Las ocurrencias matinales y la lógica elemental. AL GRANO. Por Jesús López Segura
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Disminuyen los homicidios drásticamente, al ritmo paradójico en que crecen las desapariciones
Insiste esta mañana la Presidenta Sheinbaum en su sospecha de que también debe existir crimen organizado dentro de los Estados Unidos, basando su reiterativa aseveración en una pregunta lógica: ¿quién, si no, distribuiría la droga dentro de aquel país?
La respuesta de Donald a ese razonamiento de lógica elemental (no planteado con base en estudios o investigaciones, sino como mera conjetura matinal), sería que algunos de los millones de indocumentados que cruzan la frontera bien podrían estar cumpliendo esa función, e incluso usar las llamadas “remesas” (unos 65 mil millones de dólares anuales) como un eficaz mecanismo de lavado de dinero, como algunos estudios e investigaciones serias han expuesto. Por eso, argumentaría el presidente Ku Klux Klan, la importancia de ligar la lucha contra el fentanilo con la lucha contra la inmigración.
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Remesas que mandan los indocumentados a México han crecido
Y mientras nuestra respetabilísima mandataria sigue aplicando, cada mañana, su lógica rutinaria de manera implacable, el cronómetro arancelario sigue su inexorable marcha y Donald, completamente refractario a cualquier tipo de lógica, ya sea compleja o elemental, sigue convencido y así lo manifiesta, de que lo hecho por su homóloga mexicana sigue siendo in-su-fi-cien-te.
Si aplicáramos la lógica claudista en el tema de la disminución drástica de los homicidios, por ejemplo, tendríamos quizá que inventar el concepto nuevo de “desapariciones dolosas”.
El gobierno de Claudia Sheinbaum se jacta de haber reducido en 12% los homicidios dolosos en apenas cuatro meses. Una cifra que, a simple vista, parecería un logro de la presuntamente “nueva” estrategia de seguridad. Pero la realidad es que las matemáticas del gobierno suelen ser más convenientes que precisas: mientras las cifras de asesinatos bajan en las estadísticas oficiales, las desapariciones se disparan a niveles récord. ¿Casualidad? Difícil de creer.
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Claudia Sheinbaum señala haber reducido en 12% los homicidios dolosos. Pero no dice que aumentaron las desapariciones forzadas
De octubre de 2024 a la fecha, 10,328 personas han sido reportadas como desaparecidas, lo que equivale a 77 desapariciones diarias. De ellas, más de 5,200 siguen sin ser localizadas. Es la cifra más alta registrada en cualquier arranque de sexenio, superando incluso la administración de López Obrador. Y mientras las familias de desaparecidos claman por respuestas, las puertas de Palacio Nacional siguen cerradas para ellas, incluso ante los imperdonables asesinatos de madres buscadoras, hecho que causa indignación tratándose de un gobierno que se dice feminista.
Las desapariciones no figuran en la agenda presidencial, ni en los 100 compromisos de gobierno, ni en las estrategias de seguridad. ¿Será que, como dijo Sheinbaum en su toma de posesión, “lo que no se nombra, no existe”? Es una fórmula sencilla para maquillar cifras: si no encuentras el cadáver, no hay homicidio; si no investigas la desaparición, no hay crimen. Así, las estadísticas de homicidios disminuyen, pero a costa de la angustia de miles de familias que buscan a sus seres queridos.
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Continúa la impunidad en casos de desapariciones forzadas
La impunidad sigue reinando: de los miles de casos de desaparición, solo una ínfima fracción llega a sentencias condenatorias. En México, encontrar justicia por una desaparición es casi un milagro. Mientras tanto, la violencia no solo persiste, sino que también cobra la vida de aquellas madres que, ante la indolencia del Estado, han tomado la búsqueda en sus propias manos. Ocho buscadoras han sido asesinadas desde 2021; la más reciente, Sofía Raygoza Ceballos en Zacatecas.
Pero en la narrativa oficial, todo va muy bien. Sheinbaum aplaude su estrategia de seguridad y agradece a su gabinete por la “coordinación interinstitucional” que, al parecer, consiste en cambiar la categoría del delito en lugar de combatirlo. Si las desapariciones siguen aumentando a este ritmo, México no solo se convertirá en el país de los crímenes perfectos, sino también en el país donde el gobierno presume de logros mientras el horror se esconde bajo la alfombra de la estadística.