Horacio Duarte promete, ahora, resolver el huachicol del agua. AL GRANO. Por Jesús López Segura

El problema es que, desde la dirección de Aduanas, prometió lo mismo con resultados desastrosos
En 2020, Horacio Duarte se comprometió con igual solemnidad a acabar con el huachicol… pero el de gasolina. Como director general de Aduanas en el gobierno de López Obrador, fue pieza clave en la “cruzada” contra el robo de combustibles. El resultado fue tan desastroso que el contrabando de gasolinas, diésel y mercancías diversas -incluidas drogas según diversos reportes- alcanzó niveles récord. Hoy, con el mismo aire de reformador impoluto, el exfuncionario de Aduanas reaparece como Secretario General de Gobierno para prometer que resolverá el huachicol del agua en el Estado de México.

Duarte Olivares anunció con toda seriedad que creará un padrón de pipas para “garantizar que el agua distribuida provenga de fuentes legales”. Lo hace después de que el llamado Operativo Caudal detectara pozos que operaban sin concesión, con extracción mayor a la autorizada y peor aún, a menudo sin potabilizar.
Duarte, con su característico olfato político, se dice convencido de que un registro de pipas bastará para frenar el comercio ilegal del agua.

El problema, por supuesto, no es la falta de padrones, sino la falta de autoridad y de honestidad en quienes deben aplicarlos. Y si algo probó Duarte en su paso por Aduanas, es su incapacidad para controlar una red infinitamente más visible, vigilada y regulada que la del agua. Si en los puertos y fronteras del país el contrabando fiscal floreció bajo su “supervisión”, ¿qué puede esperarse ahora que intenta fiscalizar pozos clandestinos y pipas sin placas en los municipios mexiquenses?
En entrevista, el funcionario minimizó las afectaciones por el operativo: “No hay desabasto, solo afectación al negocio de algunos cuantos”. Lo dice como si esos “algunos cuantos” no formaran parte del mismo ecosistema de corrupción que él, en su tiempo, fue incapaz de desmontar.

Duarte promete “orden y normalidad” en el abasto del agua, como si el caos no fuera precisamente el medio en el que prosperan las redes clientelares que su partido —y él mismo— han cultivado durante años. Su discurso suena a déjà vu: operativos espectaculares, frases de autoridad moral y resultados invisibles.
Al final, su propuesta de un “padrón de pipas” recuerda más a un expediente para justificar futuras irregularidades que a una solución real. Si en el combate al huachicol fiscal Duarte terminó normalizando el contrabando, en el del agua corre el riesgo de institucionalizar el saqueo.
De ser así, el “Operativo Caudal” pasará a la historia como la reedición hidráulica de la farsa aduanal: mucho ruido, mucha conferencia de prensa… y el mismo viejo negocio. Como de costumbre, la contundente y digna actuación de las Fiscalía mexiquense podría nuevamente pudrirse por la pésima actuación de políticos obradoristas proclives a abrazar y no castigar a delincuentes.





