El Congreso de Guerrero debe revisar por qué se homenajea a Rubén Figueroa: Sheinbaum

Y el Fiscal Gertz debería investigar el apoyo incondicional de AMLO a Félix Salado Macedonio
Por Jesús López Segura
En Guerrero, donde la memoria histórica suele escribirse con sangre y borrarse con aplausos, el gobierno morenista de Evelyn Salgado decidió homenajear a Rubén Figueroa Figueroa, el carnicero del pueblo guerrerense, responsable de asesinatos, violaciones y desapariciones forzadas durante la Guerra Sucia. El mismo que tiraba campesinos al mar desde helicópteros en los “vuelos de la muerte” y al que hoy, en plena 4T, le montan ceremonias escolares con flores y discursos.
Claudia Sheinbaum, aparentemente incómoda ante el escándalo, pidió al Congreso estatal “revisar” por qué un represor figura aún en el calendario cívico. Pero su tibieza deja claro que el verdadero examen debería aplicarse al propio partido, incapaz de deslindarse del viejo priismo al que juró combatir. Y ya entrados en auditorías morales, quizás el fiscal Gertz Manero debería investigar el apoyo incondicional que López Obrador brindó a Félix Salgado Macedonio, “El Toro sin Cerca“, padre de la actual gobernadora, acusado de violación y protegido con la misma devoción con que hoy se honra a un asesino.
El homenaje al “Tigre de Huitzuco” fue presidido por funcionarios de Morena y contó con la presencia de su hijo, Rubén Figueroa Alcocer, también exgobernador y protagonista de las masacres de Aguas Blancas y El Charco. Es decir, una dinastía de verdugos rehabilitada por la autollamada Cuarta Transformación.
Las víctimas no tardaron en reaccionar. Octaviano Gervasio, del colectivo de Desaparecidos de la Guerra Sucia, calificó el acto como “una burla”, mientras Micaela Cabañas —hija de Lucio— recordó el infierno vivido por su madre, torturada y violada por el propio Figueroa Figueroa en el Campo Militar Número Uno.
Que Sheinbaum “pregunte” por qué se homenajea a un criminal solo confirma que el poder ya no se escandaliza: se lava las manos. Y que, bajo la bandera de la 4T, la impunidad sigue siendo la tradición más firme del Estado mexicano.





