viernes, abril 19

AMLO, ¿monarca desnudo? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Patrones presionan a AMLO para que cambie, de plano, su estrategia de Seguridad

Ante los 115 mil 347 homicidios en la actual administración y el acumulado de 100 mil desaparecidos, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) urgió al gobierno de López Obrador a replantear su estrategia de seguridad.

El mandatario mexicano aseguró tajantemente ayer en la Mañanera que los que deberían reconocer que su estrategia de confrontación con la delincuencia es la que falló, son sus opositores, y disertó en favor de su fe en los abrazos y en proteger la vida de los guardianes de la ley, tanto como la de sus violadores, estrategia que dijo, no va a cambiar.

El organismo patronal, encabezado por José Medina Mora, resaltó en un comunicado urgente que la administración de AMLO acumula la cifra más alta de homicidios dolosos que la registrada en los primeros 41 meses en sexenios anteriores.

“En los primeros 25 días de mayo, se acumularon 2,045 homicidios en la cuenta de la SSPC. Eso equivale a un promedio diario de 81.8 homicidios. Si se mantiene esa tendencia, mayo sería el peor mes desde junio de 2019 y el segundo peor en lo que va del sexenio”, señala en su columna de El Universal, Plata o Plomo, el especialista en temas de Seguridad -maldecido por el actual gobierno- Alejandro Hope.

“Como sea, me parece que el optimismo de los primeros meses del año ya no se justifica. En el mejor de los casos, la curva se ha estabilizado y, en el peor, podríamos estar en el inicio de un nuevo ciclo ascendente”, dice Hope, atendiendo al optimismo presidencial sobre un aparente freno al crecimiento en las tendencias de los homicidios dolosos que presume frecuentemente don Andrés en La Mañanera.

La perspectiva integral la aportan los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que informó que en 2021 se denunciaron 2 millones 44 mil 122 ilícitos, 202 mil delitos más que en 2020. La impunidad es una de las posibles explicaciones en el crecimiento de la delincuencia, afirma la Coparmex en su comunicado.

Y ese señalamiento encuentra una justificación plena cuando, de acuerdo con información de México Evalúa, el 94.8% de los casos denunciados en México ¡quedan sin resolverse!

Ahora que se ha puesto de moda el escándalo mediático por el lamentabilísimo asesinato masivo de niños en una escuela texana, los medios hegemónicos ponen el acento en la facilidad con la que cualquier hijo de vecina puede adquirir rifles de asalto en supermercados, y tienen razón, hay que regular urgentemente ese mercado de la muerte, pero de ahí a darnos golpes de pecho cuando el promedio de asesinatos por cada cien mil personas en Estados Unidos ronda la cifra de 6, mientras en México supera los 26, hay un trecho enorme.

Hasta los más fieles seguidores de López Obrador se burlan -en privado, nunca en público- de su planteamiento sobre los abrazos contra los balazos, y lamentan -a sotto voce- sus desafortunadísimas declaraciones sobre proteger a los criminales.

Es como cuando el rey camina desnudo y nadie se atreve a decírselo. El único que predica la estrategia del amor a sus semejantes -incluidos los criminales- es él. Nadie, ni Claudia ni Adán ni Marcelo ni el más fiel de sus apóstoles que pueda usted imaginar, ha defendido jamás en público que los soldados y la guardia nacional deban poner la otra mejilla. Nadie. ¿Por qué?

Porque simplemente es una de las mayores tonterías que funcionario alguno se haya atrevido jamás a señalar. Ahora sí que con todo respeto.

Se deben atacar las causas de la inseguridad pública, a fondo -no solo con medidas paliativas de simulación-, para eliminarlas a largo plazo, de acuerdo, pero paralelamente se deben adoptar estrategias urgentes para contenerlas lo antes posible, en el cortísimo plazo, porque estamos hablando de la desgracia de miles y miles de seres humanos víctimas de la violencia tolerada por un Estado que se las da de cristiano, pero que en la práctica se comporta como cómplice de los delincuentes.

¿Por qué un Presidente tiene que estar todos los días, durante 3 horas en promedio, justificando su proceder y atacando a sus críticos?

Porque sus resultados no satisfacen a nadie. Un gobierno de resultados no requiere una campaña diaria durante 4 años de peroratas interminables sobre sus “buenas intenciones” y la maléfica herencia que le dejaron los villanos neoliberales a los que, por cierto, su fiscal protege con impunidad absoluta, mientras se dedica a dirimir sus asuntos personalísimos ante los ojos de la Suprema Corte y de todo el mundo, excepto los de López Obrador.

Y con todo esto no quiero decir que la estrategia bélica de Calderón y Peña Nieto hayan sido correctas. De hecho, si no hubiera un pacto de impunidad con López, ya habrían sido juzgados por genocidio.

La estrategia humanista de López Obrador sería la mejor si fuera congruente, es decir, si entendiera que perdonar a los narcos con todo y las terribles atrocidades que han cometido, significa que en vez de declararles la guerra, se les convierta en empresarios, regulados, que paguen impuestos mediante la legalización de las drogas que, por lo demás, ya todo el mundo está instrumentando, incluso países que no han sacrificado tantas vidas como nosotros por el maldito “prohibicionismo” que inventó hace medio siglo Richard Nixon para burlar derechos humanos de los jóvenes que protestaban contra la guerra de Vietnam. ¿Es esto difícil de entender?

Don Andrés, nuevamente con todo respeto, está completamente obnubilado por sus prejuicios contra la mariguana y la cocaína. De igual forma ha saboteado la lucha de las mujeres por sus propios prejuicios conservadores contra el aborto.

López Obrador es, en el fondo, un conservador. Sigue todas las reglas del neoliberalismo en materia económica, incluso con mayor rigor que los neoliberales salvajes, con la única diferencia de enfatizar, verbalmente, el asistencialismo en favor de los más pobres. En temas cruciales de la izquierda congruente, como el de la despenalización del aborto y las drogas, o la desmilitarización del país, les dice a los mojigatos del PAN ¡quítense que ahí les voy!

No se ofendan. La lucha pacífica por la transformación de este país pasa necesariamente por decir la verdad cruda y llana. No puden llamarse de izquierda mientras alimentan la megalomanía de un líder, porque ésa es otra forma de fascismo, el estalinista. Tengan, por el bien de sus hijos, la dignidad de decirle a su jefe, de una vez por todas, que anda encuerado haciendo, francamente, el ridículo.

Con todo respeto.

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