China protesta por los aranceles mexicanos del 50%. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

Pero la medida podría estimular a las grandes empresas chinas, como BYD, a instalar fábricas aquí
Una de dos: o en su prisa por quedar bien con Washington, Claudia Sheinbaum decidió levantar un muro comercial del 50% contra China, disfrazado de “protección al empleo local” pero en realidad como señal de disciplina hacia Trump en vísperas de la revisión del T-MEC, o bien, la mandataria mexicana y su equipo económico se atrevieron a ensayar una jugada de tres bandas: burlar el intento de Donald Trump de frenar la expansión automotriz china en México y convertirnos en la plataforma de su avance hacia toda América Latina.
El golpe inicial lo resentirán los consumidores, que perderán acceso a autos más baratos y mejor equipados; y las marcas chinas, que ahora tienen dos opciones: resignarse a perder mercado o acelerar su desembarco productivo en México. Es decir, lejos de frenar a gigantes como BYD, el arancel podría convertirse en el empujón que necesitaban para acelerar la instalación, ya planeada, de plantas aquí y evitar así el castigo en aduanas.
Pero, como casi siempre, los políticos van un paso atrás de las decisiones del gran capital financiero internacional. La prueba está en que China calificó la medida de Sheinbaum como “proteccionista, unilateral y discriminatoria” y advirtió que se opone a cualquier acción coercitiva que restrinja su comercio o menoscabe sus intereses. A lo que la mandataria respondió esta mañana que la decisión “no es contra un país en particular” y que su intención es fortalecer la producción nacional en el marco del Plan México.
Mario Maldonado (“México se suma a EU en la ‘guerra’ comercial contra China”, El Universal, 12/09/25) recuerda que “BYD ya tenía en pausa su proyecto de fábrica”, pero sin advertir que con esta jugada el “riesgo” se convierte en necesidad. Si quieren seguir vendiendo, deberán producir en territorio nacional, justo lo que Sheinbaum dice buscar con su política de sustitución de importaciones.
En resumen, el muro comercial de Sheinbaum puede terminar siendo la mejor puerta de entrada para que las armadoras chinas se instalen en México y, de paso, un recordatorio de que las guerras arancelarias rara vez acaban como las planean los políticos, a menos, claro, que estos sean lo suficientemente inteligentes como para jugar en tres o más bandas, algo definitivamente prohibido para mandatarios tan rupestres y francamente cavernarios como Donald Trump.