jueves, noviembre 21

PRI, ¿fiel de la balanza en la disputa por la Nación? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López

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¿Podrá Alfredo del Mazo inclinar esa balanza hacia la reivindicación de las viejas glorias del priismo nacionalista revolucionario?

Ha llegado el tiempo de que las diversas fuerzas que el electorado mexicano envió al Congreso de la Unión se manifiesten para equilibrar el poder absoluto que se le había entregado al Presidente López Obrador en la legislatura anterior.

La mesa está puesta y la refriega se dará en tres pistas diferentes: La de la Reforma Energética, la de la Reforma que pretende la militarización plena de la Guardia Nacional y la Reforma electoral que pretende prácticamente desaparecer al INE y a los Institutos locales tal como los conocemos.

Los argumentos básicos de uno y otro bando en el primer tema -ahora vigente- se centran en el asunto del calentamiento global, de las energías limpias y del carácter estratégico de la electricidad y del litio.

PAN y PRD, los dos extremos de la nueva derecha mexicana, no tienen dudas, van contra todo lo que plantee el mandatario. Lo hacen por sistema, sin muchos argumentos, salvo los que los corruptos han empleado para justificar la lucha por sus intereses personales y de grupo, casi siempre contrapuestos a las prioridades de la Nación. Ello no significa que, necesariamente, sean corruptos, muchos panperredistas desean el bienestar del país y piensan sinceramente que ello solo lo garantiza la libre empresa, por lo que les horroriza todo lo que suene a “estatismo”.

El PRI está indeciso. Sabe que será el fiel de la balanza y que se juega su futuro. Lo que no sabe es si esa sobrevivencia depende de recuperar sus viejas glorias nacionalistas, que las tiene y, hay que decirlo, algunas superan en grandeza a las medidas adoptadas, hasta ahora, por la 4té (como fueron la nacionalización del petróleo y de la industria eléctrica), o si continúa con la inercia de corrupción que le impuso Carlos Salinas de Gortari, quien aprovechó la ola del neoliberalismo a escala mundial, para poner los bienes del país al servicio de particulares.

Con el asesinato de Luis Donaldo Colosio se ultimó también a la corriente nacionalista revolucionaria del PRI que tuvo que emigrar hacia la conformación de nuevas fuerzas políticas inclinadas a la izquierda, mientras se afianzaba, en el otro extremo, el prianismo corruptor y ladrón de elecciones.

Nadie en su sano juicio debería menospreciar el argumento de las energías limpias y menos en pleno clímax del calentamiento global. Pero mucho menos hacerlo con el pretexto de que se piensa en las nuevas generaciones, a las que mínimamente debemos garantizarles un mundo habitable.

Suenan muy bien las inquietudes planteadas por los panperredistas sobre las energías limpias. Esas preocupaciones fueron manifestadas en forma ilustrada por el ex candidato panista desde su campaña, Ricky Ricón Canallín, como le llama el presidente López. Lo que no suena bien es que muchos de esos argumentos se blanden para enmascarar los latrocinios de la reforma energética peñista, aprobada mediante sobornos.

Así pues, estamos frente a una disyuntiva en la verdadera disputa por la nación: no se trata de neoliberales contra obradoristas, se trata de políticos honrados que difieren en los métodos pero que comparten el interés por el progreso de México, contra políticos corruptos que solo piensan en sus intereses personales y de grupo, ampliamente coincidentes con el prianperredismo, pero no condenables en su totalidad mediante generalizaciones injustas.

Los políticos corruptos no son exclusivos de los bandos “conservadores” o “neoliberales” como piensa y dice, equivocadamente, el Presidente López Obrador. Los políticos corruptos abundan también en las filas del morenismo y podrían darse infinidad de ejemplos, pero no deseamos ser confundidos con los medios que se vieron beneficiados por esa clase de criminales disfrazados de “progresistas” durante la etapa “neoliberal” y ahora claman por el retorno del chayote.

No es de extrañar que la prensa enfatice los casos de los obradoristas implicados en el Pandora Papers, como lamenta el mandatario mexicano. Es lo más natural en el mundo de las noticias destacar que un gobierno que se dice verdugo implacable de la corrupción, aparezca de la noche a la mañana con algunos de sus distinguidos miembros figurando en la lista de presuntos lavadores de dinero, evasores fiscales, o escandalosos beneficiarios de enriquecimiento ilícito.

Don Andrés, con todo respeto a su investidura, debería poner el grito en el cielo al enterarse de semejante aberración y no simplemente descalificar a la prensa por su jerarquización informativa digamos que “inconveniente” para él y para lo que pregona a diario a los 4 vientos.

Los argumentos de la 4té para nacionalizar la electricidad, por otra parte, son impecables y cualquiera con un mínimo sentido común los apoyaría.

Si el PRI opta por recuperar sus viejas glorias ante el electorado y zafarse de una vez por todas de los extremistas de la derecha panperredista, deberá rebasar al mandatario mexicano planteando por ejemplo una nacionalización plena del litio (es decir, cancelando las concesiones existentes) y matizando la reforma eléctrica para garantizar el desarrollo de las energías limpias.

¿Será capaz el PRI actual de superar su etapa de latrocinio peñista para recuperar la confianza del electorado, rebasando por la izquierda a Morena?

Lo dudo mucho pero, en mi modesta opinión, es su única alternativa.

En el Estado de México, donde radico y donde el gobernador se perfila como candidato presidencial, los priistas piensan, erróneamente, que se recuperaron en la intermedia por obra y gracia del “buen gobierno de Alfredo Del Mazo” y el “buen desempeño” de la burocracia del CDE (una de las más inútiles de su historia), cuando en realidad la recuperación se la deben fundamentalmente al colaboracionismo descarado del grupo hegemónico de Morena con el Ejecutivo priista, lo que decepcionó profundamente a un electorado que sigue creyendo en López Obrador, pero no en quienes usan el obradorismo para sus fines personalísimos y en contra de los intereses populares.

Esa situación se acomoda como una tormenta perfecta para ser aprovechada por el mandatario estatal, pero con un secretario general de Gobierno que desoye el llamado de auxilio de periodistas amenazados por el crimen organizado y con un solo proyecto de desarrollo social, el de la Tarjeta Rosa, balconeado por su propio vocero como un fraude, es muy difícil que don Alfredo -quien por lo demás no parece una mala persona-, pueda realmente madurar un proyecto tan ambicioso como el de la Presidencia de la República.

Tendría que deshacerse, ipso facto, de lastres como Ernesto Nemer (¿aliado con grupos criminales para deshacerse de periodistas incómodos, entre otros objetivos de “gobernabilidad?) y Jorge Pérez Zamudio, el único vocero de la historia que sobrevive en el cargo luego de poner en ridículo nacional a su jefe.

Con esos aliados, ¿para qué quiere Del Mazo enemigos?

Es mucho más factible que corrientes, dentro del morenismo mexiquense, mucho más afines con los anhelos del pueblo de México, como la que encabeza Daniel Serrano Palacios, se animen a rebelarse contra el militarismo excesivo del presidente López Obrador, por ejemplo, a que los priistas que decidieron quedarse al festín de corrupción neoliberal (en vez de emigrar hacia la izquierda), decidan de pronto que ya es tiempo de reivindicarse y pedir perdón. ¿No cree usted?

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