lunes, mayo 20

La usurpación “democrática”. Por Jesús López Segura. LA VERSIÓN NO OFICIAL

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“Un gobierno que no procura la Justicia no es más que una banda de malhechores”: Tolstoi, citado por AMLO


Hoy tocó el turno a un periodista de El Sol de México de ser vapuleado en La Mañanera por Andrés Manuel López Obrador. Algo le preguntó que irritó al mandatario (no importa el tema) y, de acuerdo con lo que ya se hizo costumbre -cada vez más agresiva- se le fue encima.
“Tu periódico siempre ha estado al lado de los conservadores. Tú formabas parte de la misma corrupción”, le decía, cuando Jesús Ramírez le echó más leña al fuego: “En las instalaciones del periódico existe un salón que se llama Enrique Peña Nieto, señor”.

“Es que Jesús me sopla”, comentó AMLO con una sonrisita mientras reproducía el dato con el que el vocero presidencial pretendía ponerle la cereza al pastel de la descalificación a un reportero más, por andar haciendo preguntas que incomodan al Señor de Palacio Nacional.

¿Olvidó Ramírez Cuevas que AMLO le rinde igual pleitesía al “licenciado Peña Nieto, con gran consideración y respeto”?AMLO consideración y respeto a Peña Nieto

¿Decir esto me convierte en un conservador? ¿En un defensor de la oligarquía? ¿En un incondicional de Lorenzo Córdova y Ciro (Murayama o Gómez Leyva que, para el caso, es lo mismo)?

¡Definitivamente creo que no!

No me arrepiento -como muchos- de haber votado por López Obrador. Él logró sacar del poder una dictadura de 36 años de neoliberalismo salvaje y por ello será recordado y respetado. Pero esa hazaña indiscutible no significa que sea perfecto, ni lo exime de sus gravísimos errores. Pretender que se le adore, que los mexicanos seamos convertidos en hordas de fanáticos irracionales como las que engendraron a Daniel Ortega en Nicaragua, lleva el riesgo de un fascismo en ciernes que, como rezaba la propaganda malévola, nos llevaría al desastre.

AMLO es el principal responsable de una polarización extrema que impide el desarrollo del diálogo constructivo entre todas las fuerzas políticas que, legítimamente, defienden sus principios e intereses. No hay nada extraño en ello. En un país tan plural como el nuestro debemos caber todos y un gobierno elegido democráticamente está obligado a atender a todos, no solo a los que simpatizan con él.

Un Presidente de la República no puede andar hablando -como hace don Andrés todos los santos días- de sus adversarios. No es el jefe de un partido. Es el representante de la nación entera. No tiene “adversarios”, tiene críticos que merecemos su respeto y atención.

¿Decir esto me convierte en un corrupto mentiroso e hipócrita?

La democracia es uno de los conceptos más prostituidos en su praxis social y política. Los usurpadores de la democracia durante el neoliberalismo salvaje usaban el marketing electoral para desviar las decisiones de la gente. La Televisión y la Radio, y en menor escala la prensa escrita, servían para orientar el sentido del voto en descarado agravio de los intereses reales de los mismos que lo emitían. Eso es lo que llamo la usurpación democrática.

AMLO regañando a periodistas todos los días

López usa su Mañanera con exactamente el mismo propósito. La intención de don Andrés radica en confundir a los “conservadores” con los “corruptos“. Y lo refrenda hoy cuando el INE le prohibió llamar a que no se vote por los conservadores y él responde, socarronamente, que ahora va a llamar a que no se vote por los corruptos.

Hay muchos conservadores corruptos, pero no todos los conservadores son corruptos, como postula un mandatario que se exculpa a sí mismo de cumplir con su obligación de perseguir y castigar a los delincuentes de cuello blanco o negro, tricolor o guinda (que también los hay). Prefiere olvidar su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan, y dejar libres a los jefes de la “mafia del poder” (los expresidentes corruptos) culpando de semejante aberración a la gente, porque no alcanzó el nivel “vinculante” en la absurda consulta sobre el tema.

La aplicación de la ley no se consulta, es una obligación inalienable del mandatario en turno. No existe un pretexto válido para ignorarla. Cada cierto tiempo, sin embargo, AMLO se ve obligado a repetir slogans publicitarios tramposos como el de que “lo suyo no es la venganza”, o que “ya se acabaron la corrupción y la impunidad”, y el más irracional de todos: que lo que importa no es castigar a los bandidos de cuello blanco, sino garantizar que sus fechorías no vuelvan a ocurrir y terminar con el hábito de que los ladrones no perdían su respetabilidad: “Esfuérzate para que llegues a ser como don fulano, un reverendo ladrón”AMLO contra juicio político contra expresidentes

Don Andrés les da un sentido electorero a todas esas frases demagógicas. Por ejemplo, la mejor garantía de que un delincuente de cuello blanco no vuelva a delinquir no es detractándolo verbalmente a diario “para que por fin pierda su respetabilidad”, sino encarcelarlo conforme a la ley. ¡Punto!

Lo que esconde el evidente pacto de impunidad de don Andrés con la mafia del poder que le permitió llegar a la Presidencia (especialmente “el licenciado Peña Nieto“) es que al desacreditarlos “para que ahora sí pierdan su respetabilidad”, también desacredita a los partidos políticos que los llevaron al poder, lo que le garantiza los espectaculares triunfos comiciales alcanzados en casi todos los estados de la República.

Tenemos un Presidente en funciones de propagandista político tiempo completo; proclive a la militarización absoluta de la vida institucional del país; que odia a los periodistas críticos tanto como a la clase media “aspiracionista”, porque su base social son las huestes conformistas de miserables, agradecidos con una pensión que no alcanza para vivir, pero sí para afrontar algunas necesidades urgentes; y que predica cotidianamente contra los corruptos, mientras su fiscal Florero se dedica, también tiempo completo, a sus asuntos personalísimos.

Todavía tuvo hoy don Andrés la ocurrencia de citar a Tolstoi: “Un gobierno que no procura la Justicia no es más que una banda de malhechores”.

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