Morena, choque entre liderazgos carismático y burocrático. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por JLS
El fin de semana se incorporó en la naciente estructura partidista, la burocracia gubernamental del movimiento, y algo más…
A diferencia del PRI y de otras formaciones políticas consolidadas, Morena no ha sido, hasta ahora, sino un movimiento liderado por un ente cien por ciento carismático (en el sentido weberiano), declarado formalmente como Partido Político pero solo con fines de acreditar su participación electoral, no porque contara con las estructuras burocráticas típicas que permiten a otros partidos formar sus cuadros para estar en condiciones de tomar por asalto las estructuras gubernamentales.
Según el gran Max Weber, hay 3 tipos de líderes:
1.- El líder carismático es aquel al que sus seguidores le atribuyen condiciones y poderes superiores a los de otros; es el que tiene la capacidad de generar entusiasmo. Tienden a creer más en sí mismos que en sus equipos y esto genera problemas, de manera que un proyecto o la organización entera podrían colapsar el día que el líder abandone su equipo. Un ejemplo claro es Andrés Manuel López Obrador, pero también Lula da Silva, Hugo Chávez y Fidel Castro, entre otros muchos.
2.- El líder tradicional es aquel que hereda el poder ya sea por costumbre o por jerarquía, por un cargo importante, o que pertenece a un grupo familiar de élite que ha tenido el poder desde hace generaciones. Un ejemplo evidente podría ser el gobernador mexiquense Alfredo III.
3.- El líder legal es aquel que implementa el modelo burocrático y asciende al poder por métodos democráticos o es elegido porque muestra la calidad de experto. Esta figura es comúnmente vista en el campo de la política y de las empresas privadas donde las decisiones están establecidas por un sistema de reglas precisas.
Cada puesto en la burocracia gubernamental obradorista ha sido repartido en función de la decisión unipersonal del líder carismático, hasta donde le alcanza su capacidad de incidir en todo. No es de extrañar que don Andrés desprecie los métodos meritocráticos de los grados universitarios típicos de la burocracia, como forma más acabada de dominación política (según el propio Weber) y valore, mucho más, cualidades como la lealtad.
Así, lo que pudimos observar este fin de semana en todo el país y específicamente en el Estado de México, fue un intento aparentemente “democrático” de Morena, en el que se abrió el movimiento al reclutamiento general, para conformar los cuadros que decidirán los puestos burocráticos del partido, al mismo tiempo que se construyó un padrón de militantes, prácticamente inexistente como tal, porque se trata de una masa enorme de seguidores del líder carismático que no aspiran al poder -como los ambiciosos burócratas partidistas- pero se identifican con el dirigente a través de las redes sociales y le brindan su devoción cada mañana.
Obviamente la estructura burocrática dominada en su mayoría por el GAP fue la más capaz de imponer a sus cuadros en los puestos en disputa en cada distrito. Otros liderazgos emergentes ratificaron su dominio en feudos específicos, como era de esperarse.
Pero no hay que desdeñar el hecho previsible de que otras organizaciones políticas hayan logrado penetrar las estructuras de Morena, con base en las múltiples irregularidades provocadas, intencionalmente, en el proceso, alentadas de manera artificial por ellos, en el caldo de cultivo idóneo de una mala organización.
Así, no hubo ninguna sorpresa importante salvo el hecho de confirmar lo que planteamos aquí anteriormente: que Azucena Cisneros, una talentosa diputada por Ecatepec, logró pararle el alto al ambicioso y oportunista alcalde Fernando Vilchis, y se perfila para la dirigencia mexiquense del partido.