martes, junio 17

La profecía de los acordeones se cumplió a sí misma con precisión de relojería: Proceso

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Los nombres prefigurados en el guion coinciden a plenitud con los resultados preliminares

Por Jesús López Segura

Según un reporte de la revista Proceso, no hubo sorpresas. Los nombres que aparecían en los “acordeones” entregados por los promotores del voto durante la elección judicial del pasado domingo son, punto por punto, los mismos que ahora encabezan los resultados preliminares para integrar la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Más que una elección, pareció una calca.

En esos instructivos impresos de “orientación” ciudadana —es decir, propaganda disfrazada— figuraba como primer lugar Hugo Aguilar Ortiz. Y efectivamente, con el 65% de las actas computadas por el INE hasta el lunes por la tarde, Aguilar se perfilaba como el próximo presidente de la SCJN, a partir del 1 de septiembre. Casualidades democráticas.

En el caso de las mujeres, el acordeón tampoco falló. Encabezaba la lista Lenia Batres Guadarrama —sí, la misma que juraron sería un lastre para la imagen institucional— seguida por Yasmín Esquivel Mossa, Sara Irene Herrerías, Loretta Ortiz y María Estela Ríos, exconsejera jurídica de López Obrador. El INE confirmó que las cinco candidatas lideran la votación, con ligeros ajustes en el orden de las últimas tres. Nada que no se haya previsto… o preimpreso.

Entre los varones, la simetría fue aún más precisa: tras Aguilar Ortiz, siguieron exactamente en el mismo orden Irving Espinosa Betanzo, Giovanni Azael Figueroa Mejía y Arístides Rodrigo Guerrero García. Un pleno de coincidencias que haría sonrojar a cualquier simulación electoral.

Democracia de baja intensidad… y baja participación

La presidenta Claudia Sheinbaum no tardó en declarar la jornada como un “éxito”. En un video difundido poco después de que el INE revelara los niveles de participación, celebró que casi 13 millones de mexicanas y mexicanos habían acudido a las urnas en un proceso, dijo, “transparente”. Lo que omitió fue el dato clave: más del 86% del electorado se abstuvo de participar

El objetivo no cumplido era ambicioso: movilizar al menos al 20% del padrón. La realidad fue más modesta. La participación osciló entre 12.57% y 13.32%, según las cifras oficiales. Aun así, desde Palacio Nacional se interpreta como mandato popular lo que, en otras latitudes democráticas, se llamaría desafección masiva o incluso boicot pasivo.

Pero con esa fracción del voto efectivo —movilizada con recursos públicos, presión territorial y la coreografía de los “promotores”— saldrán electos nada menos que 881 juzgadores federales, incluidos los 9 ministros de la SCJN, 386 jueces de Distrito y 464 magistrados federales. Es decir, quienes tendrán la última palabra en casos tan relevantes como la extradición de un capo, la suspensión de megaproyectos o la protección de derechos de las mujeres.

Además, se definirán los cinco integrantes del flamante Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ), órgano que sustituye al Consejo de la Judicatura Federal y cuya misión será investigar las faltas de los propios juzgadores. O, en el peor de los escenarios, garantizar que los nuevos equilibrios no se salgan del libreto.

En 19 entidades federativas también se eligieron jueces y magistrados locales. Ellos decidirán en el futuro sobre custodias infantiles, conflictos de propiedad o delitos sexuales. En teoría, una justicia más cercana al pueblo; en la práctica, una estructura judicial replicada a imagen y semejanza del poder en turno.

La “democratización” del Poder Judicial ha comenzado. Pero no con una ciudadanía deliberante, sino con una masa disciplinada, un guion preestablecido y una urna legitimadora. Con suerte, en los próximos sexenios, alguien recordará que la independencia judicial no se imprime en un acordeón.

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