“Ladrones de Bicicletas”. Asesinan en Edomex a vicepresidente de Televisa y director de Izzi: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial
Le querían robar su costosa bicicleta, pero fueron sus propios escoltas los que terminaron matándolo
https://youtu.be/kodM8aU5HZ0
No hay casquillos de bala de los dos presuntos asaltantes que interrumpieron el ejercicio en bicicleta del alto ejecutivo de Televisa -y de su cuidadosamente encubierto compañero anónimo- por los caminos del Estado de México. Sólo encontró la fiscalía mexiquense indicios de disparos de arma realizados por los guaruras del vicepresidente de Televisa y director general de Izzi, Adolfo Lagos Espinosa. Nada que indique que los presuntos asaltantes abrieran fuego. Ningún rastro de sangre a pesar de que los custodios dicen haber herido a uno de los “ladrones de bicicletas” (Vittorio de Sica dixit).
Pero el espejo de la camioneta presenta dos agujeros de bala, replica un indignado Carlos Loret, quien interroga en Despierta al fiscal general del Edomex, Alejandro Gómez, como lo haría un ministerio público mexiquense con un presunto delincuente cualquiera. Le da públicamente una sopa de su propio chocolate. “Los disparos sobre el espejo lateral de la camioneta también provinieron de uno de los escoltas”, responde el indiciado televisivo que, bajita la mano, entierra cualquier hipótesis de un asalto y perfila con su locuacidad -en la frontera de la ley- una duda razonable sobre los verdaderos móviles del asesinato “imprudencial”.
Así que un millonario ejecutivo de Televisa muere a manos de sus propios guardias de seguridad y todo por impedir que le roben su bicicleta. Justicia poética dirían quienes piensan que la inmensa mayoría de la población -que no tiene bicicletas de 200 mil pesos, ni autos o mansiones de lujo, ni yates-, soporta inerme los embates del crimen organizado mientras los poderosos quedan al margen de esa matanza cotidiana por andar protegidos con guaruras. El mito se rompe: tus propios guardias te pueden asesinar ¿imprudencialmente?
Quienes piensan que Televisa ha contribuido de manera discreta al incremento de la criminalidad en este país, por disimular y encubrir la verdadera dimensión de la masacre que padece el pueblo de México desde hace casi doce años, se esfuerzan en reprimir un sentimiento contradictorio de satisfacción ante la absurda muerte del respetabilísimo Sr. Lagos. Muchos piensan que será hasta que empiecen a caer los poderosos que andan con sus camionetas blindadas y sus escoltas, cuando el Estado mexicano se dejará de cuentos y empezará a instrumentar medidas efectivas para contener la masacre. Medidas tendientes a abatir la monstruosa impunidad imperante y a poner un alto a la complicidad cada vez más descarada de autoridades con grupos delictivos.
Este fue un “Buen Fin” para los comerciantes que año con año se apropian del aguinaldo de los trabajadores con la complicidad de un gobierno alcahuete. Un gobierno que con su impúdica promoción de esta orgía del consumismo a lo gringo, parece invitar a los criminales a servirse con la cuchara grande. Este fin de semana fue uno de los más sangrientos en la historia del país. “México no experimentaba este nivel de violencia e inseguridad… quizá desde que se llevaba a cabo la Revolución Mexicana que apenas conmemoramos”, especula Carlos Loret en las páginas de El Universal.
Pero el presidente Peña sigue sin ruborizarse. Combate la tragedia que padece su pueblo con propaganda comercial sobre lo bueno que también cuenta y se obsesiona en su defensa abstracta de instituciones víctimas, según él, del bullying de una sociedad agraviada.
No parece que vaya a entender la dimensión de sus criminales errores antes de dejar el poder. Le espera a Don Enrique Peña una cruda moral espantosa, si no es que una bien fundamentada persecución judicial. Ya veremos, dijo un ciego.
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