viernes, julio 26

Cuba, patrimonio de la humanidad. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Reivindica el presidente López Obrador, en los hechos, la honrosa política exterior mexicana mancillada por los panistas

Si hay algo rescatable de la “dictadura perfecta” que el PRI instauró en el país durante 7 décadas, sin duda es su respetadísima política exterior, basada en los principios tradicionales de la Doctrina Estrada, solo abandonada y mancillada por los gobiernos del panismo, entre los años 2000 y 2012. pero ahora rescatada en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

No intervención, derecho de autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias, son los conceptos básicos que el mandatario mexicano actual y su canciller tratan de reivindicar luego de la traición de los gobiernos panistas. El de Calderón, concretamente, que habiendo sido instaurado mediante un fraude electoral, ha tenido el cinismo de autoproclamarse como “vigilante de la democracia y los derechos humanos” en otras naciones.

La doctrina Estrada la promulgó el secretario de relaciones exteriores (Genaro Estrada) el 27 de septiembre de 1930, en el aniversario de la consumación de la Independencia de México. Fue ideada como respuesta de México hacia la negativa de las naciones extranjeras, principalmente Estados Unidos, a reconocer a los gobiernos postrevolucionarios mexicanos.

El ejemplo más notable de esa doctrina fue cuando el gobierno de México rechazó la expulsión de Cuba del seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), porque los Estados Unidos rechazaban el nuevo gobierno revolucionario de corte comunista de Fidel Castro que se instalaba en la isla.

Su uso más extendido se dio en la década de 1970, cuando México no otorgó reconocimiento a los gobiernos sudamericanos que sufrieron golpes de Estado. México únicamente se limitó a mantener o retirar sus misiones diplomáticas.

La mayor muestra de servilismo de Vicente Fox frente a la potencia estadunidense se plasmó en letras de oropel cuando le dijo a Castro “comes y te vas” para no irritar al presidente norteamericano, George Bush, en abril del año 2002, a punto de celebrarse la Cumbre Extraordinaria de Las Américas en la ciudad de Monterrey, hecho vergonzoso que pasaría a ser uno de los incidentes más desagradables en la historia de la diplomacia mexicana.

“La doctrina Estrada se violentó también con el golpe de Estado de Honduras contra Manuel Zelaya del 28 de junio de 2009, cuando el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa apoyó abiertamente al gobierno destituido, desconociendo el gobierno de facto de Roberto Micheletti emanado por la fuerza, hecho que no solo sucedió con el gobierno federal, sino que también recibió el apoyo abierto de Marcelo Ebrard Casaubón, jefe de gobierno del Distrito Federal, quien defendió a la embajadora hondureña en México, Rosalinda Bueso del gobierno de Zelaya, usando la fuerza pública para recuperar la embajada ocupada por partidarios de Micheletti (la cercanía entre Ebrard y Bueso llegó a tal punto que terminaron casándose)” reza el resumen de ese pasaje en Wikipedia.

El llamado que hizo recientemente el Presidente López Obrador a Washington para que cese de una vez por todas el bloqueo criminal contra la isla y al mundo entero para que reconozca el heroísmo de los cubanos de haber enfrentado durante más de seis décadas la presión de la potencia bélica más grande, con la proclamación de la isla como patrimonio de la humanidad, devuelve por completo el orgullo que los mexicanos -independientemente de los colores partidistas que nos confrontan- deberíamos sentir por nuestra honrosísima política exterior. ¿No cree usted?

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