jueves, noviembre 21

Osorio Chong, la mano que mece la cuna del amotinamiento de la Policía Federal. Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL

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No ayuda la pésima comunicación de Alfonso Durazo

Sugiere el Presidente López Obrador en su mañanera de hoy -y en un video publicado anoche-, que es desde los obscuros sótanos de Bucareli de donde surge la “mano negra” que está detrás de la revuelta policial que tiene en vilo al país, porque no es poca cosa que los policías federales se amotinen y amenacen -como sucedió esta mañana- con “demostrar la fuerza que tiene la Policía Federal si no se atienden sus demandas”.

Dice Salvador García Soto, en su columna Serpientes y Escaleras de El Universal, que el mensaje del Presidente no puede ser más claro ¡y tiene razón!: Miguel Ángel Osorio Chong fue el instrumento burocrático que durante 6 años administró el acuerdo entre el crimen organizado y la policía federal para mantener un estado de terror que permitiera el saqueo de la nación.

El ahora coordinador de la fracción priista sobreviviente en el Congreso de la Unión, no perdió su “respetabilidad” luego de haber fracasado estrepitosamente en los objetivos formales de su encargo como ministro del interior del peñismo, aunque cumplió con sobrada eficiencia las metas informales, inconfesables de su jefe, a saber, administrar un clima de terror y genocidio que mantuviera a la población aterrorizada e inmovilizada mientras la pandilla depredadora hacía de las suyas y perpetraba, sin obstáculos, el atraco más grande en la historia del país, más grande incluso que la rapiña colonial.

Dice Alejandro Hope en su columna “Plata o Plomo” de El Universal que se trata de la “Crónica de un conflicto anunciado” y dice bien. Explica que “era evidente que ubicar a policías en un cuerpo dominado por el Ejército iba a generar malestar”.

Y pone el dedo en la llaga. Sugiere que, en buena medida, el conflicto de la policía federal podría deberse -más allá de cualquier hipótesis de conspiración o “complot” neoliberal- a la mala comunicación que prevalece en el gobierno lopezobradorista, atenido a lo que logre hacer el Presidente en sus conferencias de prensa matutinas:

“En el conflicto hay un problema de formas [de comunicación]: nadie en posición de mando, ya sea en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) o en la propia PF, se tomó la molestia de explicar con claridad a los policías el proceso de transición a la GN, incluyendo las implicaciones en términos de adscripción, antigüedad, remuneraciones, prestaciones y rangos. Si la PF se volvió un hervidero de rumores, es por el fracaso rotundo de [Durazo] la SSPC para comunicar con claridad en el interior de la institución lo que se venía”.

Y en espera de lo que explique Alfonso Durazo por instrucción presidencial a las 11 de la mañana de hoy (no porque crea que lo que diga pudiera modificar estas hipótesis), me remito a señalar cuál es, en mi modesta opinión, el asunto que podría tener tan molestos a los líderes visibles de la mafia del poder (Carlos Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray) como para darle una instrucción de esa envergadura a su operador político del trabajo sucio, Miguel Ángel Osorio Chong, de sacar a las calles a sus gordinflones porros uniformados; el asunto que los tiene tan irritados es la cada vez más clara intención presidencial de poner en el banquillo de los acusados a don Enrique Peña por el asunto de Fertinal, en el que Emilio Lozoya parece estar más que dispuesto a embarrarlo a fondo para salvar el pellejo.

Ayer mismo, día en que explotó el conflicto con la policía federal, el abogado Javier Coello Trejo solicitaba por escrito la comparecencia de Peña como testigo en el caso de su cliente, Emilio Lozoya. Peña ya es juzgado en Estados Unidos y parece haber luz verde para que se le acuse aquí. La Policía Federal podría ser su último recurso para chantajear al Presidente López Obrador. Ya veremos.

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