decreto moral.

La presidenta incluyó también (pero no solamente, como aclaró en la Mañanera de este 5 de mayo) que Morena no debe ser cómplice de criminales, “ni organizados ni de cuello blanco”. Una frase que, aunque suena bien en el papel, choca con la realidad donde algunos cuadros del partido parecen más ocupados en ganar candidaturas que en revisar antecedentes penales.

Con tono pedagógico, Sheinbaum pidió a los militantes no caer en la ambición por el dinero ni en la parafernalia del poder. Nada de andar con ropa de marca, rodeados de guaruras, ni mucho menos de usar recursos públicos para hacer turismo electoral ilegal disfrazado de servicio público. Todo eso, según la mandataria, pertenece a un pasado corrupto… que curiosamente sigue apareciendo en el presente, como lo muestra el reciente escándalo de la senadora Andrea Chávez en Chihuahua.

“El fin nunca justifica los medios”, sentenció Sheinbaum, como si no fuera precisamente ese pragmatismo el que ha guiado buena parte de las decisiones de candidaturas, alianzas y repartos de poder al interior del partido. También pidió a Morena fortalecer su organización desde abajo, con trabajo territorial y contacto directo con el pueblo. Eso sí, sin caer en el “corporativismo”. Lástima que los conflictos por las postulaciones estatales y la guerra de facciones muestran que el contacto con el pueblo muchas veces se reduce a las encuestas manipulables y las asambleas a gritos.

El remate vino con un llamado a evitar el nepotismo, el influyentismo y el amiguismo. Y como si la historia no se repitiera una y otra vez, propuso incluso adelantar la restricción constitucional para que ningún familiar pueda heredar candidaturas en 2027. Una iniciativa que suena heroica hasta que uno recuerda cuántos primos, esposas e hijos ya están apuntados para los comicios.

Para cerrar con broche de oro, los consejeros nacionales, conmovidos por tanta virtud escrita, respondieron con una ovación de pie y el coro de rigor: ¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta! Porque si algo no falla en la política mexicana, es la capacidad de aplaudir palabras bonitas… aunque todos estén ocupados en hacer exactamente lo contrario.

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