¿La intifada le pegará a Sheinbaum? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
La embajadora de Israel en México acusa a AMLO de “respaldar y apoyar el terrorismo”
Ayer por la mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador dio muestras claras de su absoluta indiferencia ante el dolor humano: una, con referencia al llamado urgente, lastimoso del director de Rompeviento TV, Ernesto Ledesma, con quien suele tener ríspidos jaloneos, sobre la tragedia que viven algunos poblados de Chiapas, secuestrados por criminales; y otra con la embajadora de Israel en México, molesta hasta el grado de acusarlo de cómplice de terroristas, por mantener una postura “neutral” ante el ataque terrorista quizá más grande y sanguinario de la secular historia del conflicto en Medio Oriente.
Resulta que Ledesma le comunicaba tener datos y testimonios precisos de cómo el Cártel Jalisco mantiene aterrorizados a pueblos como Frontera Comalapa, en Chiapas, lugar donde recientemente la gente vitoreaba a los miembros del Cártel de Sinaloa que llegaron a liberarlos de sus competidores del CJNG, desfilando triunfalmente con 20 camionetas fuertemente armadas, cosa que el gobierno ha sido incapaz de hacer con la Guardia Nacional que fue enviada al lugar “para la foto” pero lo abandonó horas después, según refieren pobladores en reportaje de Proceso.
La respuesta del Presidente deja helado al comunicador. Le refiere que se reunió ayer mismo con el comandante militar de la zona y se siente satisfecho con los avances que se tienen para pacificar ese territorio olvidado de la mano del Gobierno. Tomó el ejemplo de un conflicto en Altamirano “poco difundido en la prensa”, para expresar textualmente el concepto que tienen en la 4té sobre la seguridad pública:
“… En Altamirano han habido casas quemadas eh… 30 casas quemadas, y ahí estamos también. La primera reacción de autoridades locales fue de que entráramos con la Guardia Nacional y el Ejército y dijimos ¡no, no!, porque este… no queremos eh… caer en una trampa, una provocación y no se trata de usar la fuerza en contra de unos, para favorecer a otros”.
“La fuerza pública con todas sus limitaciones se usa para garantizar la tranquilidad, la paz de todos, no es para este… reprimir a unos ¿no? además no queremos la confrontación y afortunadamente ahí vamos, en Chiapas se va avanzando eh… nos va a ayudar que nos entregues los materiales, pero sí estamos trabajando en eso”, dándole por su lado a Ledesma después de una larguísima exposición sobre los logros en Chiapas, “el estado en el que más pobladores han sido rescatados de la pobreza” por obra de los programas sociales (no de las remesas de migrantes).
La misma concepción sobre el uso legítimo de la fuerza del Estado muestra don Andrés para un conflicto internacional como el de Medio Oriente:
“El gobierno de México no quiere tomar partido en el conflicto entre Israel y Hamás, debido a que queremos ser factor para la búsqueda de una solución pacífica… Que se dialogue y que se evite el que escale más la confrontación y la violencia”, dijo el presidente (quien hizo un pronunciamiento similar en el caso del conflicto entre Ucrania y Rusia), y remató:
“Cuando se enfrentan estos conflictos tan lamentables, es una situación de mucha gravedad, que más que condenas, lo que requiere es búsqueda de soluciones pacíficas, que se dialogue y que se evite el que escale más la confrontación y la violencia”. La doctrina Estrada olvidada en los casos de Perú y Bolivia, por ejemplo, pero seguida al pie de la letra cuando conviene.
Como de costumbre, Martha Bárcena, la nueva canciller mexicana, tuvo que salir al quite de la agresiva reclamación de la embajadora de Israel en México quien prácticamente acusó al mandatario de cómplice de terroristas, como solía hacerlo Marcelo Ebrard para desfacer los entuertos diplomáticos por la noche.
Caben ahora las preguntas: ¿No podría doña Claudia Sheinbaum haber hecho la única excepción de su vida evitando volverse eco de las ocurrencias de don Andrés, habida cuenta de su origen judío?
¿Quién la asesora, un discípulo de “Alito” o el Noroñas?
¿Echarse encima a la comunidad judía no solo de México y Estados Unidos, sino del mundo entero, y hacer eso compatible con su aspiración presidencial?
¿No recuerda que Chuayffet fue descartado de la carrera presidencial, ipso facto, por el simple origen de su apellido?
La definición andresina del “uso correcto de la fuerza pública”, es decir, de la fuerza legítima del Estado, por lo demás, lo define, a su vez, como el predicador de un pacifismo de bolsillo o demagógico, que pone en el mismo plano a todos los protagonistas de cualquier conflicto -sea de abierta criminalidad o de lucha por el poder-, haciendo a un lado su obligación de aplicar la ley, en aras de “pacificar”, o como suele decir “garantizar la paz”, dejando intocados a los que violan la ley en perjuicio de otros, al mismo tiempo que se jura haber terminado con la impunidad.
Ahora sabemos cuál es el papel que le reserva don Andrés a la Guardia Nacional, una suerte de “cascos azules” que por su pura presencia garantizan la paz y la tranquilidad de pueblos asolados por una delincuencia cada vez más fuerte y que solo será castigada cuando ose atacar a encuestadores de la 4té. Entonces sí funciona como una muy eficaz fuerza de seguridad. Solo entonces porque, por ejemplo, la masacre de Hipólito Mora ¡con más de mil disparos! se mantiene en la total impunidad.