Altamira, Dos Bocas y las cadenas de producción del huachicol. AL GRANO. Por Jesús López Segura

En la lista de Marco Rubio destacan Adán Augusto López y Horacio Duarte: Raymundo Riva Palacio
En Tabasco, donde la 4T juró levantar el emblema de la soberanía nacional, la refinería Olmeca de Dos Bocas terminó convertida en un edén del huachicol. Una red encabezada por Elder Rodríguez Torres, alias La Hormiga, pagaba hasta 10 mil pesos a marinos para poder ordeñar combustible dentro de las instalaciones, según documentos de la Sedena filtrados por Guacamaya Leaks.
La revista Proceso detalla cómo La Hormiga no sólo operaba con su socio El Lanchero y una flotilla de capitanes, sino que aceitaba con fajos de billetes a marinos, soldados, guardias nacionales y hasta ministerios públicos de la FGR para garantizar impunidad total.
A la par, Raymundo Riva Palacio documenta que tras el decomiso de un barco-tanque en Altamira aparecieron en los informes entregados a Claudia Sheinbaum y a Omar García Harfuch los nombres de Adán Augusto, hoy senador y exsecretario de Gobernación, y de Horacio Duarte, exdirector de Aduanas y actual secretario de Gobierno en el Estado de México. Ambos figuran en los vasos comunicantes entre el huachicol y la corrupción aduanera que entrelazan a políticos, militares y operadores criminales.
Según el columnista:
“En la reunión que tuvo Marco Rubio con la presidenta en Palacio Nacional no mencionó los nombres, pero subrayó la incapacidad del expresidente López Obrador para combatir el huachicol —dijo que en su sexenio se profundizó el problema— y pidió que la judicialización alcanzara incluso a oficiales de la Marina. Para garantizar comunicación fluida, exigió que el enlace único con Estados Unidos fuera García Harfuch.”
“A partir de ese momento, la información comenzó a fluir: además de los sobrinos políticos del almirante Rafael Ojeda, los almirantes Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, entregaron fichas de Adán Augusto López y Horacio Duarte. Las indagatorias del CNI y de García Harfuch tras el aseguramiento hallaron incluso pistas que llevaban a dos hijos del expresidente: Andrés y Gonzalo López Beltrán”.
Riva Palacio subraya que Sheinbaum ya ha comenzado a tomar distancia de Adán Augusto, después de que salieron a la luz sus presuntos vínculos con Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad tabasqueño acusado de fundar La Barredora, brazo del CJNG en el estado. Aunque en la mañanera de hoy —a pregunta del paisano Vicente Serrano— la presidenta repitió que el senador ha manifestado públicamente su disposición a declarar “cuando y donde se le requiera”.
En paralelo, Duarte aparenta “nadar de muertito”, mientras su nombre sigue presente como parte de esa red en la que confluyen sobrinos políticos de Ojeda, los hermanos Farías Laguna y hasta los hijos de López Obrador. Que columnistas locales del Valle de Toluca escriban encendidas defensas del texcocano como “víctima” de la envidia por su prematura ambición de gobernar el Edomex, sólo confirma que está en la mira, y que sus defensores lo exhiben más de lo que lo protegen.
La conclusión de Riva Palacio es clara: las revelaciones diarias no sólo exhiben la magnitud de la corrupción durante el sexenio de López Obrador, sino también la arrogancia de sus operadores convencidos de que la impunidad sería eterna. La presión directa de Estados Unidos obliga a Sheinbaum a romper con esa herencia, aunque el costo político apenas empieza a calcularse.
Por si fuera poco, el escándalo coincide con un reacomodo militar en Tabasco. El general que destapó el escándalo de “La Barredora”, Miguel Ángel López Martínez, comandante de la 30 Zona Militar en Villahermosa, duró apenas siete meses en el cargo. Su pecado: declarar públicamente lo que todos sabían, que durante el gobierno de Adán Augusto López reinó la impunidad al grado de que a los cabecillas huachicoleros ni siquiera se les abrían carpetas. Y peor aún: revelar la existencia de una orden de aprehensión contra Bermúdez Requena.
El resultado es grotesco: mientras la Marina entierra a mandos caídos en “accidentes” que huelen a ajustes de cuentas y la Sedena esconde a sus propios corruptos, en Tabasco el huachicol florece al amparo del poder. Dos Bocas, más que una refinería de combustibles, se ha vuelto la gran refinería de complicidades.