Regresó AMLO feliz de su gira centroamericana, con varias condecoraciones al pecho
Habla de una nueva revolución al interior de la Revolución Cubana ¿Qué significa?
LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Cada vez resulta más obligado y sencillo ubicarse a la izquierda de López Obrador.
Mire usted que ir ya no digamos que a proponer, sino hasta a financiar programas como el de “Jóvenes construyendo el futuro” a países centroamericanos, cuando aquí ha quedado evidenciado como un auténtico foco de corrupción y de ineficiencia –no solo para lograr la integración de jóvenes en el mercado productivo, sino para el presunto propósito fundamental de arrancarle de las manos a los narcos el reclutamiento de esos jóvenes dizque para “combatir las causas de la delincuencia“–, constituye una mascarada, un engaño para esas sociedades que deberían buscar la solución a sus graves problemas de emigración en otros indicadores, por lo demás muy claros.
Un migrante busca encontrar en países centrales (europeos o en este caso Estados Unidos) la oportunidad de mejorar substancialmente sus condiciones de vida. De enviar a sus familias cantidades fuertes de dinero (en dólares o euros) que les permitan salir de la miseria en la que las oligarquías criollas los tienen sumidos desde hace siglos. No se van a arraigar porque se les pague una muy modesta cantidad de dinero para que se pongan a sembrar arbolitos en sus países de origen o porque se les dé una bequita para dizque aprender en empresas productivas.
Un joven que por su nula educación y su gran resentimiento social sea capaz de afiliarse en las huestes de sicarios del narco, lo que quiere es hacerse rico y andar ostentando esa riqueza en autos de lujo y con cadenas de oro al cuello para conquistar morritas muy bellas pero lo suficientemente estúpidas como para embaucarse con semejantes asesinos.
López Obrador ha renunciado a su obligación de someter a la oligarquía mexicana y de combatir a esos criminales. Y la mejor muestra de ello es que mantiene contra viento y marea, contra una creciente indignación social, a un fiscal como Gertz Manero en el puesto.
Si en México no ha estallado una revolución es por el sacrificio de millones de compatriotas que emigraron con éxito a los Estados Unidos y lograron establecerse allá en lo que constituye una reconquista de nuestros territorios robados por los gringos, lo que les permite enviar más de 50 mil millones de dólares anuales a sus familias, lo que López Obrador agradece verbalmente pero no retribuyó con una política de dignidad frente a las agresiones verbales majaderas de Donald Trump, por ejemplo, o impidiendo que vampiros como Ricardo Salinas Pliego muerdan con su desfachatado cinismo esas fastuosas remesas.
Cada país centro y sudamericano debería poner coto a las oligarquías que han permitido que los gringos se apropien de sus riquezas a través del intercambio desigual: chatarra industrial a cambio de preciosas materias primas. El único que se atrevió a hacerlo hasta el extremo de vencer o morir fue Cuba, con Fidel y el Che Guevara a la cabeza, y por eso los gringos han hecho todo cuanto han podido para exterminar esa gran revolución. Salvador Allende también lo intentó y lo asesinó la CIA imponiendo la dictadura de Pinochet. Otros intentos menores han fracasado por presiones más o menos descaradas del imperio.
Los cubanos han dado un ejemplo al mundo de dignidad y heroísmo, pero el movimiento latinoamericano que mejor desafía al imperio norteamericano está representado por la revolución hormiga de la migración ilegal que está muy próxima a desplazar del poder a los blancos que verán en la política KKK de Trump una reacción desesperada y peligrosa. De ahí que traten ahora de contener una inmigración irrefrenable, pero mediante la única forma que conocen y han practicado siempre: el garrote.
El discurso de un auténtico líder latino debe ser mucho más enérgico y claro para que de una vez por todas entiendan los gringos que mientras no contribuyan decididamente a crear las condiciones de bienestar suficientes en otros países, sus habitantes seguirán arriesgando la vida para invadirlos.
Y López Obrador, con su retórica tímidamente resentida y sus programas sociales bien intencionados pero inútiles, dicho esto con todo respeto, no parece ser ese gran líder que habrá de enfrentar el retorno rabioso de Donald Trump y sus misiles. Al tiempo.
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