miércoles, noviembre 19

Diputada Cayetana Álvarez interpela a Sheinbaum. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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Que pida perdón a los mexicanos por abrazar a los narcos y por el asesinato de Carlos Manzo

La diputada española Cayetana Álvarez de Toledo voltea la mirada hacia México y exige a la presidenta que se disculpe, no por la Conquista, sino por abrazar a los narcos.

La Jornada, tan proclive últimamente a chapotear en las aguas del oficialismo salvaje, tituló su nota destacando que el Partido Popular (PP) cree que México “debe agradecer a España por la Conquista”. Pero el verdadero eje de la noticia no es ese gastado revisionismo histórico con el que la derecha española suele justificar sus glorias imperiales, sino el misil político que Cayetana Álvarez de Toledo lanzó directamente contra Claudia Sheinbaum desde la tribuna del Congreso de los Diputados: que pida perdón —no por Cortés ni por Moctezuma— sino por su política de abrazos a los narcos y por la muerte del alcalde michoacano Carlos Manzo, asesinado el primero de noviembre.

El discurso de Álvarez de Toledo fue todo menos tibio. La diputada, estrechamente vinculada al ex presidente Felipe Calderón —quien goza de exilio dorado en Madrid—, aprovechó el debate sobre las relaciones México-España para reclamar que Sheinbaum pida perdón a los mexicanos y a la viuda de Manzo”. Y lo hizo con la convicción de quien no teme mezclar la historia con la sangre reciente, acusando a la mandataria de blanquear la violencia con su estrategia de “abrazos, no balazos”.

Mientras La Jornada se entretuvo relatando la retórica del PP sobre los “hospitales en la selva” y las “universidades en el páramo” —esa cantaleta de nostalgia colonial que ya nadie se toma en serio—, pasó de puntillas sobre lo realmente noticioso: que una diputada de peso en el Congreso español responsabiliza directamente a la presidenta mexicana de una política que, a su juicio, favorece a los criminales.

El intercambio con el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, fue apenas un telón de fondo. Encendida, Cayetana exigía coherencia: “¿Pedirá usted perdón por los crímenes del comunismo?”, mientras él respondía que el perdón “es símbolo de fortaleza y reparación”. Pero la diputada, fiel a su cruzada moral, cerró con un golpe de efecto: “La responsabilidad es individual, no colectiva. La tiene Sheinbaum por su política de abrazos a los narcos. Que pida ella perdón”.

No era un debate sobre la Conquista, sino sobre el presente. Y en ese presente, el nombre de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, se convirtió —aunque los medios mexicanos apenas lo mencionen— en símbolo del fracaso de la narrativa oficial de “pacificación”.

El Partido Popular, desde su fundación FAES —dirigida por José María Aznar—, aprovechó el momento para ridiculizar los gestos conciliadores del gobierno español hacia México. En un informe, calificó de “posición genuflexa” el reconocimiento de las “injusticias” coloniales y subrayó la paradoja de un gobierno que pide perdón por Cortés, pero guarda silencio ante las complicidades con criminales contemporáneos.

Entre los ecos de ese debate, la pregunta que La Jornada prefirió diluir entre oropeles coloniales sigue flotando: ¿Quién debe pedir perdón: España por la Conquista o Sheinbaum por sus abrazos a los cárteles?

Porque si algo dejó claro Cayetana Álvarez de Toledo en su incendiaria intervención es que, para ella, la “culpa histórica” pesa menos que la impunidad actual, y que los muertos de hoy —como Carlos Manzo— son la herida que ningún perdón puede cubrir.

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