La sucesión presidencial ¿ligada a la del Edomex? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López
¿El destino de los precandidatos presidenciales dependerá de su incidencia en la sucesión del Estado de México?
Jorge Zepeda Patterson (uno de los columnistas consentidos de AMLO) afirma en un artículo publicado en el diario español El País (uno de los periódicos internacionales aborrecidos por el Presidente), que la continuidad de la 4té está garantizada porque la popularidad de Andrés Manuel López Obrador se mantiene intacta, al tiempo que los opositores no dan pie con bola.
Coincide con Raymundo Riva Palacio (uno de los columnistas más críticos de la 4té) en que la elegida del mandatario -a la vieja usanza del dedazo presidencial- es Claudia Sheinbaum y que los otros dos, traídos y llevados por la prensa como “presidenciables”, Monreal y Ebrard, tendrán que acatar… o emigrar.
En este contexto y asumiendo que la adelantadísima “lucha sucesoria” se desató por la disputa en puerta de la sucesión en el Estado de México, como laboratorio de la presidencial, es de destacar el autodestape -ahora sí más formal, no como el esbozado hace 3 meses ¡en el Estado de México!, but of course my horse- de Marcelo Ebrard, muy comentado en la jornada informativa:
“Pienso participar de acuerdo a las normas que se den en Morena, en primer lugar, y Morena ya determinará”, dijo en entrevista con Grupo Fórmula.
Y para que no quedaran dudas de su firme determinación, el secretario de Relaciones Exteriores también comunicó este deseo a sus colaboradores a quienes pidió “sacar adelante nuestras responsabilidades” en los años que faltan para el proceso, lo que no le ha impedido a don Marcelo venir continuamente al Edomex a hacer grilla con cierta rama del casi extinto “Grupo Atlacomulco“.
Mario Delgado, por su parte, se manifestó feliz con la inclinación del Presidente por las encuestas, lo que le permite maniobrar en favor de su candidato específico, que no es Monreal ni Claudia, lo cual no quieres decir que necesariamente sea el carnal Marcelo. Todo dependerá de quién resulte -nuevamente a la vieja usanza priista- el verdadero “tapado” presidencial.
En este espacio acabo de sugerir que no se hagan bolas, que el tapado real del Presidente es su clon don Adán Augusto, el único que, hasta el momento, aparece así, es decir, tapado, “precisamente”, para usar la palabra favorita de la muy destapada para la gubernatura mexiquense, Delfina Gómez.
Una premisa para realizar un buen análisis político sería asumir, de una vez por todas, que los grupos de influencia real se irán decantando sobre la sucesión presidencial en la medida en que adopten posturas claras respecto de la sucesión en el Estado de México, si es que en verdad se asume ese proceso como “la antesala de la Presidencial”, donde el casi seguro candidato del PRI (no necesariamente de una alianza opositora) sería Alfredo del Mazo.
El que el primo de Peña Nieto vaya o no en alianza, dependerá del desenlace final de los tejemanejes de sus posibles aliados en la disputa, nada tersa, que ya se perfila por su propia sucesión, con el antecedente ingrato del chantaje que el senador Eruviel Ávila le planteó a Enrique Peña cuando tuvieron que posponer el arribo del tercero de la dinastía Del Mazo, y hasta Luis Videgaray tuvo que apechugarle para satisfacer el capricho de “El Chapitas” bajo una nada discreta amenaza de extorsión.
Dice Plana Mayor en su análisis de hoy que “con el ascenso delmacista a la gubernatura ocurrió un clivaje con el sexenio eruvielista. Desde 2011, la forma en que Eruviel alcanzó la candidatura priista provocó una ruptura irremediable con el mandatario en turno” lo que según el análisis de ese diario -referido en su OFF THE RECORD-, determinó la multitud de obras inconclusas del eruvielismo que, por falta de interés y presupuesto, se quedaron en obras negras, ¡incluyendo varios hospitales!
Pero “el clivaje”, es decir, la ruptura, no fue entre Eruviel y Del Mazo, fue entre Eruviel y Peña; entre el aspirante menos capacitado y más alejado de los afectos de casi toda la clase política estatal y de la sociedad mexiquense (incluido Ecatepec) y el gobernador saliente que quería ser (y fue) Presidente de la República.
Las obras inconclusas, los elefantes blancos como la “universidad de la barbacoa” entre otras faraónicas frivolidades -sin mencionar los millonarios gastos en rubor-; los viajes de unas cuadras en el helicóptero oficial de su amiguito Carlos Aguilar; los coqueteos impúdicos con el Presidente Calderón; el saqueo brutal del dinero público en materia de salubridad, entre otras aberraciones, harían del Señor Ávila un digno candidato a la cárcel o al exilio, si no fuera porque amenaza con revelar secretos de una cierta clase política local que son guardados a piedra y lodo para evitar escándalos que harían aparecer las aventuras sexuales de Bill Clinton como juegos de niños.
Este breve resumen del catastrófico “eruvielismo” viene a cuento por su aparente empiernamiento con el muy activo “precandidato” de Morena en la entidad -con quien posa en fotografías y acuerdos a la primera provocación-, su par senador Higinio Martínez, ex patriarca del grupo de Acción Política o Grupo Texcoco, que le disputa la gubernatura al Grupo Huixquilucan, formación política en construcción que recoge los restos del prianismo mexiquense.
Los precandidatos presidenciales y sus nexos con el Edomex
Marcelo es apoyado por cierta clase política y empresarial del Estado de México, encabezada por Enrique Gómez de Orozco y algunas ramificaciones del Grupo Atlacomulco.
Monreal, por su par senador Higinio Martínez, dado que de ninguna manera aceptará la imposición ni de Delfina, ni de Horacio Duarte por parte del Presidente, por mucho que sean texcocanos. Para el caso preferiría a otro texcocano ilustre, como Mauricio Valdés, un político formado en las filas del priismo que incluso lo dirigió y casi llegó a la gubernatura impulsado por Ignacio Pichardo, antes de que Carlos Salinas decidiera otra cosa.
Mauricio sería el precandidato ideal para lograr la conjunción anhelada del pri-mor mexiquense, que asegurara la permanencia secular del priismo y la reivindicación, por su peso poblacional, de la zona metropolitana.
Sheinbaum no necesita ni busca apoyos en la clase política del Estado de México, porque supone (mal, por cierto) que basta con al respaldo presidencial para aglutinar fuerzas en favor de su causa, pensando a la vieja usanza de “la cargada”. A Claudia le urge una buena asesoría (que suponen se la dará Martí Batres) para resolver cuanto antes los problemas de liderazgo que le costaron perder más de la mitad de las bases morenistas de la Ciudad en la elección intermedia y en pleno proceso previo a la revocación del mandato presidencial.
El verdadero tapado del Presidente, el tabasqueño Adán Augusto López, no parece tener interés en tejer entre los mexiquenses apoyos para su probable precandidatura presidencial, o lo está haciendo de manera más discreta que sus adversarios. Ya veremos, y más pronto de lo que canta un gallo.
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