sábado, mayo 18

¿Simbiosis de las autoridades mexiquenses con el crimen organizado? Por Jesús López Segura

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“La fuerza de la delincuencia ha crecido de tal forma que reta al poder público”: Mauricio Valdés

Mi amigo Mauricio Valdés, a quien asesoré cuando era presidente del CDE del PRI en el Edomex y como candidato a Senador de la República, se desempeña ahora como coordinador de un extraño proyecto “ciudadano” de reconversión institucional (incluso constitucional) del Estado de México, por encargo de Maurilio Hernández, es decir, del senador Higinio Martínez, es decir, de ¿Marcelo Ebrard? ¿Ricardo Monreal?

El caso es que mi buen amigo lanza una severa crítica a la incompetencia del Gobernador Alfredo del Mazo para cumplir su promesa de “hacer del Estado de México, uno de los estados más seguros del país”.

“La crisis de inseguridad se ha recrudecido en las vialidades y poblaciones de nuestro estado, principalmente en los municipios del Valle de México -dice Mauricio– … La situación en el Sur del Estado es de inmensa preocupación. Las estrategias difundidas para combatir la delincuencia no han alcanzado los objetivos previstos. Por el contrario, en privado, las autoridades reconocen que la fuerza de la delincuencia ha crecido de tal forma que reta al poder público”.

El diagnóstico planteado en un artículo de Milenio Edomex, es aterrador, por mucho que mi amigo, como “buen político”, adorne el planteamiento con florituras y palabras sonrientes y amables:

“Sin mezquindad, aún queda tiempo para ayudar al Gobernador a cumplir esta responsabilidad fundamental para la vida de los mexiquenses. Así lo comprenden los presidentes municipales con quienes hemos dialogado”.

Y concluye: “Han pasado varios gobiernos con sus respectivos jefes policiacos y la situación se agrava. Es urgente se adopten medidas eficaces, hasta sus últimas consecuencias, para evitar males mayores. Es posible que triunfe la esperanza sobre la experiencia”.

Pero ¿cuál es la propuesta?

Para alguien que dirige el reto de reformular todo el andamiaje jurídico en el que la entidad funda su pacto social no es suficiente decir que “han pasado varios gobiernos con sus respectivos jefes policiacos y la situación se agrava”.

Quizá por el antecedente de asesorar a Mauricio, me atrevo a decirle que uno de esos jefes policiacos -en el caso del gobernador Del Mazo– fue nada menos que el brazo derecho de Genaro García Luna, la señora Maribel Cervantes Guerrero, ex comisionada general de la Policía Federal en el último año del gobierno de Felipe Calderón, y que se hizo cargo del reto formulado por el candidato Del Mazo de “hacer del Estado de México, uno de los estados más seguros del país” desde septiembre de 2017, hasta octubre de 2020, es decir, ¡durante 3 años y dos meses!

No es de extrañar, entonces, que las propias autoridades reconozcan -a sotto voce- “que la fuerza de la delincuencia ha crecido de tal forma que reta al poder público”. Por el contrario, ésa es precisamente la lógica de simbiosis, o franca complicidad, entre autoridades y el crimen organizado, como ha quedado claro, era la estrategia de Genaro García Luna.

Alguien que se propone realmente modificar esa situación no puede ser tan ingenuo de pensar que con palabras amables sea “posible que triunfe la esperanza sobre la experiencia”.

Recientemente recibí una llamada telefónica en mi oficina de un presunto comandante del Cártel Jalisco Nueva Generación quien me dijo textualmente que ya se había acabado el tiempo de dejarme trabajar en paz. Que ahora tendría que encontrarme con él para acordar cuánto le iba yo a pagar, regularmente, para que no tuviera que mandar a sus gentes a visitar a mi familia.

Denuncié esta situación ante la Fiscalía -donde fueron muy amables y me informaron que el teléfono desde donde me llamó el extorsionador ya estaba denunciado y que no debía preocuparme- e intenté que el secretario General de Gobierno, Ernesto Nemer, me tomara una llamada telefónica o me concediera una audiencia para solicitarle mi inscripción en alguno de los programas que cacarean tienen para proteger a periodistas, pero nunca se reportó, a pesar de que en reiteradas ocasiones ha dicho “ser mi amigo”.

Mauricio Valdés, o cualquiera que se proponga cambiar el marco normativo en el que se basa nuestra convivencia como estado libre y soberano, debería tener muy claro, en principio, que quizá está lidiando con un régimen que permite que los criminales extorsionen o asesinen a los periodistas incómodos para no tener que reprimirlos ellos directamente. ¿No cree usted?

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