martes, junio 17

Avanza el golpismo contra la autonomía universitaria. AL GRANO. Por Jesús López Segura

0
37

Sectores duros del morenismo mexiquense experimentan con la UAEMéx su farsa “democrática”

Al igual que el morenismo nacional hizo recientemente con el Poder Judicial, los operadores del morenismo radical en el Estado de México avanzan ahora contra la autonomía de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), disfrazando su embestida con una puesta en escena de falsa democracia. Buscan sustituir al Consejo Universitario —máxima autoridad de la institución, al menos por ahora en su facultad de designar al rector— por un mecanismo de voto universal que, en los hechos, como acabamos de presenciar, se convierte en la gran coreografía del acordeón.

Según confesó el presidente municipal de Toluca, Ricardo Moreno —operador callejero de Horacio Duarte— él mismo cuenta con videos y pruebas contundentes de la participación de grupos porriles en los ataques contra autoridades e instalaciones universitarias. Aseguró que pondría ese material a disposición de las autoridades competentes en cuanto se le requiriera. Pero no ha movido un dedo. ¿Por qué? Porque en realidad —en contubernio con exrectores y exgobernadores célebres por su implicación en la Estafa Maestra— su objetivo no era solo frenar a la candidata protegida del exrector, Eréndira Fierro, presunto origen de la discordia, sino avanzar aún más: apropiarse del presupuesto y las decisiones universitarias mediante el único método que conocen y dominan a la perfección: la farsa democrática. Esa que les permite perpetrar, sin sonrojo y “por amor al pueblo”, fraudes descarados para imponer a sus cuadros. Operativos como el del acordeón superan en picardía a las viejas triquiñuelas priistas de “embarazar” urnas, enloquecer ratones o repartir tamales.

El morenismo decente, el que intenta honrar, con coherencia, los principios fundamentales de su exitosísimo movimiento y encabeza en la entidad la maestra Delfina Gómez, comprende con claridad que la autonomía universitaria es pilar indispensable del desarrollo institucional. La UAEMéx, a pesar de las lamentables desviaciones de algunas autoridades profundamente corruptas, sigue siendo una de las mejores universidades del país.

Las faltas cometidas por exrectores que se apropiaban de vehículos oficiales —como reveló el ex contralor Victorino Barrios— o que participaron activamente en la Estafa Maestra, deben ser sancionadas con firmeza. Pero no deben usarse como pretexto para debilitar la autonomía. Bien entendida, ésta debe garantizar que sean los mejores maestros, y no masas de estudiantes manipuladas por políticos profesionales, ni trabajadores administrativos enfocados exclusivamente en sus legítimos intereses salariales, quienes dirijan las decisiones trascendentes en lo académico. Porque esa es la tarea sustantiva y más delicada de la universidad.

¿Queremos una universidad que forme a nuestros hijos con un nivel de excelencia? Entonces fortalezcamos al órgano de control interno para castigar sin miramientos las desviaciones administrativas. Pero no destruyamos la capacidad de la comunidad académica de fijar, con libertad y sin interferencias, los objetivos de su meta principal: la excelencia académica.

Escuchemos, por supuesto, las voces de estudiantes y trabajadores que denuncien irregularidades dentro y fuera del aula. Corrijamos de inmediato las desviaciones. Pero no confundamos sus legítimos reclamos con la capacidad para decidir sobre lo que compete, exclusivamente, al ámbito académico: los planes, los contenidos y la calidad educativa. Esa responsabilidad, junto con la de designar al rector o rectora, les corresponde a los docentes.

Si de lo que se trata, como en el caso de la elección judicial, es de satisfacer el deseo de venganza del líder mesiánico del morenismo —recluido hoy en Palenque— por su percepción, acertada, por cierto, de una implacable derechización de nuestras universidades durante la etapa neoliberal, entonces seamos claros: lo que se busca no es democratizar, sino controlar. Si lo que se pretende es imponer la “elección libre, secreta y universal” de toda la comunidad para definir decisiones estratégicas, lo que en realidad se hace es desplazar a las mentes más lúcidas de la institución. Y en una universidad, más que en cualquier otro espacio, debería imperar una sola fuerza: la inteligencia.

P.D. El mismo día de la publicación de esta columna, el alcalde toluqueño, Ricardo Moreno me hizo favor de enviarme el siguiente mensaje a mi cuenta de WhatsApp, lo cual agradezco:

Comments are closed.