martes, diciembre 3

Renuncia Vicente Serrano a la Octava porque querían imponerle línea. Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL

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El director editorial, Julio Hernández López, cantinflea sobre el delicado asunto

Al renunciar ayer a La Octava, dejando en claro que no estaba dispuesto a que le impusieran una línea editorial, pero sin desatar una confrontación abierta con los dueños de la emisora, de quienes se despide amistosamente, Vicente Serrano, el famoso conductor que, sin pelos en la lengua, desafía cotidianamente “a los chayoteros que no van a morder la mano de quienes les dan de tragar”, deja una papa caliente al director editorial, el no menos famoso Julio Hernández López, “Astillero“, quien cantinflea lastimosamente para tratar de justificarse en sus charlas astilladas que transmite por Youtube desde su casa por las noches.

Transcripción de la renuncia verbal de Vicente Serano a su programa “Éntrale sin Miedo” en La Octava:

“Si me permite para cerrar esta transmisión, quiero decirle que éste es el último programa que conduce este servidor en La Octava. Por solidaridad y porque no vamos nunca a recibir línea de nadie y porque siempre estamos comprometidos con la verdad y porque nunca permitiré que se me impongan los temas que debo de abordar, ni el tono con el que tenga que analizar las cosas.

Hasta aquí ha llegado ¡Éntrale sin miedo!, por su apoyo, por su confianza gracias. Y de mi parte solamente me queda decirles que siempre, no importa el dinero, no importan las cosas, lo más importante es su apoyo. Siempre, siempre estoy aquí para hablar como los chayoteros no se atreven, no les interesa o no les conviene porque no van a morder la mano que les da de tragar. Por mis compañeros, por aquellos que han dado su vida por hablar con la verdad, no nos van a callar. Con mucho respeto para quienes nos han apoyado en este espacio, gracias. Nos vemos en donde siempre: en las redes sociales, en Sin Censura.

Con mucho cariño, gracias por aguantarnos estos meses. Gracias por la oportunidad a la familia Aguirre, a la familia de La Octava y a la familia de Radio Centro. Pero por convicción hasta aquí la dejamos, como amigos. Vale más, vale más que aquí la dejemos y espero que acepten la renuncia a través de este medio, porque no hay nada más importante que la dignidad. Y porque no hay nada más importante que hablar con la verdad.

Y porque me puedo jactar que los Joaquinitos y los López Dóriga y los Ciros Gómez Leyva nos la persignan, porque no pueden tener la dignidad y el valor para hablar como yo hablo hoy, a través de este espacio que agradezco se me ha conferido hasta el día de hoy. Con el nudo en la garganta y a pesar de las amenazas de muerte les digo: gracias por aguantarnos, gracias por apoyarnos, pero sobre la dignidad de este servidor y la de mi equipo, nada. Buenas noches”.

Julio Hernández López, un gran analista de La Jornada y de diarios en su natal San Luis Potosí, ha tenido siempre una suerte de obsesión por salir a cuadro, a tal grado que tuvo que aguantar las groserías y desaires de Ciro Gómez Leyva, por ejemplo, dándole legitimidad en sus primeras emisiones de Imagen TV, con tal de mantenerse en lo que él considera un espacio importante para los periodistas críticos, como si su privilegiado espacio de La Jornada no lo fuera.

En ese afán de mantener esos espacios, don Julio Hernández ha sido capaz ahora de dar la espalda a su compañero en esta aventura veleidosa de La Octava, en la que el propio Astillero ya ha sido una víctima a la que -contra su voluntad expresada públicamente- se le canceló su participación en “La Octava Luna” y luego de unos días de incertidumbre, se le ratificó como “director editorial” cargo tipo “florero” porque las decisiones empresariales se pasan por el arco del triunfo a las decisiones editoriales, como ocurre en prácticamente todas las televisoras del país.

Veremos si durante el fin de semana reflexiona don Julio -parece haber dejado la puerta abierta en ese sentido, en medio de su perorata autojustificatoria- y los otros periodistas que han ayudado en forma excepcionalmente rápida al posicionamiento mediático de este joven canal televisivo y radiofónico, a poner en su sitio a empresarios que, ahora puede verse con claridad, los han usado y están dispuestos a desecharlos sin empacho alguno.

La Octava ha crecido batiendo récords de audiencia en muy poco tiempo gracias al talento de Vicente Serrano, del propio Julio Hernández, de Ricardo Raphael y los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela. Si los dueños de esa emisora son incapaces de ver con claridad ese hecho indiscutible, no merecen el éxito empresarial que se les pone enfrente.

Toca a la dignidad de esos periodistas que se respete la independencia y el estilo que caracteriza a cada uno de ellos y por lo que, precisamente, fueron invitados originalmente a participar en ese proyecto que, sin ellos, no podrá sobrevivir.

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