viernes, julio 26

La prensa neoliberal al ataque: Por Jesús López Segura / La Versión No Oficial

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La edición de Loret del video de AMLO, una infamia

Hay una evidente mala leche en la interpretación de “lo que AMLO quiso decir” cuando atiende a periodistas que lo abordan, a diario, con la espada desenvainada, como obedeciendo a un guión único, dictado desde las más diversas redacciones, de derecha o izquierda pero, a todas luces, con un objetivo común.

No pudo ser más claro que Rosario Robles es una “chiva expiatoria“, pero no porque sea inocente -eso lo determinarían las autoridades judiciales, no Yo, explica AMLO– sino porque la corrupción en la que evidentemente ha participado en forma tan destacada que podríamos decir hasta cínica, ¡proviene de más arriba! Está arropada por el sistema, cuyos Jefes de Jefes nunca son cuestionados por los medios de comunicación neoliberales.

¿Por qué no le preguntan a Peña sobre la escandalosa corrupción de su protegida? ¿Por qué a López Obrador que ni siquiera ha entrado en funciones, encima de que como Jefe del Ejecutivo no le correspondería abordar el tema?

¿Por qué no están encima, todos los días, del procurador Alberto Elías Beltrán sobre ese tema y sobre Odebrecht y tantos otros en los que el gobierno actual se ha hecho de la vista gorda?

Como nunca en la historia del país, la prensa hegemónica mexicana está presta a cuestionar a un presidente electo con inédita diligencia, con una prontitud que contrasta con su actitud sumisa y complaciente frente el presidente actual, único responsable de mantener a la señora Robles en diversas posiciones burocráticas del más alto nivel, desde donde presumiblemente ha podido robar en grande.

Nadie se acuerda del “no te preocupes Rosario“. Los y las periodistas que abordan a López Obrador han sido incapaces de cuestionar con la misma ferocidad a Peña Nieto cuando en alguna rara ocasión se les ha presentado la oportunidad -dicho esto con la salvedad de las honrosas excepciones de siempre-. Simplemente los correrían de su medio, les cerrarían el espacio. Se convertirían en parias de la comunicación, como Carmen Aristegui o Brozo.

Los medios neoliberales alegan que hay gran libertad de expresión en el país, por estupideces como las parodias de Televisa o los Qué Importa de Imagen tv. Alegan que en redes sociales se ataca con brutalidad a los políticos y periodistas neoliberales. Que no pueden salir Peña o su primo Del Mazo, por ejemplo, en un video en YouTube sin que les lluevan mentadas de madre. Sí, pero esto ocurre porque no han podido, hasta el momento, arrebatar el control de las redes sociales a la masa, por mucho que lo hayan intentado.

No es lo mismo que Carlos Loret de Mola, o uno de sus asistentes de edición -no sabremos hasta que se efectúe una investigación al respecto- editen de manera extremadamente maliciosa un video con la imagen de López Obrador asintiendo que una pobre señora -desesperada por la desaparición de su hijo- se hinque ante él, que las mentadas en las redes sociales como catarsis de personas que, sin ser profesionales de la comunicación -como Loret– se comunican entre sí para descargar su inmensa frustración ante la desgracia en la que los gobiernos neoliberales les han obligado a vivir, o en el caso de muchos de sus familiares, amigos y vecinos, a morir.

La bancarrota a la que se refiere López Obrador es la del sistema neoliberal, implantado como una dictadura en México durante las últimas 3 décadas y sostenido, como todas las dictaduras, a sangre y fuego. Los fraudes electorales, desde el del 88 contra C. Cárdenas, el asesinato de Colosio y la posterior alternancia simulada del prianismo no son sino medidas de fuerza impuestas por los dictadores neoliberales que impidieron, mediante sus crímenes, el arribo al poder de una alternancia real protagonizada por los fundadores del Frente Democrático Nacional, primero, y por López Obrador hasta en 3 oportunidades, después.

La prensa neoliberal ha gozado de concesiones televisivas y radiofónicas, así como de multimillonarios subsidios públicos con el único objetivo de colaborar con la estabilidad de esa dictadura imperfecta. Sólo con el advenimiento de las redes sociales fue posible romper con el cerco informativo impuesto por los usurpadores y sus socios empresariales que contribuyeron también con fondos ilimitados de publicidad para sostener la farsa de “la lucha contra las drogas” y otras monumentales mentiras.

¿En qué país del mundo una televisora concesionada por el Estado se atrevería a publicar la infame edición de un presidente electo asintiendo, cuando en realidad negó que deseara ver a la pobre víctima hincada ante él rogándole auxilio para localizar a su hijo desaparecido? Loret hace ver a López Obrador, con esa simple edición maligna de unos segundos de video, como un canalla desalmado.

Pero los miembros del equipo de López Obrador siguen acudiendo a entrevistas y mesas de debate con quien de esa forma ensucia la imagen de su jefe. Siguen actuando como si todavía estuvieran en campaña y necesitaran de la prensa neoliberal para triunfar, mientras a las “benditas redes sociales” nos siguen ignorando olímpicamente.

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