Ciro, más poderoso que sus patrones: AMLO. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Baña de elogios a Lord Molécula y detracta a periodistas críticos: tienen más poder que los dueños de los medios, dice
Frase del día:
“El récord Guinness de la farmacia más grande del mundo pretende eclipsar otras marcas memorables: asesinatos dolosos, feminicidios, masacres de periodistas e indocumentados…”
“No voy a atender a nadie” le respondió AMLO a Lord Molécula cuando éste le obsequió un dominó como regalo de navidad y, sin rubor alguno, le rogó jugar una partida con él en su retiro de Palenque. Aparentemente, Jesús Ramírez, el alcahuete del lambiscón molecular, le habría sugerido al Presidente ofrecerle una disculpa por el ridículo que le hizo pasar, al batear su lastimosa “muestra de amistad”. Esto fue lo que dijo textualmente el mandatario, días después:
“Quiero ofrecerle públicamente una disculpa al compañero que me entregó el dominó. Quiere jugar dominó [Carlos Pozos, le dice Jesús Ramírez] si ¡Carlos Pozos! [Lord Molécula]. Se mal interpretó, y, entonces, ofrecerle una disculpa. Él es una gente muy decente que de ninguna manera lo puedo yo … ehhh, ofender. Siempre se ha portado muy bien. Lo estimo. Me quedé pensando por qué le tuve que contestar de esa forma, porque en realidad yo me voy a retirar, y no va a ser una simulación. Me voy a jubilar y ya no voy a participar en nada. Y si recibo a un amigo, pues tengo que recibir a otro y a otro y tengo como algunos millones de amigos, ja ja. Entonces no voy a poder estar haciendo mis trabajos. Pero él es una persona de primera, de buenos sentimientos, bien intencionado y le mando un abrazo porque no vino hoy.”
Pintó don Andrés así, de cuerpo entero, su modelo ideal de “periodista”, el zalamero profesional que tiene a su hija trabajando en la Profeco con un sueldo superior a los 40 mil pesos, sin que se acredite su grado de estudios y la capacidad para ejercer el cargo directivo que ostenta, como lo revela el portal “Mientras Tanto en México“.
Apenas ayer, al referirse al periodista conservador Ciro Gómez Leyva -quien fue víctima de un salvaje atentado con absoluta impunidad para los autores intelectuales, como de costumbre- don Andrés puso en duda su independencia e incluso cuestionó que los dueños de los medios donde labora puedan controlarlo.
“Ya sé que regresó, es el cerebro ahora en contra de nosotros, en el sexenio pasado estuvo de asesor y era de los que pasaban la charola a los potentados, de a millón de dólares por potentado para la guerra sucia en contra mía”, dijo López Obrador al mencionar el regreso del publicista Alejandro Quintero Íñiguez, para las campañas del 2024.
“En la época del licenciado Peña Nieto trabajaba en ese entonces en Televisa y tenía todo el manejo publicitario. Lo último que sé es que se pelearon porque llegó a tener tanto poder que ya no tomaba en cuenta a los directivos de Televisa, se convirtió en una potencia, era como llegó a pasar con Loret de Mola, López-Dóriga, Ciro“.
López Obrador insinuó, así, que Ciro Gómez ya no toma en cuenta la opinión de los propietarios de las empresas donde trabaja, “si alguien le dice al dueño de la televisora de Ciro, Olegario Vázquez… o al dueño de Fórmula, Jaime Azcárraga, los dos buenas personas, pero son capaces de decir que es ‘independiente’, yo todavía ando buscando… a quien se los crea”.
“Hacen líderes de opinión y son los que reciben más dinero, ganan más y también son los que más desprestigian el noble oficio del periodismo, porque la mayoría de los periodistas actúa con ética y con honestidad, por eso no hay que dejar de diferenciar a las empresas de la comunicación, de la información, con las de la manipulación de los periodistas, son cosas distintas”, recomendó el mandatario, sin caer en la cuenta del ridículo mayúsculo en el que su vocero lo embauca al recomendarle elogiar a un arrastrado como Lord Molécula, para luego pretender dar lecciones sobre “periodismo independiente”.
Pero lo más notable de este desastre conceptual es que millones de mexicanos se lo creen a pie juntillas, lo que habla de un nivel de comprensión masiva realmente ínfimo, como lo revelan los exámenes de PISA. ¿No cree usted?