Su Reforma Educativa ya valió, le dicen en plena cara a Peña Nieto: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial
Neoliberal viejo no aprende nuevos trucos
Transferencia de poder “de ensueño”. Así califica Ciro Gómez Leyva la tersa transición protagonizada por un amistoso y hospitalario Enrique Peña Nieto, ante un presidente electo que responde, con amabilidad moderada, a las múltiples atenciones del mandatario saliente.
Todo parece marchar sobre ruedas, a punto de turrón. “¿Quién hubiera imaginado que estos dos hombres que hace unas cuantas semanas se atacaban a muerte ahora anduvieran tan amorosos?”, se pregunta Gómez Leyva con un dejo de amargura, como si quisiera que la confrontación dominara el escenario de la transferencia de poderes.
No cree Ciro en la civilidad democrática. No oculta su desaliento. Hasta parece que lamentara que sus múltiples advertencias sobre el inminente peligro que corre López Obrador por su rechazo a cuerpos profesionales de seguridad, como el EMP, no hayan desembocado en una tragedia, en un magnicidio, o al menos en un mal rato para el “terco futuro presidente”.
Inédita conferencia de prensa en palacio nacional, recinto histórico “tomado” por el equipo de quien se considera líder de la primera revolución pacífica del país, la cuarta “transformación nacional”. La fotografía muy bien podría evocar la de Villa y Zapata sentados en el Sanborns de los azulejos.
Los revolucionarios de López, al lado de los neoliberales derrotados en el campo de batalla de las urnas, reconociendo su derrota y teniendo que soportar a pie firme la ofensa de que se les espete en plena cara que su Reforma Educativa ya valió madres. Que la maestra Gordillo quedó en libertad y la Reforma se derrumbó.
Ciro se apresura a entrevistar a panistas distinguidos. Al ex Jefe Diego, por la mañana, animándolo a que dirija lo que queda de Acción Nacional. Está feliz por la liberación de Elba. Siempre la defendió. Acusó, hasta los límites de la cordura chayotera que se trataba de una infamia. También rinde su espacio “informativo” a Javier Coello Trejo, abogado defensor de Emilio Lozoya.
Está preocupado Gómez Leyva por el futuro de sus amigos y patrocinadores neoliberales. Se acomoda como el vocero de la nueva derecha mexicana, la que surgirá, como el ave Fénix de los desechos de los sectores conservadores del PRI, asociados con los restos del panismo calderonista y sus aliados traicioneros de una izquierda pedorrista (como decía el inolvidable Profesor Mosquito) prácticamente inexistente. Rumian su regreso.
Las administraciones priistas que sobreviven en el país se disponen a censurar a los medios que consideran apoyaron a López Obrador. Se ha desatado una cacería de brujas. Liquidan convenios de publicidad, arbitrariamente, desde julio pasado: “que te paguen tus amigos de Morena“, dicen molestos a medios que informaban con objetividad y se negaron a defender las mentiras de Aurelio Nuño, las difamaciones de Enrique Ochoa Reza. Piensan que de esa forma van a recuperar terreno. Distribuyen sus escasos recursos entre quienes los llevaron a su estrepitosa derrota. No aprenden.
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