miércoles, octubre 30

Parlamento ciudadano, ¿plataforma para la Gubernatura? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López

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El senador Higinio Martínez podría verse obligado a un “plan B”. Su nombre: Mauricio Valdés

Don Higinio Martínez, senador caído de la gracia de Andrés Manuel López Obrador por su diferendo con la cancelación del proyecto aeroportuario de Peña Nieto, ha dicho que el próximo gobernador mexiquense surgirá no de Atlacomulco, Toluca, Metepec o Tianguistenco, sino de Texcoco. Y podría estar en lo correcto.

Para ello, le dio instrucciones a Maurilio Hernández, su brazo legislativo local, a fin de que instrumentara un ambicioso proyecto de reconfiguración de la Constitución y las bases jurídicas del Estado de México. Así nomás. Y encima, que lo hiciera tomando en cuenta a las multitudes ansiosas de jugar al legislativo desde su humilde condición ciudadana.

Como Maurilio ha sido incapaz de instrumentar siquiera las más elementales iniciativas de la agenda de izquierda, por ejemplo la despenalización del aborto -que ya prospera en otras entidades con Congresos, esos sí, orgullosamente morenistas- el hombre tuvo que buscar a un profesional de la política como Mauricio Valdés Rodríguez, el candidato de Ignacio Pichardo Pagaza para sucederlo en el cargo de gobernador, cuando se le atravesó Carlos Salinas con otros planes y el texcocano terminó exiliado en Dinamarca.

Mauricio aceptó el encargo y se ha echado a cuestas la tarea titánica de conciliar más de mil propuestas de chile, dulce y de manteca que cada grupo de presión -de todos los colores del espectro político- envía, como la ridícula de convertir las plurinominales en de mayoría, “para que impere la voluntad de la gente y no de los partidos” -dice su autor- ignorando el propósito de la propuesta original de AMLO: el ahorro, y pasando por alto que la imposición de los candidatos plurinominales, pero también de mayoría, la realizan los partidos y sus padrinos.

En el proceso sucesorio, el Presidente López Obrador, eso nadie lo duda, enviará a Delfina -si supera la prueba del reto educativo post pandemia y no ocurre una tragedia mayor por andar con las prisas de las clases presenciales- o a Horacio Duarte -si deja de inmiscuirse en procesos electorales como el de Valle de Bravo, donde el manejo fue pavorosamente torpe en ambos bandos, el del gobernador (es decir, del PRI) y el de Morena, que prácticamente parece haber sido apadrinado por grupos criminales.

Así que Higinio tendrá que jugarla contra sus antiguos correligionarios acompañado por Maurilio y sus huestes domesticadas de diputados sumisos que lo impusieron por unanimidad, nuevamente, como su líder para la próxima legislatura, luego de su desastroso papel en la actual, cuando en vez de aprovechar el poco tiempo que le queda para enmendar su constipación mental respecto de la agenda legislativa de la verdadera izquierda, se pone a cumplir las indicaciones y los caprichos irracionales de Higinio.

Del Mazo, que se ha limitado a lo largo del sexenio a hablar de tarjetas color de rosa, a sonreírle a Andrés Manuel López Obrador, a estrangular económicamente a la prensa crítica, a desaparecer de la escena pública en momentos clave, y a decretar semáforos epidemiológicos errados, no podrá imponer a un delfín propio ni yendo a bailar a Chalma.

Tendrá que negociar con Higinio, como lo ha hecho hasta ahora, para aplacar a los diputados y presidentes municipales a los que hasta entonces les caerá el veinte de que estar con el senador, significa estar contra López Obrador.

El panismo mexiquense se siente muy pantera con su prospecto impresentable de Huixquilucan, el rey del nepotismo municipal que jamás podrá ser gobernador, por lo mismo, y porque históricamente el PAN en el Estado de México solo figura al lado del PRI.

Así que este pequeño vistazo me permite columbrar un futuro interesante para un auténtico político profesional de la vieja guardia priista, abierto al pragmatismo y a todas las ideas, a quien acabo de plantarle, muy a mi pesar, un sonoro beso del diablo. Sorry Mauricio.

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