“Ese charro y esa china nomás se están contemplando”

Beijing y Ciudad de México afinan estrategias para acercarse… ¿a los BRICS?
Por Jesús López Segura
En una jugada que parece desafiar abiertamente la retórica proteccionista de Donald Trump, México se perfila como el nuevo objeto de deseo del dragón chino. Lejos de alinearse con el discurso de contención comercial de Washington, representantes del gobierno mexicano han desplegado en Shenzhen su mejor sonrisa diplomática para seducir capitales asiáticos e invitarlos a establecerse a tiro de piedra del mercado estadounidense.
“Nuestra posición geográfica, talento calificado e infraestructura lo hacen un destino estratégico para manufactura de alto valor”, declaró Carlos Giménez, cónsul de Promoción Comercial de México en Guangzhou, durante el seminario Electronic Manufacturing in Mexico, Your Best Partner in North America. La frase no podría haber sido más clara ni elocuente: México quiere más China.

Centro de Innovación Tecnológica en Genzon en Shenzhen, China
La escena tuvo lugar en Nanshan, uno de los centros neurálgicos de la innovación tecnológica en China. Allí, empresarios chinos escucharon atentos cómo Giménez pintaba un México ideal para la relocalización industrial —el famoso nearshoring—, justo cuando Estados Unidos, en cada vez más clara y franca decadencia, intensifica sus presiones para evitar la triangulación de productos asiáticos por territorio mexicano.
Pero el mensaje mexicano no fue sólo técnico; tuvo carga política. César Fragozo, vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, hizo un llamado directo a convertir el acercamiento en hechos tangibles: “La relación México–China no puede quedarse en el discurso. Debe convertirse en acción concreta, basada en confianza, inversión y proyectos compartidos”. Un guiño que parece escrito para que lo lea Xi Jinping.
Del lado chino, el interés fue recíproco. Yan Haobo, director del Consejo Chino para la Promoción del Comercio Internacional (CCPIT) en Shenzhen, subrayó que México se ha ganado un lugar como socio estratégico para desarrollar “nuevos corredores industriales”. Nada más ni nada menos.
Mientras tanto, gobiernos locales como el de Nuevo Laredo también se suman al cortejo. Su secretaria de Desarrollo Económico, Lorena Cavazos, presentó la ciudad fronteriza como una puerta de entrada logística e industrial lista para recibir inversiones chinas con ambición global. Infraestructura, parques industriales, esquemas de inversión público-privada… el paquete completo.
¿Y Washington? Observa con recelo este romance emergente. Donald Trump, en plena campaña, ha amenazado con imponer nuevos aranceles para frenar la “invasión asiática” vía México. Pero todo indica que el gobierno mexicano no está dispuesto a ceder el paso sin antes explorar si la ruta al futuro no está más cerca de los BRICS que del T-MEC.
México, con un pie en América del Norte y otro en la geoestrategia global, parece dispuesto a jugar en varias canchas. Y mientras Trump grita “¡traición!”, en Shenzhen se afinan alianzas que podrían redibujar el mapa comercial del siglo XXI.
Y pa’no ser indiscreto, este redactor les pregunta, inspirado en Jorge Negrete: “¿Quiubo, quiubo, quiubo cuándo?”.