miércoles, marzo 26

México es el paraíso de los multimillonarios, desde la Colonia hasta nuestros días: Oxfam

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Multimillonarios mexicanos prefieren “transar”, “agandallar” y, para rematar, llaman a eso “mérito”

Hay quienes creen en el esfuerzo, el talento y la innovación como motores de la riqueza. Y luego están los multimillonarios mexicanos, que prefieren un enfoque más pragmático: “transar”, “agandallar” y, para rematar, llamarlo “mérito”. Así lo retrata Oxfam México en su informe Beneficios en Fuga, un meticuloso recuento de cómo el país ha perfeccionado, desde la colonia hasta nuestros días, el arte de concentrar la riqueza en unas cuantas manos con una eficiencia que haría palidecer a cualquier virrey.

El sexenio de Andrés Manuel López Obrador, pese a su retórica sobre la justicia social, no solo no alteró esta dinámica, sino que resultó ser una bonanza sin precedentes para los ultrarricos. Cuando llegó al poder en 2018, México contaba con 10 multimillonarios. Al término de su mandato, esa cifra se había más que duplicado: 22 afortunados gozan hoy de fortunas descomunales. Entre ellos, no faltan nombres célebres como Carlos Slim o las familias Larrea y Baillères, que llevan décadas cosechando las mieles de un modelo económico diseñado para protegerlos. Pero también emergieron nuevos herederos, como los hijos de Juan Francisco Beckmann o los hermanos Coppel Luken, quienes, gracias a la notable ausencia de un impuesto a las grandes herencias, han aprendido que el dinero no se hace, sino que se hereda.

El número de millonarios de México se duplicó con López Obrador

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Los bancos, por su parte, tampoco tuvieron de qué quejarse. En 2024, reportaron ganancias récord por más de 273 mil millones de pesos, cortesía de tasas de interés leoninas y comisiones elevadas que exprimen hasta el último peso de la población. A fin de cuentas, en México, endeudarse es casi una obligación, y pagar de más, una tradición. Tanto así, que el país figura entre los cinco más rentables para los bancos a nivel global, un título que debería colgarse en la Bolsa de Valores con orgullo patriótico.

Pero lo que realmente fascina de este modelo económico es su capacidad para reciclarse sin alterar su esencia. Oxfam señala que las similitudes entre la economía colonial y la actual son tan evidentes que resultan casi entrañables: la extracción de recursos sigue intacta (ayer fueron metales preciosos, hoy son litio y aguacate), las ganancias siguen fugándose al extranjero (antes por los puertos comerciales, hoy vía BBVA y Santander) y la explotación laboral se mantiene viva y coleando (sustituyamos a los pueblos originarios por los trabajadores de plataformas digitales, y listo).

Los bancos reportaron ganancias jugosas en el gobierno de AMLO

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Por si fuera poco, la privatización del agua continúa su marcha silenciosa, con concesiones concentradas en pocas manos mientras el país enfrenta un estrés hídrico creciente. Pero no hay de qué alarmarse: la Comisión Nacional del Agua (Conagua) tiene recursos tan exiguos que garantizar el acceso equitativo al agua es, en el mejor de los casos, un noble deseo.

En este escenario, la verdadera pregunta no es cómo se mantiene un sistema tan desigual, sino cómo todavía hay quienes se sorprenden de que las grandes fortunas mexicanas sigan creciendo a costa de todos los demás. Porque si hay algo que la historia de México ha dejado claro es que, mientras unos pocos sigan apropiándose de la riqueza con total impunidad, el resto del país seguirá admirando, con una mezcla de incredulidad y resignación, esa peculiar versión del “mérito”.

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