viernes, mayo 17

Delfina y el relevo en Edomex 2023. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Profecías adelantadas y facilonas sobre la sucesión en el Estado de México

“En 2023 se elegirá el relevo de Alfredo del Mazo Maza como gobernador del Estado de México -apunta Julio Hernández López en su Astillero de La Jornada-. Desde ahora se perfila como una carta fuerte por parte de Morena la profesora Delfina Gómez Álvarez, quien ya fue candidata en 2017 frente al mismo priista Del Mazo Maza, cuando éste, junto con su familiar Enrique Peña Nieto, tejió una red de defraudación electoral contra la actual senadora con licencia que desde ayer ocupa la Secretaría de Educación Pública“.

Otra columna (local), por su parte, se desvive en elogios para la maestra, luego de su asunción oficial como titular de la SEP. Dice que ya se pulió. Que ya no la riega al hablar. Que tomó cursos y sigue siendo la sencilla maestra del pueblo, pero mejorada en su dicción… y tonterías por el estilo.

Califica esta columna de bobos a quienes la criticamos, de “racistas y clasistas”, emulando a Andrés Manuel cuando aseguró que se critica a Delfina porque es hija de un humilde albañil.

No dudo que haya intelectuales y académicos de altos vuelos que vean con un dejo de desprecio a una maestra de primaria convertida en alcaldesa de Texcoco por quienes la usaron para incrustar en la nómina del ayuntamiento a sus familiares y amigos.

Tampoco dudo que haya muchos “escolarizados” (en el sentido que Ivan Illich le da al concepto de desviación de la educación por “escolarización” de la Sociedad) que quizá en términos clasistas -no racistas- menosprecien a la profesora por sus evidentes limitaciones hasta para hablar correctamente, lo que se le puede perdonar a un gobernador y hasta a un Presidente, pero no a una secretaria de Educación Pública.

Esa columna lambiscona da por hecho que Delfina será gobernadora y se apresura a adularla con el triste argumento de que los “cambios cosméticos” la han convertido en “una nueva Delfina mejorada. Más competitiva”.

Tal vez, en efecto, esta respetabilísima dama será la candidata de Morena en la próxima sucesión gubernamental del Edomex. No lo dudo. Cuenta para ello con la reiterada e inequívoca voluntad del mandamás absoluto de Morena, por mucho que simule haberse distanciado del partido-movimiento que lo llevó al poder omnímodo que ahora malgasta en peroratas interminables contra los corruptos, pero sin las consecuencias judiciales respectivas.

Así que suponiendo que esa cuatroté light, gatopardista, agresiva en el discurso, pero inocua en la praxis resista el paso del tiempo, la indudable candidata de AMLO podría ganar, pero si el incendiario discurso sigue divorciado de la praxis veremos una debacle muy peligrosa de un obradorismo que terminaría en lamentable llamarada de petate.

La transformación tan cacareada parece meramente cosmética, discursiva, como el pretendido refinamiento que Delfina anhela alcanzar con el “media training”. Don Andrés piensa ingenuamente que su cobijo presidencial librará a Delfina del bullying no solo social, sino hasta de sus compañeros de gabinete.

El nombramiento de esta maestra al frente de la SEP es un contrasentido que revela el profundo desconocimiento que López Obrador tiene sobre el papel de la Educación en México como aparato ideológico de Estado al servicio de la clase dominante, sea ésta de corte neoliberal o promotora del “cambio”.

Mientras Emilio Chuayffet, ese gran mexiquense, trató de limpiar la planta docente nacional de parásitos sindicales y simuladores académicos con un plan de evaluación que permitía a los verdaderos maestros superar sus conocimientos y técnicas pedagógicas, al tiempo que mejoraban sus percepciones económicas -intención loable que Aurelio Ñoño transformó rápidamente en la mal llamada reforma educativa del peñismo-, la cuatroté la eliminó de un plumazo, pero no para mejorarla en lo substancial y recuperar el espíritu original de la iniciativa, sino para empoderar nuevamente a Elba Esther Gordillo y volver a someter a nuestros niños a la enseñanza tradicional, memorística, enciclopédica, autoritaria y, a final de cuentas, reproductora de las desigualdades sociales, muy lejos del papel retórico de mecanismo de movilidad social ascendente.

Piensa don Andrés, cada vez más refractario a los consejos y asesoría de los expertos, que Delfina podría llegar a ser una Benita Juárez. Imagina que resulta muy de avanzada el audaz lance de nombrar a una maestra tradicional, absolutamente incapaz ya no digamos que de formular una sola idea transformadora en materia educativa, sino hasta de expresarse más allá de agradecer la increíble oportunidad que le dieron (sin merecerla en absoluto) de encabezar el más alto puesto de la educación en México.

La educación es por definición clasista y escalafonaria. Y no importa si tienes 20 maestrías y doctorados si no sabes siquiera expresarte con propiedad. Una persona culta, autodidacta, sin títulos académicos formales pero sabia, haría mucho mejor papel como titular del ramo que Delfina, porque podría ver con mayor claridad la forma en que el proceso de enseñanza-aprendizaje en el aula típica mexicana, termina por castrar la capacidad creativa y crítica de la mayoría de nuestros niños y jóvenes.

¿A cuántos alumnos habrá torturado, castigado y reprobado Delfina, en sus muchos años de ejercicio magisterial, porque le corrigieron que no se dice “nadien”, sino nadie?

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