viernes, julio 26

Reconoce AMLO que presionó al Senado. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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“Cuando me informaron que faltaba un voto yo les dije que se votara para ver quién es quién”

En demérito de la consigna habitual de “no somos iguales”, el Presidente López Obrador reconoció esta mañana -quizá un tanto nervioso por la presencia del periodista Jorge Ramos-, que estuvo dando indicaciones a los senadores, en medio del debate por la extensión 4 años más de los militares en labores de Seguridad, es decir, otro cuatrienio de mini estado de sitio, como acusa el senador Germán Martínez Cázares.

“Cuando me informaron que faltaba un voto, yo les dije que se siguiera adelante con la votación para ver quién es quién”, dijo textualmente AMLO, a manera de amenaza velada y dejando en claro por lo menos tres hechos importantes:

López Obrador presiona en el Senado para continuidad de militares en las calles

1.- El Presidente mexicano ha reconocido finalmente lo que todo el mundo sabe, que filtra instrucciones a los senadores de la República para influir en temas que le interesan, cuando en su narrativa cotidiana jura que no se mete en asuntos de otros poderes, es decir, que respeta su autonomía e independencia.

2.- Monreal no le hizo el menor caso -si es cierto lo que dijo AMLO en el sentido de que su instrucción fue que se diera paso a la votación- y regresó a comisiones el dictamen, impidiendo así -con chicanadas y marrullerías- un descalabro que le habría costado perder el presunto ofrecimiento de Adán Augusto de que si sacaba adelante la votación, le levantarían el castigo y sería incluido oficialmente en el show mediático -ilegal por cierto- de las corcholatas.

3.- Los senadores comandados por “Chong” -como le dice, con desprecio y dejo de racismo un mandatario enfurecido a Miguel Ángel Osorio-, lograron contener la andanada del oficialismo a pesar de las traiciones de gente como Eruviel Ávila, dispuesto a votar a favor de la militarización “por instrucciones del gobernador Del Mazo“, como apunta Salvador García Soto en su Columna de El Universal, Serpientes y Escaleras.

López Obrador no pudo salirse con la suya, por el momento, y tendrá que revisar su alianza frustrada con Alito, pero adelantó -y quizá sería más propio decir amenazó- que va a insistir en el asunto las veces que sea necesario, “porque es su facultad” y hasta sugirió que podría organizar una consulta popular -o una de esas encuestas que se saca de la manga Mario Delgado– para ver qué opina la gente, aunque luego dijo saber de antemano el resultado, y hasta presentó la gráfica donde la población mexicana dice tenerle más confianza a los militares que hasta al propio gobierno obradorista. “Estoy seguro de que la mayorá de los mexicanos apoyan esta iniciativa”, concluyó.

Alguien debería explicarle a don Andrés -y a muchos de sus obedientes fanáticos- el concepto de “deseabilidad social” en los ejercicios demoscópicos. Hasta un estudiante de prepa sabe -o sabía antes de poner la educación de este país de cabeza-, que cuando se sienten bajo presión, los encuestados responden no lo que creen o piensan realmente, sino lo que suponen se espera que respondan.

Después de las terribles matanzas del 68 y la guerra sucia, entre otros muchos pasajes de la violencia genocida de las fuerzas armadas mexicanas -ordenadas por civiles que deberían estar en la cárcel- cuando se le pregunta a la gente qué opina de los soldados, los encuestados temen que pueda tratarse de una trampa para terminar en alguna mazmorra inmunda siendo torturados y violados por uniformados desalmados.

Es claro que la deseabilidad social en encuestas relacionadas con militares, presenta un altísimo grado y las respuestas van a estar sumamente sesgadas simple y llanamente por miedo, por pánico de caer en garras de los militares.

Hasta mandatarios como Calderón, Peña y más que nadie el propio López Obrador, se la pasaron y pasan elogiando en forma desmedida el heroísmo y lealtad del Ejército mexicano, prodigándoles toda clase de prestaciones económicas y sociales, muy por encima incluso de las que recibe la población trabajadora y, ya en el colmo de la sumisión civil, AMLO llama al Ejército “pueblo uniformado”.

¿Cómo esperan que la población se atreva a decir abiertamente lo que piensa sobre nuestros soldados, habida cuenta de las honrosas excepciones?

¿Acaso piensa López que no me estoy cagando de miedo al escribir y publicar esto?

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