sábado, julio 27

Depende la selección mexicana de Futbol de un argentino ¡para vencer a Argentina!

La FIFA abrió un procedimiento contra la FMF por expresiones de aficionados en el duelo contra Polonia
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La FIFA abrió un procedimiento contra la FMF por expresiones de aficionados en el duelo contra Polonia

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

La pasión futbolera mexicana está sustentada en bases absolutamente irracionales. Decenas de miles de mexicanos echaron la casa por la ventana -literalmente- para viajar a Qatar a apoyar a la Selección, a sabiendas de que difícilmente pasaremos del cuarto partido, como dicen los presuntos expertos en el deporte más popular del mundo. Cada boleto y estancia supera los cien mil pesos. ¿Quién pompó?

No vi la conferencia de hoy de AMLO por estar pendiente de los partidos, pero me supongo que muy bien podría haber asegurado que los fifís que fueron a Qatar (algunos de los cuales sacaron a relucir allá la cantaleta de que “el INE no se toca”) son de los privilegiados por el régimen de corrupción neoliberal o neoporfirista. Pero si lo dijo, o lo piensa, me parece que se equivoca.

La pasión futbolera lleva a muchos a vender su casa, o su auto, para ir al mundial, abandonando incluso su empleo y a su familia. Para ellos (y muchas ellas) no hay un evento más importante en el universo que el campeonato mundial. Ni la leche del bebé, ni la medicina de la abuela, ni las colegiaturas de los hijos, nada.

Esa misma pasión invade a muchos otros países, incluso ya contagió a los Estados Unidos, potencia deportiva mundial que se centraba en el fútbol americano, el basquetbol o el baseball. Pero en varios de esos países no reina, como aquí, la irracionalidad. Sus equipos tienen reales posibilidades de pelear el trofeo o, al menos, superar las rondas iniciales.

Los bipolares aficionados de la Selección mexicana, por el contrario, con muy escasas posibilidades de avanzar, a pesar de contar con jugadores excepcionales, pero, en general, pésimamente dirigidos, se desbordan hasta la histeria para luego frustrarse hasta la depresión suicida. Y así llevan sufriendo dese que eran niños. Por eso gritan, a coro bien sincronizado, improperios por los que ahora podríamos ser incluso retirados del mundial, porque ya estamos a revisión de la FIFA por los excesos en los “cánticos” durante el partido contra Polonia.

¿A quién se le ocurre gritarle al árbitro, en un estadio y ciudad con disciplina cuasi militar, “Cu-le-ro”… o eeeehhhh… puto? si los qataríes que compraron la sede a la FIFA son más mojigatos, machistas y represivos que su eeeeehhhh…

Ahora estamos en el interesante dilema de depender de los caprichitos del Tata(rado) Martino, un argentino (no mejor que el pervertido Lavolpe), quien probablemente alineará a otro argentino (Rogelio Funes Mori) y para justificarse le dio unos minutos al gran goleador, pero ahora lastimado y fuera de ritmo, Raúl Jiménez, contra Polonia mientras, los antes grandes amigos presidentes de México y Argentina se agarran del chongo por el nombramiento del enviado de Bolsonaro como director del BID, lo que sumado a la derrota de la pandilla de Messi a manos de los árabes, obliga a los argentinos a dejar la vida en el partido contra México.

Ya podríamos haber sido campeones mundiales desde hace mucho, porque tuvimos y tenemos grandes jugadores. Incluso ya hemos alcanzado el campeonato sub-17 y la medalla de oro olímpica. Pero los hombres de pantalón largo, ambiciosos y autoritarios, los dueños del fútbol mexicano pues -que todo mundo sabe quiénes son- nos han impuesto entrenadores a los que pagan su peso en oro para romperle el espíritu a nuestros mejores jugadores, incluso para excluirlos de la Selección con pretextos estúpidos. Eso le hizo Lavolpe al gran futbolista y pésimo gobernador Cuauhtémoc Blanco. Eso le hizo el farsante Miguel Mejía Barón a Hugo Sánchez, el mejor de todos no solo como jugador estrella mundial, sino también como entrenador bicampeón con Pumas… y ahora desempleado.

Martino dejó fuera de la Selección, pretextando indisciplinas y lesiones para esconder su megalomanía y desprecio a México, a los mejores jugadores. Al Tecatito Corona, a quien le regateó la alineación durante un larguísimo proceso que debería haber servido para integrar al equipo base.

Dejó fuera al gran Carlos Vela por su incapacidad para negociar con él. Al Chicharito, a Lainez y por más que hizo para que el extraordinario Chuky Lozano se lesionara, no lo consiguió. Nunca formó un equipo porque en cada partido “de preparación” presentaba una alineación distinta, para romperle la autoestima a quienes todos sabemos, menos él, son los mejores jugadores para la base, inamovible, del equipo.

Uno de esos entrenadores balines que se creen mejores que el pentapichichi Hugol, fue el que, antes del partido contra Polonia, dijo que él solo habría dejado fuera de la Selección al portero Ochoa. Memo se encargó de callarle la boca a Javier Aguirre para siempre.

Quizá el fútbol -a pesar de sus malos resultados- es el deporte más popular en México porque reproduce la situación de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, esperanzado en alcanzar sueños y anhelos imposibles ante la avaricia inconmesurable y el desprecio de los dueños del balón.

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