Nobel de la Paz a Corina Machado. Trump hace berrinche. AL GRANO. Por Jesús López Segura

La megalomanía del magnate estadounidense queda más abollada que su nula credibilidad
El Comité Noruego del Nobel decidió otorgar el Premio de la Paz 2025 a la opositora venezolana María Corina Machado, y con ello desató una tormenta de egos al otro lado del Atlántico. El reconocimiento a la líder que ha puesto en jaque a la dictadura de Nicolás Maduro fue celebrado por defensores de los derechos humanos en todo el mundo… excepto, claro, por el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, quien se creía el verdadero merecedor del galardón. Todo por sus montajes fallidos sobre supuestos “acuerdos de paz” en Palestina y su respaldo incondicional al judío nazi Benjamín Netanyahu y su política genocida.
Machado, convertida en símbolo de resistencia democrática, fue elogiada por su “incansable esfuerzo” en favor de una transición “justa y pacífica” hacia la democracia venezolana. El Comité la describió como “una figura de unidad” que, pese a la persecución, eligió permanecer en su país y seguir luchando. Una decisión que contrasta brutalmente con el comportamiento del autoproclamado “pacificador global” Trump, quien lleva meses haciendo campaña no por la paz mundial, sino por su propio ego.
Desde Washington, el berrinche no tardó en llegar. Steven Cheung, director de comunicaciones de la Casa Blanca, declaró que el Comité “ha puesto la política por encima de la paz” al no premiar al “presidente con corazón de humanitario”.
Trump, fiel a su estilo mesiánico, respondió asegurando que “nunca existirá otra persona como él”, y que seguirá “salvando vidas” —una afirmación temeraria en boca de quien recomendaba inyectarse desinfectante durante la pandemia—. El Comité, curtido en extravagancias políticas, se limitó a recordar que sus decisiones se basan en “el trabajo y la voluntad de Alfred Nobel”. Traducción libre: el Nobel no es un trofeo de campaña, señor Trump.
La ironía es deliciosa: mientras una mujer acorralada por una dictadura recibe el máximo reconocimiento a la valentía civil, el supuesto líder del “mundo libre” se indigna porque no lo aplauden lo suficiente, justo un día después de haber insultado cobardemente a Greta Thunberg, esa extraordinaria joven que desde su adolescencia le ha dado a Trump —y a todos sus congéneres odiadores consuetudinarios de la decencia y la dignidad— lecciones de inteligencia, coraje y amor a la humanidad.
Si el Nobel se entregara por egolatría o autopromoción, Trump no tendría rival. Pero, por fortuna, en Oslo no premian la megalomanía.





