viernes, julio 26

¿”Las violentas”, enviadas por El Yunque? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

0
1061

Las mujeres están hartas de que se les considere meras incubadoras al servicio de los caprichos reproductivos del macho

A don Andrés Manuel López Obrador le preocupa mucho desgastar la investidura presidencial en un debate tan controvertido como el del aborto y, por lo tanto, había preferido, hasta hoy, mantenerse al margen. Al menos eso es lo que dijo la penúltima vez que lo abordaron sobre el tema. La última fue hoy y resultó desafortunada.

A pregunta expresa sobre si se castigará a las provocadoras, “a las feministas violentas que agredieron a mujeres policías y a transeúntes que ni la debían ni la temían”, el mandatario se enganchó y se soltó de su ronco pecho, develando una postura francamente conservadora respecto del feminismo en general y el aborto en particular. Es lo malo de exponerlo a diario a lidiar con el público y la prensa, por mucho que esté controlada y sea tan mediocre como la que -con algunas excepciones- acude a las Mañaneras.

López Obrador tachó de “conservador” al movimiento de las mujeres para que se respete su soberanía corporal, es decir, para que no se les criminalice por abortar, quizá la demanda más elemental de una lucha contra el patriarcado opresor que discrimina en prácticamente todos los ámbitos de su existencia, desde que nace, al género femenino, mayoritario por cierto.

Don Andrés tiene una gran experiencia en marchas y plantones. Se jacta, y con razón, de haber acudido a ese tipo de lucha, siempre pacífica, “como las de Gandi, Mandela y Martin Luther King”, en innumerables ocasiones a lo largo de la gesta por alcanzar la Presidencia de la República. Sorprende, pues, que se deje engatusar en un discurso de condena contra el feminismo cuando hasta un jovencito de secundaria puede detectar que, a todas luces, las violentas no eran la mayoría, sino una evidente minoría de incrustadas como provocadoras profesionales, o de frustradas por tanto desprecio y marginación social.

Sorprende y decepciona. Cuando se difundió profusamente que Félix Salgado Macedonio era un violador profesional, con testimonios incluso del ex procurador de Guerrero, entrevistado en televisión por Carlos Marín, entre otros, declarando que había pruebas contundentes de sus fechorías, pero que el Gobernador Astudillo le ordenó darle carpetazo al asunto, don Andrés detectó de inmediato que “se trataba de un linchamiento mediático típico de los procesos electorales”.

Sorprende que a López Obrador le parezca bien, ahora, que el gobierno de la Ciudad de México despliegue mujeres policías con la orden absurda de no actuar, exponiéndolas a golpizas con martillos y toda suerte de vejaciones, para que los medios -a los que no se cansa de criticar- se den vuelo exhibiendo al movimiento feminista -mayoritariamente pacífico- como violento e irracional.

Para cualquiera versado en el tema de la lucha callejera -y mucho más un experto como don Andrés– debería resultar demasiado obvio que se trata de provocadoras empeñadas en desatar su ira contenida, sin importarles desacreditar la marcha, o enviadas por las más abyectas y reaccionarias facciones de la derecha, como El Yunque, mujeres que de tanto haber sido vejadas, han desarrollado un odio irreparable contra la opresión de sus verdugos.

Las heroicas damas policías deberían haber actuado ¡que para eso están! Desde luego que tendrían que haberlo hecho con precisión de cirujanas, para aislar cuidadosamente a las violentas, con el acuerdo previo de las organizadoras de la marcha para apartarse y dejar en claro quién era quién en cada paso.

Las provocadoras deberían ser interrogadas para esclarecer si su odio evidente es artificialmente instigado por patrocinadores interesados en desacreditar al feminismo, o al obradorismo, deslindando cuidadosamente el objetivo, o si se trata de mujeres exacerbadas que deberían ser atendidas por especialistas para ayudarlas a superar sus traumas y ofrecerles alternativas de desarrollo personal. De ningún modo criminalizarlas, a menos que se trate de provocadoras profesionales a sueldo de grupos fascistoides de la derecha o de una izquierda extrema e irracional.

Es una verdadera pena que el gobierno progresista, felizmente emergido por el hartazgo nacional de tres décadas de neoliberalismo salvaje, depredador, haya sido rebasado por la izquierda nada menos que por la tradicionalmente conservadora Suprema Corte en un tema tan crucial como el del aborto. Mientras que gobiernos como el Argentino y Congresos como los de Hidalgo, Veracruz, Oaxaca y la Ciudad de México van a la vanguardia en esta agenda irrenunciable de la visión más clara de la vida. Sí, de la vida de miles de mujeres sacrificadas en abortos clandestinos insalubres.

Es doloroso que un hombre bien intencionado como don Andrés coincida en el discurso con los representantes de la visión más reaccionaria en un tema que solo es controvertido porque los agentes medievales de la Iglesia Católica imponen la visión misógina que privilegia la vida de un conjunto de células por encima de la de mujeres a las que se pretende rebajar a la condición de incubadoras al servicio de los caprichos reproductivos del macho.

¡Qué tristeza!

Leave a reply