Estaremos con el presidente que elija el pueblo: Secretaría de Marina: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial
No importa de qué partido sea, expresa el almirante Soberón Sanz
https://youtu.be/Mk58cIAvLTE
Las fuerzas armadas están preparadas para el cambio de régimen y apoyarán al presidente que elija la gente, sin importar el partido que lo postule, afirmó el titular de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), almirante Vidal Francisco Soberón Sanz.
Ciro Gómez Leyva, el vocero de la nueva derecha mexicana, aprovecha estas declaraciones del almirante Soberón para ligarlas con el informe de que fueron localizados, en Nayarit, restos humanos, posiblemente pertenecientes a los dos agentes desaparecidos de la subprocuraduría especializada en investigación de delincuencia organizada (SEIDO), quienes a inicios de este mes fueron levantados, sometidos y obligados a leer un mensaje por parte del Cártel Jalisco.
El objetivo francamente perverso del comunicador, es despotricar contra quienes, desde los cafés, desde las curules o desde las redes sociales, hablamos de una creciente militarización del país. “¡Cuánta frivolidad, cuánta hipocresía, cuánta ignorancia!” expresa Gómez Leyva contra quienes nos oponemos a la Ley de Seguridad Interior que intenta, de manera inequívoca, incrementar y perpetuar la presencia del Ejército y la Marina en las calles de nuestro país.
¡Qué bueno que el almirante Soberón haya hecho esta importante declaración que da certidumbre al proceso electoral que vivimos los mexicanos¡
Es muy pertinente el compromiso firme del patriota almirante porque, efectivamente, muchos vemos una peligrosa tendencia en el gobierno de Peña, con su ley golpista y los acuerdos secretos de Videgaray con Donald Trump, de imponer a sangre y fuego a su candidato presidencial, sumido en una evidente catástrofe electoral.
La Ley de Seguridad Interior no apunta más que en esa dirección, como lo demuestra el brutal aislamiento a Elba Esther Gordillo tan pronto como manifestó su intención de apoyar a López Obrador, con el ridículo argumento, típico del golpismo militar, de que la setentona profesora constituye “un peligro para la estabilidad del país”.
No hay ninguna duda. El régimen prianista Calderón-Peña que sacó al Ejército mexicano de sus cuarteles para intimidar a la población -con el pretexto de una guerra contra el narco no solamente ineficaz, sino contraproducente- ha militarizado el país durante más de una década con algún propósito que no tiene nada que ver con el combate al crimen organizado, porque éste no solamente se ha fortalecido, sino que parece operar a estas alturas en perfecto acuerdo con un creciente número de burócratas de los tres niveles de Gobierno.
El heroico Ejército Mexicano no está capacitado para labores de Seguridad Pública, pero se le ha denigrado obligándolo a realizar esa encomienda inconstitucional, ante la evidente incapacidad de los gobiernos prianistas de cumplir cabalmente con una de sus tareas sustantivas, derivadas del pacto social, a saber: crear políticas eficientes que brinden seguridad efectiva a los ciudadanos.
Nuestras Fuerzas Armadas se han negado, hasta ahora, a participar directamente en la represión contra el natural descontento social derivado de robos electorales y saqueo a gran escala de la riqueza nacional, perpetrado por la burocracia quizá más corrupta de la historia de México.
La impunidad absoluta con la que se protege a asaltantes del erario público como Emilio Lozoya, expuesto en videos por testigos de Odebrecht. La descarada entrega de nuestra riqueza petrolera a compañías transnacionales, arguyendo “la incapacidad de Pemex para la exploración en aguas profundas”, mentira que ha quedado al descubierto en las recientes licitaciones. El robo masivo de la gasolina de Pemex mediante los huachicoleros, surgidos a raíz de la Reforma Energética como los operadores clandestinos de concesionarios gasolineros corruptos, cuya actividad terminará por rematar a la gallina de los huevos de oro, a la más grande empresa de los mexicanos. Todo ello y mucho más, constituye un claro panorama de tiranía que requiere para sobrevivir la represión social masiva, como la que perfila la Ley de Seguridad Interior del peñismo. No puede ser más evidente.
“Cuesta entender el griterío contra las fuerzas armadas. Griterío que muchas veces es también hipocresía”, remata con extrema irresponsabilidad Ciro Gómez Leyva, un tipo completamente amargado que intenta azuzar a las fuerzas armadas contra los críticos de una militarización absurda, porque los propios soldados y marinos son los primeros descontentos con la irracional orden de sus comandantes supremos, Calderón y Peña, de involucrarlos en tareas que no les corresponden.
¿Quién realmente es aquí el hipócrita? ¿El que critica que se envíe a los soldados y marinos a tareas suicidas e inútiles, como lo demuestran los pésimos resultados de once años, o el que pretende mantenerlos en esa labor eternamente, y les da puñaladas traperas disfrazadas de palmaditas en la espalda?
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