viernes, julio 26

Escenario para la tercera vía mexiquense. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Del aliancismo al gobierno de coalición. Ana Lilia Herrera, ¿candidata de las Corcholatas presidenciales disidentes?

Según encuesta de El Financiero, Delfina Gómez y Ana Lilia Herrera son las dos precandidatas, de sus respectivas alianzas, mejor posicionadas para disputar la gubernatura del Estado de México en el 2023, elección que determinará -y en ello coincide prácticamente todo el mundo- el rumbo de la elección Presidencial del 2024.

Delfina no ha dicho absolutamente nada sobre la propuesta del senador Higinio Martínez para definir entre los 3 amigos texcocanos que lideran, indiscutiblemente, el morenismo en la entidad, quién de ellos puede representarlos mejor en la contienda por la gubernatura que, por disposición de sus estatutos (avalada una y otra vez por el Presidente López Obrador) se realizaría -mediante una de esas encuestas tan cuestionadas de Mario Delgado-, para encubrir el dedazo presidencial, según sugiere públicamente Ricardo Monreal, pero claman en privado todos los miembros pensantes de la 4té.

Por su parte, Ana Lilia Herrera, ya autodestapada en entrevista para Latinus con la directora de Proceso, plantea ahora en El Universal -medio en el que escribe ¡y muy bien! desde hace años- un punto de la mayor trascendencia: que las alianzas evolucionen a gobiernos de coalición.

He planteado aquí, en mi Versión no Oficial, que la auténtica oposición al obradorismo tendrá que surgir de las propias filas de Morena, porque los estertores del prianperredismo se asemejan a los pataleos de alguien que se ahoga atrapado en un pantano y que mientras más se agita para salir, más se hunde.

Por ejemplo, un juez acaba de negarle a Alito la posibilidad de ampararse ante la andanada ciertamente ilegal de audios con los que la gobernadora que lo relevó en Campeche lo ha venido haciendo pedazos, al grado de que los más conspicuos ex dirigentes del PRI le han pedido -por las buenas, hasta ahora- que abandone el cargo.

El PRI y lo que queda del PRD se hunden sin remedio y eso lo vemos todos los que no formamos parte de la burocracia priista, acostumbrada a cobrar altos emolumentos del absurdo e irracional financiamiento público de esas formaciones políticas corruptas e insaciables.

Al parecer eso lo ha entendido el jefe de jefes de la nomenklatura priista que, en su reciente visita a Madrid -con el pretexto de inaugurar un restaurante, pero en realidad para darle instrucciones a Enrique Peña Nieto– decidió que la única opción posible para salvar al partido madre del PRD y del mismo Morena, es postular a Ana Lilia, pero en busca de un gobierno de coalición en el Estado de México que beneficie a todos.

Para quienes no comprenden por qué Ernesto Nemer tuvo que abandonar la carrera tan abruptamente, habría que explicarles que la determinación no vino de Alfredo del Mazo, ni siquiera de Enrique Peña, sino del mismísimo Innombrable que todavía mueve los hilos, desde el extranjero, del que fuera el partido hegemónico que mantuvo cierta estabilidad política en el país durante 70 años, hasta que con la llegada del mismo Salinas a la Presidencia, se rompió el pacto de civilidad y de alternancia interna (definido por Vargas Llosa como “La Dictadura Perfecta“), para dar paso a la dictadura a secas de la corriente conservadora del PRI que propició (¿o tendría que decir ordenó?) el asesinato de Colosio, y los fraudes electorales consecutivos que AMLO identifica como la etapa “neoliberal”.

Si se siguen las instrucciones de Salinas al pie de la letra, Ana Lilia será apoyada por Marcelo Ebrard -quien ha venido negociando con el Grupo Atlacomulco la plaza del Estado de México– y, a través de Ricardo Monreal -el otro presidenciable despreciado por López Obrador-, negocian con Dante Delgado el respaldo de Juan Zepeda, quien ha demostrado su enorme capacidad no de ganar la elección de gobernador, pero sí de restar una cantidad de votos antisistémicos determinante para el triunfo de su aliado y generoso patrocinador secreto, para el que sirve de esquirol profesional.

Este escenario solo se haría posible si se considera una situación evidente para muchos, pero difícil de asimilar para quienes están acostumbrados a venerar al gobernador en turno como si fuera un dios infalible: Alfredo del Mazo ha abandonado la plaza mexiquense desde prácticamente el inicio de su administración, a la que llegó más que por un esfuerzo o interés propio, por una suerte de herencia familiar de corte pseudomonárquico y se ha limitado a tratar de llevar la fiesta en paz con todo el mundo, incluido principalísimamente el Presidente López.

Lo que queda del que fue el grupo político más poderoso del país, que produjo dos presidentes de la República y mantuvo la hegemonía prianista por más de 90 años en la entidad donde el viejo concepto de las “concertacesiones”, inventado por Salinas, se llevó a los extremos de una grosera promiscuidad -como lo revela Álvaro Delgado en su libro El Amasiato-, se reagrupa ahora para tratar de sobrevivir.

Por primera vez en su larguísima historia de sumisión absoluta ante el mandatario en turno, Montiel y los Hank y quizá hasta Camacho y Chuayffet, pero desde luego el Chapitas Ávila, desean tomar las riendas del delicadísimo asunto, ante la indiferencia de don Alfredo, sin duda un buen hombre, pero pésimamente asesorado -sobre todo en el área de Comunicación Social– y que por ello tiene a la entidad al borde del más pavoroso desastre en materia de seguridad.

Claro que la candidata rebelde -ahora con luz verde de los restos del Grupo Atlacomulco– defiende al Gobernador Del Mazo en su entrevista con El Universal y asegura que ha cumplido con sus promesas de campaña y le ha dado a su gobierno tintes feministas muy apreciables. Es la candidata no de Del Mazo, sino de los exgobernadores y las corcholatas presidenciales disidentes.

Seguramente Ana Lilia leyó la entrevista que Jorge Pérez Zamudio, el voz-cero de Del Mazo, concedió a SinEmbargo, donde retrata el verdadero propósito del famoso programa de la Tarjeta Rosa, bandera monotemática del mandatario: convertir a las beneficiarias -que son la mujeres más pobres de la entidad- en un ejército de aduladoras digitales del gobernador, con cargo al presupuesto no de Comunicación Social, sino de programas sociales, lo que aseguró, era una estrategia sumamente creativa de su parte.

Pero obvio, la diputada se hace de la vista gorda ante la posibilidad de que el propio Alfredo Del Mazo se sume a su inminente candidatura.

Así que Salinas, nada tonto y ante la alta probabilidad de que pudiera ser la maestra Delfina Gómez la candidata de Morena, decide mandar a una mujer inteligente y arrojada que, adicionalmente, fue exitosa secretaria de Educación local -entre casi cualquier otro puesto relevante que pueda usted imaginar- lo que la convertiría en una temible contendiente si hubiera piso parejo, lo que no puede decirse, con todo respeto, de Alejandra del Moral, quien, a diferencia de Nemer, acató la decisión y se mantiene en su Secretaría.

Como este escenario depende de muchos factores imponderables, fundamentados hasta donde es posible, debe tomarse como un mero ejercicio especulativo.

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