“La República amorosa” de López Obrador: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial
Amnistiar criminales o legalizar las drogas
https://youtu.be/OSL0pPvF7us
Hay varios tipos de criminales. Los de cuello blanco, capaces de arruinar a miles de familias con una simple operación financiera, por ejemplo, o los que acumulan decenas o centenares de asesinatos en su macabra cuenta personal. Pero la sociedad define como criminales también a los de otro tipo, jóvenes que trafican marihuana o campesinos que la siembran porque carecen de otra forma de subsistencia en un Estado neoliberal, dominado por tecnócratas insensibles socialmente.
Los primeros, los millonarios sicarios multihomicidas y los criminales de cuello blanco, cuyo único objetivo en la vida es enriquecerse a costa del sufrimiento de los demás, gozan casi siempre de absoluta impunidad. Y cuando llegan a ser atrapados, a pesar de contar con marrulleros abogados y dinero suficiente para sobornar a uno de los aparatos judiciales más corruptos del mundo, generalmente sus organizaciones criminales los sustituyen rápida y eficazmente para seguir lastimando a la sociedad. Ése es el crimen organizado y cuenta con el apoyo más o menos descarado de muchos burócratas corruptos.
Siempre pensé que Andrés Manuel López Obrador se refería a este tipo específico de criminales como “la mafia del poder” porque se da la circunstancia en México que están asociados no solamente con la burocracia policial y castrense, que debería perseguirlos y encarcelarlos, sino también con la política, lo que les permite, precisamente, operar con absoluta impunidad.
El segundo tipo de “criminales“, los jóvenes y campesinos muertos de hambre que son usados como carne de cañón por el crimen organizado, generalmente son los que nutren las prisiones, hechas para los pobres y no precisamente para “reinsertarlos” en la sociedad, como se aduce retóricamente, sino para enseñarles a delinquir en gran escala y capacitarlos para ocupar puestos de mayor jerarquía en las estructuras criminales organizadas. En este sentido los penales mexicanos son auténticas universidades del crimen, donde operadores como El Tatos, extorsionan a los presos, con la evidente complicidad de autoridades y no sólo las carcelarias, que se enriquecen al mismo tiempo que destruyen la voluntad de presos que desean salir adelante.
AMLO está convencido de que es perdonando a los criminales, incluidos los del primer tipo, como se va a resolver el problema de la violencia en México. Y no fue un lapsus declarativo, ahora queda claro, lo que lo metió en este embrollo. Insiste en su planteamiento y hasta se confronta con los jefes militares a quienes acusa de haber recibido órdenes de echarse contra él. Incluso los ofende insinuando que actúan por venganza al motivarse, dice, en la estrategia del ojo por ojo y diente por diente.
No coincido con López Obrador. Chimuelo o no, creo que se debe amnistiar sólo al segundo tipo de “criminales”, porque ellos también han sido víctimas de los capos del crimen organizado, dentro y fuera del gobierno. Dentro y fuera de las prisiones. No creo que el amor vaya a curar jamás a multihomicidas y ladrones a gran escala, a sádicos feroces como El Tatos, cuya principal motivación es dar rienda suelta a su perversidad y a sus ansias de acumular fortunas a costa del sufrimiento indecible de otros.
Se puede rehabilitar a un campesino inocente que sembró marihuana por ignorancia y hambre, o a un joven que disfruta fumarla y hace extensivo ese placer a otros, sea rolándola o vendiéndola. Por lo demás, es una tendencia irreversible en los países civilizados legalizar esa droga que no solamente es razonablemente inocua, sino hasta medicinal en múltiples sentidos. Quizá si hubiera planteado una consulta para la legalización no habría encontrado tanto rechazo.
Creo que el Señor López Obrador anda con la brújula perdida. Para llevar varios lustros en campaña ya debería tener perfectamente claros sus conceptos y bien definidas sus estrategias. Ya está bastante madurito como para andar consultando a la sociedad para validar sus polémicas ocurrencias. De cualquier modo siempre termina haciendo lo que él cree que es lo mejor. Pregúntenle a Ricardo Monreal si tienen dudas.
¿Consultar a la sociedad sobre una amnistía para criminales para alcanzar el propósito mayor de pacificar el país?
Ahora entiendo cómo fue posible que López Obrador haya sido tan tolerante en la elección del Estado de México con personajes corruptos como Higinio Martínez. En su fuero interno debe haberlo amnistiado para lograr el propósito mayor de impulsar a Delfina Gómez.
La amnistía es viable cuando quienes alteran la paz son revolucionarios armados que tratan de cambiar un régimen autoritario e injusto. Tal fue el caso en El Salvador y Colombia. Tal ha sido también el caso aquí, en México, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, con el Subcomandante Marcos quien ahora, como Galeano, presenta nada menos que una candidata presidencial. El levantamiento armado tenía por objetivo, bien o mal planteado o ejecutado, el de cambiar un régimen injusto en beneficio de las huestes oprimidas de la sociedad, en este último caso, de las comunidades indígenas. El indulto en casos así está totalmente justificado.
Pero la amnistía para criminales cuya única motivación es enriquecerse, causando ruina y desolación a los demás por apetitos personales, o de plano que dan rienda suelta a sus aberraciones mentales para torturar, violar y descuartizar sólo por impulso incontrolado, resulta tan aberrante, que me parece increíble que un político experimentado que aspira a gobernar un país complejo como México, se atreva a plantearlo. Y no fue un lapsus, insisto, producto del cansancio, la edad, o lo que usted quiera. Es al parecer una convicción inamovible que se plantea incluso a riesgo de perder innumerables simpatías de familiares de los cientos de miles de víctimas.
Y quizá lo peor de todo es que no escucha. Dice Andrés Manuel -a quien siempre he tratado con el respeto que me merece cualquier luchador social auténtico-, que quiere consultar al pueblo sobre el tema, pero se cierra por completo al clamor de una crítica masiva proveniente incluso de mucha gente que simpatizaba con él. ¿Así piensa Gobernar?
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