Protestan en México por el “genocida bloqueo económico a Cuba”

Mientras tanto Trump, la botarga de un pacifismo simulado, sigue con sus rabietas por el Nobel
Mientras Donald Trump continúa rumiando su frustración por no haber recibido el Premio Nobel de la Paz —ese galardón que, según él, le fue “robado” por una conspiración global de envidiosos—, en la Ciudad de México decenas de delegados de 35 países se reunieron para denunciar el verdadero crimen que Washington perpetra desde hace más de seis décadas: el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
El noveno Encuentro Continental de Solidaridad con Cuba concluyó con un llamado enérgico al gobierno y al Congreso de Estados Unidos para poner fin a lo que calificaron, con precisión de relojería, como un bloqueo “genocida”. Mientras tanto, el autoproclamado pacifista Trump —que en su momento endureció las sanciones a la isla y se jactó de asfixiar su economía— sigue proclamando que el mundo debería agradecerle por su “visión de paz global”.
Durante cuatro días, 556 participantes reafirmaron que “Cuba no está sola”, exigieron que se retire al país de la infame lista estadounidense de “patrocinadores del terrorismo” y denunciaron la grotesca ironía de que Washington, que ha sembrado guerras y golpes de Estado por todo el planeta, se arrogue el derecho de decidir quién es terrorista y quién no.
El encuentro también condenó el linchamiento mediático contra las brigadas médicas cubanas, esos verdaderos embajadores de humanidad que, mientras Trump mandaba drones y sanciones, salvaban vidas en los rincones olvidados del mundo.
Los delegados cuestionaron además la exclusión de Cuba —otra puesta en escena de la diplomacia selectiva dictada desde Washington— y convocaron a una “cumbre alternativa” en Santo Domingo, donde sí tendrán voz los países que el imperio prefiere silenciar.
Los participantes también levantaron la voz por Palestina, víctima de otro genocidio tolerado —cuando no patrocinado— por las potencias que presumen moralidad selectiva. Y enviaron un mensaje de solidaridad al pueblo mexicano, golpeado recientemente por lluvias e inundaciones que dejaron decenas de muertos y desaparecidos.
Desde la tribuna, el embajador cubano Marcos Rodríguez Costa agradeció la calidez mexicana y recordó que México ha sido, una y otra vez, “el hogar de la solidaridad continental”, refugio de perseguidos y semillero de libertades.
La historia parece repetirse: mientras el mundo reclama justicia, Washington insiste en monopolizar la virtud. Trump, en su megalomanía, se imagina recibiendo el Nobel que se otorga a los artífices de la paz, cuando en realidad su legado es el de un mercader del bloqueo, la amenaza y el castigo colectivo.
Si de ironías se trata, quizá el Comité Noruego debería crear un nuevo reconocimiento, hecho a su medida: el Premio Nobel de la Hipocresía Internacional.