México, el país sin guerra formal más violento del planeta. AL GRANO. Por Jesús López Segura

ACLED reporta 7 mil 632 ataques contra civiles, superando a naciones en guerra declarada
México ha logrado una proeza digna de análisis internacional: ostentar el récord del país sin guerra formal más violento del planeta. De acuerdo con el último informe de ACLED (Proyecto de Datos y Ubicación de Conflictos Armados), en los últimos doce meses se han registrado 7 mil 632 ataques contra civiles —un promedio de 636 por mes—, superando incluso a naciones con conflictos armados declarados. Y como si este sombrío título no bastara, el pronóstico no mejora: se prevé que la violencia aumente en los próximos seis meses, con Sinaloa a la cabeza.
ACLED no se anda con eufemismos. El organismo describe la situación como una “guerra civil de cárteles” protagonizada principalmente por las facciones del Cártel de Sinaloa, Los Chapitos y La Mayiza, cuyo conflicto estalló tras el secuestro y posterior entrega a autoridades estadounidenses del veterano capo Ismael “El Mayo” Zambada. Desde entonces, Sinaloa ha dejado de ser solamente un epicentro del narcotráfico para convertirse en un campo de batalla abierto. Y el reciente 5 de mayo fue un ejemplo brutal de ello.
Ese día, la violencia se desbordó en el centro-norte del estado. Enfrentamientos armados entre las facciones rivales en Mocorito y Guamúchil derivaron en casas baleadas, bloqueos carreteros, vehículos blindados abandonados y al menos cuatro muertos -cifra conservadora si se consideran los reportes extraoficiales-. Las imágenes que emergen de esta jornada -retroexcavadoras bloqueando caminos, escuelas cerradas, ciudadanos paralizados por el miedo- son más propias de Siria o Ucrania que de un país oficialmente en paz.
Y, sin embargo, México no está en guerra. Al menos no según los cánones tradicionales. Pero ACLED lo deja claro: el Estado mexicano tiene “el poder pero no el control” del territorio. Lo que ocurre en Sinaloa, Michoacán o Sonora ya no son simples expresiones de violencia criminal: son síntomas de un conflicto armado de baja intensidad, pero de altísima letalidad, con efectos devastadores para la población civil.
La administración de Claudia Sheinbaum, que apenas inicia, ha apostado por una ruptura con la política de “abrazos, no balazos” de su antecesor, incrementando los operativos contra el crimen organizado. Esto ha derivado, como era previsible, en una escalada de enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y grupos armados ilegales, especialmente en los estados más calientes del país. La experta de ACLED, Sandra Pellegrini, advierte que la destrucción de laboratorios clandestinos y el aseguramiento de grandes cantidades de drogas como el fentanilo están siendo respondidos con más violencia. La guerra reacciona cuando se la toca.
Mientras tanto, el resto del país observa cómo la normalización de la barbarie avanza. El gobierno federal sigue hablando de gobernabilidad, como si bastara tener mayoría en el Congreso para ejercer autoridad en zonas donde ni siquiera los maestros pueden dar clases con regularidad.
Así, México se convierte en un laboratorio perverso: un país sin guerra que vive en guerra. Un Estado con poder, pero sin control; con leyes, pero sin ley. Y con civiles atrapados en el fuego cruzado de un conflicto que no se quiere reconocer, pero que sigue cobrando vidas todos los días.
¿Hasta cuándo se podrá sostener esta ficción?