viernes, julio 26

Muere la gorila “Arila” en el Zoológico de Zacango “por insuficiencia cardiaca”, según primeros reportes: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial

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La burra -o en este caso la gorila-, no era arisca, pero, es inevitable recordar el “Gorilagate” de 1993

 

A los 36 años de edad, “Arila”, gorila de llanura del Parque Zoológico de Zacango, falleció este martes, y el primer reporte de la necropsia advierte como causa probable una insuficiencia cardiaca.

Este ejemplar llegó procedente del Zoológico Casa de Campo” en Madrid, España, el 26 de marzo de 1986, a la edad de cuatro años, con el propósito de cruzarla con un precioso macho del Zoológico de Zacango, cuya muerte generó un escándalo internacional en 1993.

De 2005 y hasta el 2010, “Arila” fue trasladada al Zoológico de Chapultepec con el fin de ser acoplada con un macho de su misma especie, pero la reproducción no tuvo éxito.

El gorila de llanura mide alrededor de 175 centímetros de altura y sus brazos tienen una envergadura cercana a los 260 centímetros; los machos pueden pesar de 140 a 180 kilogramos, las hembras son más pequeñas y su peso oscila entre los 65 y 135 kilogramos.

La Profepa se encargará del seguimiento sobre las causas de la muerte de este ejemplar, a fin de transparentar los resultados del deceso, explica el boletín respectivo del gobierno del Estado de México, y seguramente muchos de los visitantes asiduos de este maravilloso Parque Zoológico mexiquense, estaremos atentos, porque la burra, o la gorila no era arisca, pero….

EL “GORILAGATE”

“A principios de 1993, Víctor Bernal, director del Zoológico de Zacango, dijo al entonces gobernador del Estado de México, Ignacio Pichardo Pagaza -en esa fecha líder nacional del Partido Revolucionario Institucional: “se murió el chango. Ya nadie viene al Zoológico”, reza una nota de la revista proceso del 28 de mayo de 1994.

Bernal, sabiendo que transgredía las leyes del tráfico de animales, según versión del periódico Times of Picayune, Florida, fue autorizado por el gobernador a reponer al gorila, máxima atracción del parque mexicano, y se reunió en Miami con Jorge Picon, un presunto vendedor de animales de contrabando, que en realidad era un agente encubierto de la Sociedad de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, quien le informó que los monos se encontraban ya en el Metrozoo de esa ciudad, donde habían sido criados por personal del zoológico. Bernal regresó a Toluca y obtuvo la autorización de Pichardo Pagaza para llevar a cabo la operación y hacer los arreglos correspondientes en el aeropuerto de Toluca, la capital del Estado de México.

El 25 de enero, Bernal volvió a Estados Unidos para reunirse con Jorge Picon y cerrar la operación de 92,500 dólares. Iba acompañado de Eduardo Berges, experto en compra de animales silvestres; María Eugenia Villada, empleada del Departamento de Finanzas del gobierno del Estado de México (quien incluso tuvo un aborto a consecuencia del caso); José Luis Alcérreca, importador de monos para la investigación biomédica, y Margarita Barrera, trabajadora del Zoológico de Zacango.

En medio de una noche tormentosa en el aeropuerto Opalocka, en compañía de Alcérreca y Berges, Bernal revisó las jaulas, miró a los animales y dijo: “está bien”. De repente, el gorila salió de su jaula, corrió rápidamente hacia él, lo encañonó en el abdomen con una pistola, y quitándose la máscara le espetó a bocajarro: “¡FBI! Están ustedes detenidos”.

El extraño operativo se grabó en video en su totalidad.

Los tres hombres fueron llevados, igual que sus dos acompañantes (quienes permanecían en un hotel), a la cárcel de Miami, donde diez días después, y tras el pago de fianzas que oscilaron entre 100,000 y 250,000 dólares, salieron libres, pero su proceso quedó pendiente y se complicaría mucho en los años siguientes…

El gran escándalo de esa época fue nutrido por la entonces directora del Zoológico de Chapultepec, María Elena Hoyo, en el programa de José Gutiérrez Vivó en Radio RED, y dio pie a toda clase de burlas de la prensa nacional y mexiquense, como las alusiones a la película “Gorilas en la Niebla“.

El agudo periodista mexiquense, Luis Alberto Rodríguez, con el ácido humor que le caracteriza, nos comentó entonces, que el gabinete de Pichardo en pleno habría recibido a Víctor Bernal, en el aeropuerto de Toluca, con la canción: “El orangután… y la orangutana…”

No creemos que el gobierno de Alfredo del Mazo recurra al viejo truco de Pichardo Pagaza de intentar sustituir a Arila con un ejemplar de contrabando en Miami, pero debe tener mucho cuidado en dejar en claro las causas irrefutables de su muerte, porque no tiene mucho tiempo que el novio fallido de Arila en el Zoológico de Chapultepec, falleció por aparentes “fallas cardiacas” que en realidad trataban de encubrir un evento de negligencia de las autoridades del parque.

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