Fiscalía del Edomex encubre a policías que bajaron a balazos helicóptero en Sultepec. Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL
Otro Tlatlaya, pero en chiquito, donde el fiscal Alejandro Gómez juega al eruvielazo
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) se contradice al informar sobre la muerte del piloto de un helicóptero (sin puertas, “como los que usan los narcos para poder disparar”, dice Humberto Padgett en el programa mañanero de Ciro Gómez Leyva), como si hubiera tratado de encubrir, en un primer momento, el hecho de que policías de la entidad bajaran a balazos al helicóptero que “trasladaba a una señora enferma a la ciudad de Toluca“.
La Fiscalía se apresuró a dar una primera versión sobre la caída del helicóptero según la cual no habían existido disparos contra el aparato recién despegado y el piloto muerto “no presentaba heridas de bala en su cuerpo”; pero ante la evidencia aportada en videos tomados por los pobladores agredidos por la policía, la Fiscalía tuvo que rectificar y admitir que el piloto -quien según Padgett trabaja para narcotraficantes- sí fue herido de bala en la espalda y falleció, lo que precipitó la caída del aparato con tres ancianas cuyo testimonio pone en entredicho la versión oficial de la fiscalía local.
Vecinos de Sultepec relatan el momento de la caída del helicóptero; contradicen la versión de las autoridades
¡Al escuchar las ráfagas de balas, nos tiramos al río! Solo vimos cómo el helicóptero se fue cayendo, relató Orfelina Rebollar, quien vivió en carne propia los hechos sucedidos en la comunidad sureña de Rincón de Cristo, comunidad localizada en el municipio de Sultepec, línea limítrofe con Tejupilco y Tlatlaya, explica nota de Rodrigo Medina en El Sol de Toluca.
“La tarde del domingo los pobladores organizaron el festejo por el Día del Padre. Al lugar aterrizó un helicóptero que pretendía trasladar a una persona a un hospital de la Ciudad de Toluca para su atención médica, pero antes, le pidieron al capitán diera un breve paseo a los niños que estaban en la fiesta”.
Esta versión no la conoció Manuel Feregrino, del mismo noticiario de Ciro, porque se la pasó especulando en “Por la Mañana” sobre videos que le llegaron donde se ve a un niño dentro del helicóptero, despegando, y luego, en otro video, el mismo niño está corriendo mientras el aparato despega…
Cuando el helicóptero ya disponía a elevarse de manera repentina se escucharon ráfagas de balas que salían -aseguraron- de armas de policías estatales.
“Sólo escuchamos los disparos y todos incluyendo mujeres y niños, nos tiramos al río. Ya al voltear vimos cómo el helicóptero caía, todavía les dije a los policías ayuden a la gente”, relató una de las señoras.
Padgett, quien acaba de salir bien librado de una demanda que le enderezó Eruviel Ávila por haberlo acusado de pederasta, sugiere que este caso se asemeja al del escándalo de Tlatlaya, municipio vecino con similares características de presencia de grupos de narcotraficantes con apoyo de la población. Incluso asegura que el piloto fue el mismo al que se sorprendió repartiendo propaganda del narco, desde el aire, durante la celebración de la feria de Texcoco, al otro lado de la entidad.
Con los datos disponibles, podría plantearse la hipótesis de que el piloto llegó en su aeronave a festejar el día del padre con sus amigos de la comunidad Rincón de Cristo y anduvo paseando a niños y señoras en su aparato, quizá hasta con algunos tragos encima, cuando los policías dispararon por considerar sospechosos esos movimientos de despegue y aterrizaje.
Los pobladores se inventaron de inmediato la excusa de que la aeronave fue rentada con “coperacha” para trasladar a una mujer enferma. La fiscalía trató de encubrir en una primera instancia la violación de los derechos humanos perpetrada por los policías -muy al estilo de Tlatlaya– pero en este caso no tuvieron que pasar dos meses para que Esquire y AP pusieran en evidencia las mentiras de Eruviel, quien felicitaba por televisión un día sí y al otro también al Ejército por su “heroico enfrentamiento con un grupo de criminales”. Aquí los pobladores difundieron en redes y medios hegemónicos la verdad sobre la agresión policial y la fiscalía tuvo que ceder ante la evidencia y ante el hecho de que el caso fue atraído por la Fiscalía General de la República.
Esta vez sólo murió un piloto de helicóptero que festejaba con sus amigos el día del padre, y que fue masacrado no por soldados, sino por policías del Edomex. Otro Tlatlaya, pues, pero en chiquito.
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