Alude el Presidente “a los conservadores que tienen cuentas en Suiza o en Andorra”
LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Alfredo del Mazo Maza acudió a La Mañanera a exponer cómo van los encargos del Presidente para la comunicación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Disciplinadito y complaciente, el de Atlacomulco cumplió con la tarea encomendada y luego se sentó durante unas dos horas a escuchar, paciente, los soliloquios del mandatario federal sobre las presuntas bondades de militarizar el país hasta el 2028 -cuatro años más allá de la administración obradorista-, y en esas andaba cuando, de repente, le soltó un duro y no sabemos si necesario o innecesario raspón al gobernador:
¿Se imaginan la fiesta que armarían nuestros adversarios conservadores si encontraran que tenemos cuentas en Suiza, en Andorra?, soltó de buenas a primeras don Andrés, mientras el mandatario mexiquense se hundía en la incómoda silla de los acusados.
Nuestros adversarios están muy acomplejados- prosiguió el habitante de un lujoso palacio-, necesitan un avión de 25 metros para sentirse importantes y aunque procedan de hogares humildes, tan pronto como acceden al poder se van a vivir a las Lomas, decía con desparpajo López Obrador, sin que don Alfredo del Mazo, el presunto hombre de las decisiones fuertes, se incomodara o pestañeara siquiera. Y es que el Presidente, cuidadoso como es cuando ya estiró la liga demasiado, aclaró prontamente que el avión presidencial lo compró Calderón, no el Presidente Peña a quien, ya sabemos, le guarda mucha consideración y respeto.
Al final, Alfredo del Mazo se retira, incómodo, inseguro por haberse limitado a cumplir escrupulosamente con la encomienda, sin ningún pronunciamiento político, con cara de holograma asustado. El Presidente le grita ¡Gracias Alfredo!, como si se tratara de un subordinado y como si las vías de comunicación fueran a resolver realmente la aparente inutilidad del AIFA, que va que vuela, como el de Toluca, para elefante blanco.
A Claudia también la trata como si fuera su empleada y digamos que, en ese caso, se entiende perfectamente: ¡Gracias Claudia! Gracias a todos, pero en especial para … ellos dos.