Condena Ciro Gómez a YosStop “por su lenguaje”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López
Ricardo Raphael se suma, discretamente, al linchamiento mediático de la joven
El público que presenciaba cómo la Inquisición (que no tiene nada de “santa”) quemaba vivas en la hoguera a miles de mujeres durante toda la Edad Media, por el delito fabricado con testimonios falsos de “brujería” -que en realidad era una venganza por haberles arrebatado a los hombres el oficio de parteras- se dividía, como ahora, básicamente en dos clases de espectadores:
Primero, los que observaban horrorizados la terrible injusticia que perpetraba, a los ojos de todo el mundo, la poderosa Iglesia Católica, con una impunidad absoluta. Este grupo de espectadores era -y sigue siendo- minoritario. Simples observadores acobardados, incapaces de alzar la voz para defender a las mujeres masacradas y previamente torturadas con los mecanismos más sofisticados del horror y la maldad humanas.
La segunda clase de cómplices de semejante atrocidad -que era y sigue siendo una inmensa mayoría, lo cual piensan que los exculpa- disfrutaban del espectáculo profiriendo insultos y aventando piedras o lo que tuvieran a la mano contra la víctima inocente. Esa turba linchadora es la que les daba valor a los inquisidores para cometer sus crímenes de lesa humanidad.
Pero a final de cuentas todos eran cómplices, unos por omisión y cobardía y los otros por… alentar un odio que solo puede revelar una profunda enfermedad mental, masiva por desgracia.
Ainara “N” era hace tres años una chica de 16 que no solo fue violada en una fiesta por cuatro enfermitos mentales con una botella de vino o de champagne, sino que, encima, estos violadores grabaron la escena y la compartieron en redes sociales. Están libres después de 3 años de haber cometido simultáneamente este par de delitos, ambos graves, de los cuales no los exime en modo alguno que eran menores de edad. Tampoco pido que se les juzgue como adultos, pero sí que se les castigue con todo el peso de la ley para menores.
El hecho de haber difundido en redes sociales y haber compartido con un número indeterminado de personas su “hazaña”, su perversión, constituye el delito de “pornografía infantil“, y cualquiera que haya retransmitido ese video puede ser acusado.
Los que se dedican profesionalmente a la pornografía infantil -industria en pleno auge en nuestro país- secuestran niños y niñas, los obligan a prácticas de perversión sexual que graban y difunden en Internet o en otros medios (nunca en redes como YouTube o las demás, por cierto, porque no se los permitirían). A la policía mexicana, incapaz de aprehender a los verdaderos delincuentes de pornografía infantil, se les hace más fácil agarrar a un chivo expiatorio como YosStop.
El caso es que de las decenas, cientos o miles de personas y noticiarios de televisión que reprodujeron el odioso video, solo una, la única que no lo reprodujo pues sólo habló de él censurando las imágenes, ha sido acusada de “pornografía infantil “. ¿Por qué?
Porque los abogangsters de la chica violada la convencieron de emprenderla contra Yoseline Hoffman para aprovechar que tiene una audiencia extraordinaria en sus redes sociales -superior a los 10 millones de suscriptores- y eso ayudaría a hacer famoso su caso.
El alegato de la niña violada -e insisto, los violadores que la grabaron y difundieron las imágenes siguen libres- es que, al comentar su caso de manera ofensiva, Yoseline le echó encima la desgracia de ser expuesta a la condena pública y a un sinnúmero de agresiones.
Lo que no dicen ni ella ni sus oportunistas abogangsters, es que al demandar a YosStop provocaron una avalancha informativa que exponencialmente supera el presunto daño original.
YosStop es evidentemente culpable de manejar un lenguaje ofensivo. De acuerdo. Que se le castigue por eso y no de pornografía infantil, delito que debería estar reservado para quienes la violaron, grabaron el hecho y luego lo difundieron, con las atenuantes por su condición de menores de edad.
YosStop debería pagar una indemnización a la víctima para resarcirla del daño. Debería ofrecerle una disculpa pública y darle derecho de réplica en su popular programa. Pero encarcelarla por “pornografía infantil” es una aberración que el podrido sistema judicial mexicano está a punto de cometer para desgracia de la justicia universal.
Si de por sí nuestro primer mandatario despotrica a diario contra el corrupto Poder Judicial y hasta propuso mantener dos años más al ministro presidente de la Corte, Arturo Saldívar, quesque para que pueda sanearlo, ¿imagínese usted el desprestigio internacional de nuestro aparato de justicia si se llega -este mismo día- a perpetrar el atentado institucional contra una joven inocente, malhablada, grosera, prepotente si ustedes quieren, pero a todas luces inocente del delito que un puñado de delincuentes con licencia de abogados le ha fabricado, en lo que constituye una clara violencia judicial de género contra Yoseline Hoffman.
¿En qué parte del público que observaba las hogueras de la “Santa Inquisición” estaría usted ubicado? ¿En la de los observadores horrorizados y acobardados o en el de las hordas linchadoras?
Ciro Gómez Leyva y, sorprendentemente, Ricardo Raphael, entre muchos otros, condenan a Yoseline. Ciro lo hace textualmente “por su lenguaje”. El mismo Ciro Gómez que defendía como perro al tratante y padrote del PRI, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.
Ciro, el litigante mediático de las causas más perversas.