López-Gatell elude polemizar con quien lo acusa de “traición a la patria”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Cada vez más analistas y expertos ponen en duda las cifras oficiales de contagios del Covid-19
El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, envió saludos al gobernador Enrique Alfaro, luego de que éste señalara un posible acto de traición a la patria por su negativa a realizar pruebas masivas de Covid-19 y sabotear la compra en el exterior de esas pruebas, como lo denunció el mandatario de Jalisco, a quien el vocero del Gobierno Federal en materia de Salud ni siquiera le toma las llamadas.
“Le mando saludos al gobernador de Jalisco. Estoy seguro que quiere hacer el bien por su estado, y qué bueno que esté dedicado a su trabajo”, se limitó a responder el funcionario a pregunta abierta.
Este miércoles 1 de abril, Alfaro ironizó que a su gobierno le preocupa más la salud de los jaliscienses que cuidar las estadísticas, lo que significa una acusación gravísima que pone en jaque toda la estrategia seguida por el Gobierno Federal ante la pandemia que tiene al mundo de cabeza.
“No quiero yo pensar que lo que está haciendo López-Gatell es cuidar la estadística, porque sería, literal lo digo, un acto de traición a la patria, así de claro”, condenó Alfaro.
Y hablando de estadísticas, cada vez son más los expertos y analistas que cuestionan las cifras oficiales sobre el número de contagios y fallecimientos. Por ejemplo, Alejandro Hope, habitualmente muy certero en el tema de las cifras de criminalidad en México, plantea en su “Plata o Plomo” de El Universal que “el número real de casos es varias veces mayor que el número de casos confirmados”.
“Hay muchos casos asintomáticos o con síntomas leves que nunca recurren al sistema de salud -explica Hope-. Asimismo, pueden pasar varios días entre el contagio y la confirmación del caso. En ese periodo, el virus ya brincó a muchos otros humanos. ¿A cuántos? No sabemos y, por tanto, ignoramos si la curva de confirmaciones se comporta igual que la de casos totales”.
Desde hace tiempo he planteado en esta mi “versión no oficial” que resultan muy extrañas las estadísticas mundiales que apuntan a países ricos y desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza, como los más devastados por la pandemia y a los más pobres, como Belice, por ejemplo, como “los que mejor han logrado detenerla” lo que, a mi modo de ver, refleja más bien una pésima interpretación de los datos, que estarían apuntando en una dirección contraria: que los países pobres no están detectando la realidad porque ni siquiera aplican pruebas.
Sólo los ciudadanos ricos están pagando en hospitales 5 estrellas de México pruebas que se venden hasta en 15 mil pesos, de ahí la percepción equivocada del Gobernador Barbosa de Puebla, en el sentido de que el coronavirus sólo afecta a los ricos y no a “nosotros los pobres”.
“Ningún estado quiere ser percibido como la Lombardía mexicana, el corazón de nuestra epidemia. En consecuencia, es posible que haya incentivos en lo local para no poner el pie en el acelerador en la ubicación y confirmación de casos”, agrega Hope.
Por otra parte, epidemiólogos del Norte del país han mostrado su extrañeza de que, en ciudades fronterizas mexicanas, como El Paso o Tijuana, tengan un registro bajísimo de incidencia de contagios y fallecimientos, mientras que, en las ciudades colindantes gringas, separadas muchas veces por una calle, las cifras se multipliquen por miles.
El hecho de que en Guayaquil Ecuador, la pandemia ya arroje resultados dantescos de ciudadanos abandonando e incluso quemando los cadáveres de sus familiares en plena calle, habla muy claramente de que sus cifras oficiales no reflejan la realidad, sino su absoluta incapacidad para detectar el número real de enfermos, simple y llanamente porque no aplican, como también es el potencialmente dramático caso de México, pruebas masivas, que es justamente lo que reclama el gobernador de Jalisco al vocero López-Gatell.
Argumentos similares muy interesantes presenta Julio Boltvinik en su “Economía Moral” de La Jornada.
Negarse a ver la cruda realidad parece ser una tónica cada vez más evidente en la administración del Presidente López Obrador. Al señalar esto, haciendo uso estricto de mi libertad de expresión, sé perfectamente que me expongo a ser señalado de “Fifí”, de neoliberal, de chayotero y de toda la andanada de adjetivos y ofensas que el propio Presidente ha fomentado entre sus fanáticos seguidores que lo ven como un Dios y no toleran que se le toque con una crítica, porque lo consideran perfecto.
Él mismo fomenta esa percepción por el tono de predicador con el que impone su visión del mundo en interminables y repetitivos soliloquios diarios desde Palacio Nacional, estrategia de comunicación que ya presenta tintes francamente goebellianos.
Un hombre que se niega a ver la realidad en materia, por ejemplo, del fracaso total de su estrategia contra el crimen organizado, fracaso que las estadísticas le explotan cada mes en plena cara, cuando lo que va de por medio es la muerte de cien mexicanos diarios en promedio, es un personaje que estaría perfectamente dispuesto a negarse a ver la realidad de que su gobierno no está atacando correctamente la tragedia de la pandemia que, tarde o temprano, también le explotará en plena cara.
Y decir esto no refleja un deseo de mi parte, al contrario, plantearlo a tiempo puede ser un viso de solución para la buena marcha de un gobierno que fanfarronea a diario de justiciero y preocupado por los pobres, empecinado en combatir la corrupción, pero a nivel meramente discursivo, porque al mismo tiempo que fustiga casi a diario a los jefes de “la mafia neoliberal corrupta”, el propio mandatario se niega a que se les finquen responsabilidades penales.
Por lo demás, hay que decirlo con claridad, los programas de asistencia social que presume todos los días don Andrés, están muy, pero muy lejos de paliar la terrible desigualdad que priva en México.
El Presidente se ha negado sistemáticamente a instrumentar una reforma fiscal que grave más a quienes más, tienen en beneficio real y no meramente discursivo, de los 50 millones de pobres que cohabitan con unos cuantos megamillonarios a los que López Obrador no toca ni con el pétalo de una rosa, mientras ellos se llevan sus fortunas inmensas al extranjero y siguen ejerciendo una asonada mediática contra un gobierno que no ha tenido el valor de cancelarles sus concesiones televisivas y radiofónicas y se conforma con una estrategia de comunicación francamente patito.
En el colmo de males y de sumisión plena ante los jefes de la mafia del poder a quienes dice combatir, don Andrés acaba de anunciar que les devolverá los tiempos oficiales, limosna que los concesionarios daban al Estado mexicano para cadenas nacionales de radio y televisión.
“Hice un compromiso con concesionarios de radio y televisión, y les ofrecí que íbamos a analizar la devolución de los tiempos oficiales y hoy voy a firmar el acuerdo. Devolvemos los tiempos oficiales a las estaciones de radio y canales de televisión”, anunció López Obrador esta mañana, seguramente pensando que cesará con esta nueva concesión, la asonada televisiva y radiofónica contra su Gobierno.
El tiempo, seguramente, NO le dará la razón.
CON INFORMACIÓN DE:
Proceso.- https://www.proceso.com.mx/624321/lopez-gatell-saludos-enrique-alfaro
La obsesión con los casos confirmados / Alejandro Hope / Plata o plomo
El Universal.- https://www.eluniversal.com.mx/opinion/alejandro-hope/la-obsesion-con-los-casos-confirmados
Contar bien los contagiados /Julio Boltvinik/ Economía moral
La Jornada.- https://www.jornada.com.mx/2020/04/03/opinion/022o1eco
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