viernes, julio 26

Decepciona Julio Hernández “Astillero” con una pomposa columna propagandística

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Ve la paja en el ojo de Xóchitl Gálvez, pero oculta la viga en el de Claudia Sheinbaum

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

Dice don Julio Hernández, a quien siempre había respetado por su equilibrado y cuidadoso uso de la crítica sin consignas, que desde su cierre de precampaña en la Arena Ciudad de México, Xóchitl Gálvez “ha emprendido una evidente campaña de provocación política que es motivada por los malos resultados obtenidos hasta ahora, los cuales la mantienen en un distante segundo lugar en la gran mayoría de las encuestas de opinión…”.

¿”Campaña de provocación” es retar a un debate a su principal contrincante? ¿Por qué no dijo nada Astillero de la propuesta del fosfo fosfo de debates semanales?Sheinbaum y Xóchitl Gálvez

¿Y qué tiene de extraño que Xóchitl se encuentre en segundo lugar en las encuestas cuando Claudia va montada en los hombros del Presidente desde hace años?

Dice Hernández López que “la difícil situación de Xóchitl, de sus patrocinadores y sus aliados, la ha llevado a aumentar la producción de ocurrencias pendencieras” y que su “necesidad de armar camorra llevó a Gálvez a arremedar, a través de un mensaje en la red social X en modo infantiloide, el señalamiento claudista de que no por mucho provocar se crece en las encuestas: ‘Ni pir michi midriguir’…

Ya en el colmo de la irresponsabilidad propagandística, sugiere el irreconocible Julio Hernández que “de la provocación y la violencia verbal suele haber un paso hacia otras formas de violencia; por ello es tan peligroso el giro armígero que ha dado ese antiobradorismo en riesgo de insuficiencia electoral”.Xóchitl Gálvez

Esta insinuación descabellada de que el lenguaje audaz e irreverente de la candidata opositora podría impulsar la violencia ya desatada por la política de su adversaria, calca impúdica de la del presidente que acumula en su haber 176 mil cadáveres, refleja una hipocresía que no le conocíamos al destacado columnista de La Jornada, un diario que, en este gobierno, ha transitado de la crítica profesional, al oficialismo vulgar, y de graves apreturas económicas a una fastuosa bonanza que quizá expliquen los malabares editoriales de algunos de sus prestigiosos editorialistas.

Y no es que yo escriba esto por defender a Xóchitl Gálvez, que ni lo necesita ni probablemente le interese un comino lo que pueda yo decir, sino para dejar constancia de mi grave decepción respecto de alguien a quien llegué a admirar por su implacable mesura y sobriedad.

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