jueves, noviembre 20

Tecámac, nepotismo a la enésima potencia. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Mariela Gutiérrez, senadora que le besó la mano a AMLO como si fuera el Papa, hace de las suyas

En el reino de la 4T, donde el discurso anticorrupción se recita como mantra y se viola como semáforo, la senadora Mariela Gutiérrez Escalante ha logrado lo que pocos: convertir a Tecámac en un negocio familiar de tiempo completo, con presupuesto público incluido y clientela cautiva disfrazada de “promotoras del bienestar”.

Según el más reciente ensayo periodístico de Lourdes Mendoza, la legisladora morenista —esa que votó con mano firme contra el nepotismo— ha tejido una red que haría sonrojar al viejo PRI. Tesoreros sin mérito más allá de la servidumbre doméstica, primos a cargo del dinero, nueras “honorarias” en el DIF y sobrinas repartiendo favores políticos. Todo perfectamente alineado, como si el árbol genealógico hubiera sustituido al organigrama municipal.

Los nombres son tantos que la lista parece un padrón electoral de familia extendida. Olga Molina, hija de la cocinera, tesorera municipal. Jesús Olivares, primo, subtesorero. Marcos Hernández, primo también, operador del Odapas y de medio parque vehicular. Paola Suárez, sobrina, control político y nómina paralela de 1,300 “promotoras”. Hasta el equipo de futbol local, Los Bombarderos de Tecámac, lleva en sus finanzas la huella dactilar del clan: el consuegro como presidente, el hijo como tesorero y el municipio como patrocinador.

En resumen: Tecámac no tiene gobierno, tiene herencia.

Y lo más cínico es que la señora senadora se presenta como adalid de la “austeridad republicana”, mientras su familia factura más de 50 millones de pesos anuales por mantenimiento de áreas verdes y deportivas. Una transformación tan profunda que convirtió la 4T en 4F: Familia, Favoritismo, Facturación y Feudos.

Lo paradójico —y grotesco— es que esta historia de nepotismo descarado ocurre a la vista de todos, sin que nadie en Morena se atreva a levantar la voz. Tal vez porque la congruencia, en tiempos del obradorismo, se cotiza más cara que el agua potable en Tecámac.

Y mientras la senadora presume transparencia, la única energía limpia que genera su red es la del lavado político y financiero, mientras los parques eólicos del país se apagan y las promesas de regeneración se oxidan con la misma rapidez que las turbinas de La Ventosa.

En conclusión, Mariela Gutiérrez Escalante no solo administra un municipio: administra el nepotismo a la enésima potencia. Y en su feudo de aire republicano y esencia monárquica, la 4T se confirma como lo que ya todos sospechaban: un negocio familiar con discurso populista.

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