miércoles, octubre 29

Horacio Duarte, el eslabón incómodo del huachicol fiscal. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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Federico Döring revive las sospechas de que desde las aduanas se operó una maquinaria criminal

El secretario general de Gobierno del Estado de México, Horacio Duarte Olivares, vuelve a colocarse en el ojo del huracán, esta vez no por intrigas políticas locales, sino como presunto engranaje central de una red de corrupción que —según un oficio del propio general exsecretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval— operaba desde las aduanas mexicanas con tentáculos en el huachicol fiscal, el contrabando y el financiamiento ilícito de campañas de Morena.

La bomba la soltó el panista Federico Döring, quien denunció ante la Fiscalía General de la República no solo a Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente, sino a toda una lista de morenistas de alto calibre: Tania Contreras, Ricardo Peralta, Américo Villarreal Anaya y, en el centro del mapa, Duarte Olivares. El catálogo de delitos no es poca cosa: delincuencia organizada, tráfico de hidrocarburos, operaciones con recursos de procedencia ilícita, encubrimiento y enriquecimiento ilícito.

El expediente —turnado al fiscal Efrén Serpa Gaxiola— no se basa en rumores de pasillo, sino en la denuncia formal que el propio general Sandoval giró en 2022, cuando pidió al Centro Nacional de Inteligencia investigar la corrupción enquistada en las aduanas durante la gestión de Duarte al frente de la Agencia Nacional de Aduanas de México. Allí se detallaba la existencia de una red que, bajo la batuta de operadores como Juan Carlos Madero Larios, tejía sobornos, extorsiones y tráfico ilegal de combustibles.

La acusación va más allá: los recursos obtenidos de este “huachicol fiscal” habrían servido, según Döring, para aceitar la maquinaria electoral de Morena. Un señalamiento que golpea directamente al discurso de pureza moral del movimiento obradorista.

La cereza en el pastel: esta denuncia se da justo después de la reunión entre Claudia Sheinbaum y el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, donde se prometió cooperación frontal contra el crimen organizado, el tráfico de armas y el lavado de dinero. Si el gobierno federal quiere demostrar que sus compromisos con Washington no son mera retórica, este sería el caso de fuego.

El problema es que el fuego apunta a las entrañas mismas del obradorismo. Y el nombre de Horacio Duarte —el hombre fuerte del Edomex y pieza clave en la operación aduanera que la propia Sedena denunció— aparece como el hilo que, si se jala, podría desbaratar toda la trama. Su improbable caída podría arrastrar al hijo incómodo de López Obrador y con él, a toda una estructura electoral construida con dinero sucio.

Morena presume pureza moral, pero la mera sospecha de que su verdadero combustible fue el huachicol fiscal, significa la demolición de su mito fundacional, independientemente del manto de impunidad que arropa a sus principales líderes, o como me comentó ayer un buen amigo: “está muy bien tu análisis, pero a estos cabrones les vale madres”, a lo que le respondí: “no escribo para cambiar al mundo, sino para que el mundo no me cambie a mí”.

Con información de Proceso, Milenio, Latinus y El Universal, entre otros medios nacionales.

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