martes, abril 15

La FGR y su burla descarada: el “tour” de la impunidad en Rancho Izaguirre

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“No sólo se burló del dolor de las madres, nunca dirán la verdad”: Ceci Flores

Ceci Flores lo dijo sin rodeos: la Fiscalía General de la República (FGR) no solo se burló del dolor y la esperanza de las madres buscadoras, sino que dejó claro que nunca dirá la verdad. La reciente apertura del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, no fue un acto de transparencia, sino un espectáculo orquestado para desviar la atención y diluir responsabilidades.

El acceso al rancho, que colectivos han denominado un “campo de exterminio”, se dio en medio de un ambiente de indignación y sospecha. Para las madres buscadoras, lo ocurrido no fue más que una puesta en escena en la que la FGR intentó lavarse las manos, dejando que las víctimas constataran lo que ya sabían: ahí no quedaban más que rastros de la impunidad.

Un montaje indignante

El pasado 20 de marzo, los colectivos decidieron romper la barrera de la indiferencia con un “portazo” que dejó en evidencia la maniobra oficial: el rancho estaba vacío. Ni ropa, ni zapatos, ni vestigios de las atrocidades que alguna vez marcaron ese sitio. Lo que antes era una prueba irrefutable del horror, ahora parecía un lugar pulcro, cuidadosamente “limpio” para que nadie pudiera señalar nada.

“Es jugar con nuestros sentimientos”, reclamaron madres y familiares. “Nos dieron un tour como si esto fuera un museo, una locación de película. Es un circo”. Y un circo, además, con la complicidad de las autoridades, que ni siquiera se dignaron a explicar qué pasó con la evidencia o cuál fue el criterio detrás de su retiro.

La coartada perfecta

Ceci Flores lo dejó claro: cuando llegue el momento de rendir cuentas, la respuesta oficial será predecible: “ustedes entraron y vieron lo que nos entregaron, todo es culpa del Estado”. La táctica es conocida: administrar la desesperación de los familiares con dosis controladas de “acceso”, para que cuando la exigencia de justicia aumente, la FGR pueda alegar que ya hizo su parte.

Mientras tanto, el rancho sigue custodiado, no para preservar la verdad, sino para evitar que salga a la luz.

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